Se notaba un frío en el aire, TN caminaba de la mano con Isabel.
—Relajate, ya estamos lejos de ese Dinosaurio
—Pero, que pasa si viene por nosotros
—No va a pasar
—Pero y si lo hace
—Estare atento, le disparate y de alejara o morirá
Ambos caminaban y sentían el barro espeso en sus pies. Isabel tenía las botas un poco rotas y TN tenía su pantalón lleno de barro hasta sus rodillas.
Escucharon el bramar de un animal y Isabel se detuvo.
—¿Que haces?
—Mira
Isabel levanto la mano y señalo.
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—No pasa nada, son herbívoros
—¿Y si nos pisan?
—No lo harán, a menos que los molestes. Pero son lo suficientemente grandes como para que no nos puedan ver desde arriba
—Estoy cansada, quiero descansar
—no podemos, el sol está volviendo a ocultarse, no te preocupes, caminaremos unos minutos y luego veré donde nos quedaremos, no podemos estar todo el tiempo caminando, o encontramos donde pasar la noche o llegamos al campamento
Siguieron caminado y solo vieron unos cuantos Dinosaurios más en ese pantano.
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Siguieron caminando y pudieron ver como lo anaranjado del sol comenzaba a salir, lo que indicaba que se acercaba la noche.
Los graznidos de una manada maiasaurios los puso más relajados.
—Podríamos quedarnos cerca de ellos. Son grandes, no creo que algo pueda herirlos —Sugirió Isabel.
—En la escuela me decían que mientras más grande un herbívoro más letal va a ser el carnívoro, creo que deberíamos seguir ese consejo y alejarnos
—si, no quiero encontrarme con algo horrible hoy
Los dinosaurios comían tranquilamente, tenían la cabeza en el piso, lanzaban graznidos entre ellos y seguían comiendo.
