Naruto - El Maestro Herrero

Capítulo 3: Fuera de mi taller

El sonido de su martillo golpeando el acero al rojo vivo era lo único que Naruto tenía en mente en ese momento. El típico taller de herrero es un entorno ruidoso y caótico. El intenso calor de la forja, el desorden de herramientas en los bancos de trabajo, los yunques y otros materiales utilizados en los diversos procesos de herrería, y los fuertes ruidos asociados a la creación de cualquier cosa a partir del metal crean una atmósfera desafiante. Además, la presencia de armas muy afiladas y peligrosas, a menudo esparcidas al azar, contribuye aún más al caos.

Sin embargo, para Naruto, éste era su verdadero hogar, un entorno seguro. Consideraba que este lugar era superior a su dormitorio, más cómodo que cualquier habitación de su apartamento, y un escenario ideal para relajarse. Era donde se sentía más a gusto.

Por eso le resultaba difícil relajarse en presencia de distracciones. Masamune-Jiji ya le había visitado y había insistido en comprobar el bienestar de Naruto. Su comportamiento posterior había sido poco profesional e inapropiado.

"Naruto, creo que eres consciente de que ésta no es una situación saludable ni para ti, ni para tu psique, ni para los que te rodean", dijo una vez más el anciano herrero, intentando apelar a su homólogo más joven.

Naruto se limitó a ignorar al hombre. Estaba concentrado en el corto tocho de material que tenía delante, dándole la forma que tenía en mente. Su martillo era como el cincel de un maestro tallador de piedra: no desperdiciaba movimientos ni energía, sólo los movimientos precisos necesarios para crear el producto final.

"Eres consciente de que nunca te he pedido que te refieras a mí como algo distinto a un colega. A pesar de mi orientación y ayuda anteriores, nunca he pedido que te dirijas a mí como tu sensei". El anciano intentó iniciar la comunicación con él una vez más. "¿Comprendes por qué lo he hecho?".

Naruto permitió que el martillo golpeara una vez más, ésta ligeramente más suave que las anteriores. Esto no se debía a las palabras pronunciadas, sino a una comprensión inherente de lo que se requería. Antes de devolver el tocho a la forja secundaria creada específicamente para este proceso, Naruto procedió a reunir los materiales necesarios para los toques finales del proceso de recocido.

Las envolturas aislantes no estaban muy lejos, ya que no era la primera vez que se utilizaban. Sin embargo, la hoja se había estado calentando lentamente hasta alcanzar la temperatura que Naruto sabía que era casi perfecta para sus propósitos. Retiró rápidamente la hoja y la envolvió en el material especial antes de colocarla de nuevo en la forja especial. Ésta permite controlar con precisión el proceso de enfriamiento a lo largo del tiempo, con una exactitud máxima de casi un cuarto de grado.

En ese momento, el herrero más experimentado observó el trabajo del colega más joven. Examinó atentamente cada movimiento, técnica y material que nunca antes había visto utilizar a Naruto en este proceso, intentando averiguar su propósito directo.

"¿Es por mi identidad?" Naruto se detuvo un momento antes de continuar con una inflexión diferente en su voz grave: "¿Qué, soy yo?".

Ante esto, el hombre se detuvo un momento. "Sabes que nunca te vi más que como un niño. A menudo eras vivaz, pero nunca más que eso". Empezó su declaración en un tono enfadado y dolido, pero la terminó en uno más reflexivo. Parecía mirar más allá del Uzumaki y de su proyecto en curso mientras decía esto.

"Siempre fui consciente de que no te referías a mí por ningún otro nombre". "Fui capaz de discernir cualidades que otros quizá no vieron en ti, tanto entonces como ahora". Observó un ligero movimiento de las orejas de Naruto, lo que le impulsó a continuar. "Preví no sólo lo rápido que superarías cualquier conocimiento o técnica que yo pudiera impartir, sino también la intensidad de tu mirada, que creo que es una cualidad definitoria. Cuando lo vi, me di cuenta de que no podría contribuir más que en una pequeña parte al legado que dejarías".