El silencio cómplice

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No hubo palabras, solo una mirada,
una danza de pupilas en un mar de emociones.
Una intensidad que se apoderó de mis sentidos,
un silencio cómplice que hablaba a gritos.

Era como si el mundo se hubiera esfumado,
solo quedáramos nosotros, dos almas perdidas
en un laberinto de deseo, de atracción, de misterio.
Un lenguaje secreto que solo nuestros ojos comprendían.

Sus labios, cerrados en un gesto de misterio,
prometían historias sin contar, sueños sin revelar.
Un universo de secretos que ansiaba descubrir,
un viaje sin mapa, sin reglas, solo con la guía del deseo.

El silencio se llenó de promesas, de ilusiones,
de un futuro que se dibujaba en la mirada.
Un flechazo que atravesaba el corazón,
y me dejaba solo con la certeza de que te había encontrado.

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