𝗗𝗢𝗡𝗗𝗘 Maegor nace de la última Targaryen, Daenerys y su esposo Khal Drogo, perdiéndola a sus siete años por un bastardo.
𝗢
𝗗𝗢𝗡𝗗𝗘 confía en la persona equivocada y lo manda 172 años antes, donde están sus antepasados Daemon y Rhaenyra Tar...
EL CASTAÑO PODÍA SER UN DOLOR DE CABEZA, solo cuando se lo proponía con ganas y eso se dio cuenta Daemon cuando lo observaba molestar indirectamente con los bastardos Hightower como el mismo decía. Maegor podría gobernar el mundo si el quería, al fin de cuentas tenía el apoyo de la heredera que parecía querer darle todo en bandeja de oro.
—¿Que haces? —Cuestionó Daemon cruzado de brazos en la puerta de la cocina de driftmark.
Maegor levanto su mirada incrédulo sosteniendo uno de los pasteles que hacia en sus manos, las cocineras habían ido para traer más ingredientes para el Pastel.
«Hago una espada».
El castaño estaba simplemente divertido, su lado sarcástico quería salir como agujas para molestar a Daemon, pero la promesa hacia Rhaenyra de tener aunque sea una conversación civilizada con Daemon rondaba su cabeza.
«Daemon, no me hace el trabajo facil».
—Hago un pastel —Maegor sonrió forzadamente intentando no soltar su veneno sarcastico-, es para Rhaenys escuche que le gustan las moras.
Apuntó un pastel ya listo en la mesa, había otros cuatro más y el castaño sacaba el sexto contandolos.
—Este es para Rhaenyra —Apunto uno de fresas con cerezas, al lado estaba uno de chocolate—, para las gemelas. Para mi padre y este es para Helaena y Aemond.
—Ahora cocinas —Daemon se burló acercándose a los pasteles.
—Se valerme por mi mismo, que es otra cosa —Susurro viendo lo mal, indignado colocó el pastel con delicadeza en la mesa.
Daemon se acercó con intenciones de comer un poco de pastel –robarselo–- y luego seguir con su vida.
Más el platinado se terminó quemando, soltando el pastel al suelo, maegor volteo a verlo con sorpresa e indignación.
—Esta caliente —Grito hechandose agua en sus manos.
—Claro que lo esta —Respondió Maegor con obviedad y cierta irritacion—-, apenas lo había sacado.
—Y tu ¿por que no te quemaste? —Cuestionó Daemon con desconfianza viendo que lo había tomado así con sus manos.
El castaño se observó sus manos que estaban intactas y luego las de Daemon que ya estaban Rojas en sus palmas, suspiro levantando su mirada observando a Daemon comerse el que se suponía era de Rhaenys.
