05

56 8 1
                                    


enero 8 del 2019, 4:17 PM.

El haber perdido toda la dignidad en tan solo una noche, fue suficiente para enviarme de regreso al suelo, Dios se encargó de advertirme que fantasear con uno de sus ángeles me llevaría al fracaso, una y otra vez. Pero yo ya había experimentado un infierno y esto definitivamente quemaba satisfactoriamente, como un tatuaje que habías deseado por años.

Las cosas se habían estado retrasando y complicando un poco, con las negociaciones que llevaba a cabo Heeseung con el viejo y la reciente riña de Fazzari con los Yakuza, era imposible poner a funcionar mis planes.

Heeseung tenía razón al suponer que Fazzari sería desconfiado y precavido, porque no podía siquiera estar presente en sus pequeñas reuniones, me verían como a un crío más, supongo.

Sin embargo, no podía pasar de hoy sin un acercamiento, tenía que actuar sea como sea, aunque eso significara jugar sucio.

Renuncié a mis prejuicios internos y tomé los finos shorts, los introduje en mis largas piernas y me miré con detalle en el espejo.

Me gustaba lo que veía, la ropa que se utilizaba con frecuencia en los lados templados del sur de Europa era sin duda algo que se podía apreciar.

Los shorts terminaban un poco por encima de mis rodillas, ni tan cortos, ni tan largos, la perfección que estilizaba mis blanquecinos muslos. Aunque prefería los tonos oscuros a la hora de vestir, los tonos claros suavizaban mis facciones y las hacían ver más delicadas de lo que ya eran.

Nunca me había acomplejado conmigo mismo, era hermoso, lo sabía. Había robado todos los genes de mi insufrible madre, gracias a Dios.

Bajé las escaleras mientras me aplicaba mi bálsamo labial, lo siguiente sería caminar hasta el jardín, donde ya sabía que estaría Fazzari tomando cóctel con Heeseung.

Inhalé el olor de las flores combinado con el del mar, la voz de una sirvienta me sacó del etéreo letargo que me había provocado la belleza italiana.

—¿Querrá algo de tomar, señor? —ella preguntó con un fuerte acento, utilizaba un traductor para expresarse en mi idioma.

—Una margarita, por favor —respondí suavemente.

Nuestra conversación fue suficiente para hacer notar mi presencia ante ambos hombres.

—Esperábamos por ti.

Mi atención se desvió hacia Heeseung, quien sabía que me analizaba con cautela. Todo lo contrario a Fazzari, quién había olvidado la delicadeza al devorarme de pies a cabeza con su mirada, no pude sentirme más asqueado y satisfecho con el resultado.

Se acercó a mí como una pantera, con pasos finos y cortantes, me tomó de la mano y beso cada uno de mis dedos, mientras me dedicaba una desagradable mirada lujuriosa, expresando cada una de sus intenciones.

—Bellissimo cara mio, cada día es imposible el no admirar tu belleza de cerca.

Mis labios se fruncieron en una sonrisa complacida.

—Es un honor para mí ser capaz de generar eso en ti, Vittorio.

Fazzari respiró pesadamente ante mis palabras, casi podía sentir su cuerpo calentarse.

Escuché a Heeseung aclararse la garganta sonoramente detrás de nosotros, desatando mi molestia interior, su intromisión frustraba mis avances.

—Tu hermanito es una distracción para mi, Lee, ya puedo entender por qué lo proteges tanto. —admitió, llevándome de su brazo hasta el amplio salón con altas columnas de mármol y una estatua de un ángel en el centro.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 20, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora