"Conociéndonos mejor"

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Un nuevo día comenzaba; una dulce brisa me hizo despertar. Encontré a Alisha aún dormida, así que fui a alistarme. Bajando las escaleras para desayunar, sentí un leve mareo; quizás sería por el estrés escolar, pero de inmediato me recuperé, así que no mencioné nada. De pronto, escuché a mamá hablando de forma muy relajada por teléfono; inclusive llegué a oír la voz de un hombre. Cuando me vio, de inmediato colgó, a lo que exclamé:

—Mamá, ¿pasa algo? ¿Por qué cuelgas?

—Nada importante, hija. Asuntos de trabajo los dejaré para luego; ahora pasaré tiempo con mi contigo mi tesoro .

Me quedé pensando en aquella llamada. Mamá se puso muy nerviosa al verme; quizás tendría un enamorado y no querría contármelo por miedo a mi reacción. Pero no importaba; yo aceptaría todo por su felicidad. Mamá me vio muy pensativa y quiso hacerme volver a la realidad.
Me preguntó:

—¿Dónde está Alisha?

—Aún está dormida, mamá.

—Sube y despiértala, hija. Se les va a hacer tarde.

Cuando justo subía por las escaleras, Alisha abrió la puerta; ya estaba lista. Dio los buenos días a mi mamá. Desayunamos todas juntas y luego nos marchamos a la escuela. Todo el día estuvo pesado; ni siquiera lograba concentrarme en clases. La cabeza me quería estallar, me sentía muy mal; quizás el mareo repentino de la mañana me estaba alertando de un mal día. Terminé las clases y me dirigí a casa. En el camino, todo me parecía borroso. Quise recostarme en una pared y descansar un rato cuando, de pronto, no pude sostenerme más. Casi al caer, alguien me sostuvo. Recuperé cada aliento perdido y pude fijarme en quién me sostenía: era James. Mis fuerzas volvieron y se notaron con un reflejo de mi sonrisa. Al fin le veía; llevaba casi todo el día anhelando encontrarle.

—¿Estás bien, Mara? Casi caes; suerte que estoy aquí.

—Ya me siento mejor, gracias por tu ayuda.

—Nunca podría dejar de ayudar a una chica en peligro.

—Entonces eres Superman, supongo.

Sonreí y al rato se oyeron sus carcajadas ,se escuchó su silencio y me dijo:

—Vamos, te llevaré a casa, pero primero iremos a por algo de comer ya que te veo muy pálida.

—Está bien, vamos.

Llegamos a una cafetería e hicimos nuestro pedido. Mientras esperábamos, mantuvimos una charla bien fluida:

Me preguntó:

—¿No sabes a qué se deben esos mareos?

—Deben ser por el estrés escolar; me tomo muy en serio las cosas de la escuela.

Me dijo:

—Mejor dime que eres muy caprichosa y no solo con las cosas de la escuela; me he dado cuenta de que cuando leemos antes de comenzar, siempre mantienes los libros restantes en orden.

Le dije:

—Ves entonces no es capricho; quizás quisiste decir responsabilidad y sentido del orden.

—Sí, quizás; me gusta que seas así toda preocupada por tus cosas.

—Gracias, a mí me gusta que seas todo lo contrario; creo que por eso nos llevamos mejor.

Se sonrió y me dijo:

—Seguro que sí, porque si te parecieras a mí, no te soportaría.

—Seguro que no

Le dije riéndome.

La mesera nos trajo una malteada a cada uno; la mía era de chocolate, mi sabor favorito; la de él en cambio  era de fresa.

Me preguntó:

—¿Te gusta mucho el chocolate?

Le dije:
—Sí y también los chicos fresa.

Se sonrió y me dijo:
—Me acabas de llamar chico fresa.

Le dije:

—Creías que era contigo pobre; le hablaba a la fresa de tu malteada. Mira si observas más de cerca puedes notar que tu frutilla tiene una pequeña flor y por esos tonos pequeños azules es un freso.

Se rió de mí diciendo:

—Todavía me falta mucho por aprender de ti; hasta de plantas y frutas conoces.

Le dije:

—Si continúas en mi vida, sabrás muchas cosas; solo te queda tener paciencia, aunque a mí también me falta mucho por conocer de ti.

Me miró fijamente y se sonrió; yo no lo pude evitar y me sonrojé. Traté de ignorar el momento diciendo:

—Ya es tarde, mejor me marcho a casa; mamá me esperará seguro angustiada, ya que se me olvidó llamarla. 

—No te preocupes, yo te llevo en mi coche. 

Acepté ya que era muy tarde; se podía observar la aurora rojiza cubriendo como manto el cielo y la brisa leve que susurraba a los árboles más frondosos. 

Me llevó en su auto. James era un chico de una familia acomodada; nunca pasó el más mínimo trabajo, pero mis pensamientos en cuanto a que era un niño engreído cambiaron, tanto que lo veía como un chico noble de corazón puro. Estábamos frente a mi casa y le dije: 

—Gracias por tu ayuda, James; ahora me siento mucho mejor. 

—Hoy soy yo el que te agradece, Mara, por una tarde espléndida. 

Diciendo esto, colocó su mano sobre la mía; quiso acercarse y hacer lo que ya era evidente... 

¡Hola mis queridos lectores y lectoras! 💗
Espero les halla gustado este capítulo ,aunque los dejé en suspenso ,¿que sucederá en el próximo ?,pues ya lo sabrán .
Nos vemos en una próxima actualización :⁠-⁠)

Se me olvidaba ,si les gustó por favor no olviden dejar su voto o comentario es muy importante para mí saber su opinión .
Gracias y tengan un lindo día .
Con cariño : Mari Mar ❤️✨

El Encuentro De Dos Almas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora