El sabor amargo de la despedida

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Los días se acortaron, las clases se volvieron eternas,
el verano se acercaba, amenazando con separarnos.
El aroma a hojas secas, el sonido de la lluvia,
recordaban que la despedida estaba cerca.

La tristeza se instaló en mi corazón, un nudo en la garganta,
la sensación de que nuestro mundo se desmoronaba.
Tus ojos, antes llenos de luz, ahora reflejaban la melancolía,
un espejo de mi propio dolor, de mi propia angustia.

En la última clase, un silencio incómodo nos envolvió,
cada mirada, cada palabra, cargada de dolor.
En el último adiós, un beso fugaz, un roce de manos,
un recuerdo imborrable que se grabó en mi alma.

El verano se extendió, un tormento que me separaba de ti,
cada día, una eternidad, cada hora, una agonía.
El sabor amargo de la despedida, una herida que no cicatriza,
un amor que se marchitó, dejando una profunda nostalgia.

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