Nosotros

10. Al soplar las velas

"I'll blow out the candles, happy birthday to me.
Got your whole life ahead of you, you're only nineteen.
But I fear that they already got all the best parts of me.
Will I spend all the rest of my years wishing I could go back?
It gets better the more you grow, It gets better,
but what if I don't?".

-teenage dream, Olivia Rodrigo.

—Lo siento mucho Liv —escucho su voz del otro lado de la línea telefónica—. De verdad quería ir mañana para tu cumpleaños. Pero, se me han atravesado algunos imprevistos y temo que no me alcanzará para el boleto de avión... En verdad que lo lamento mucho, cielo.

Noto el nudo en la garganta, y las lágrimas que luchan por escaparse y bajarme por la cara. Pero, me obligo a controlarme.

—No te preocupes mamá —trago, y muevo los ojos, luchando para desviar las lágrimas y no soltarme a llorar, a pesar de que noto el temblor en el labio inferior y en mi voz. Parece que no logro convencerla del todo, porque noto cómo se acentúa la tristeza en su mirada—. Estaré bien, de verdad. Seguro Emma tendrá algo en mente. Saldremos y lo pasaremos bien. No te preocupes por mí.

Veo la intranquilidad que se refleja en su cara, y la manera en que aprieta un poco los labios. Noto la reacción en mi cuerpo casi al instante; en la manera en la que se me forma una especie de nudo en el estómago, y en cómo aumenta la opresión en mi pecho, intensificándose con la incomodidad de la vergüenza. Pienso en lo patética que resulta mi reacción, en lo mal que la hago sentir con ello. Es como si se tratara de una niña pequeña y no de una mujer adulta que ya se encuentra en la universidad.

—En verdad lo siento linda, esperaba que al menos pudiera estar en tu cumpleaños contigo. Pero, ya será para el próximo año —se le escucha desanimada—. Te quiero, espero verte pronto.

Trago, intentando con todas mis fuerzas que me salga bien la voz.

—También te quiero —intento sonreír—. Te llamo luego.

Asiente con la cabeza, y cuelgo la llamada. Me siento en la cama, y noto que las lágrimas que tanto me costó mantener cautivas, comienzan a deslizarse casi sin control por mi cara.

Sé que ya no debería sentirme de esta manera, extrañar a mi madre como lo sigo haciendo. Me siento débil, y demasiado vulnerable. Es como si a ratos volviera a ser aquella niña que sólo quería estar con su mamá, buscar ese refugio que solo ella podía darme; buscando ese consuelo que tuve que darme a mí misma por mucho tiempo.

¿Por qué soy tan débil?

¿Por qué no puedo ser como Emma que no parece importarle nada? Que puede pasar años sin ver a sus padres y estar como si nada.

¿Por qué no puedo ser como los demás?

¿Por qué tengo que ser tan sentimental?

Lo único que logra animarme después del inicio de cada semestre de otoño, es saber que al menos podré ver a mamá en mi cumpleaños. Ella suele venir y vamos a desayunar antes de clases. Y después, pasamos el día en Central Park. Hasta que se hace de noche y tengo que acompañarla a la estación de autobuses.

Desde que tengo memoria, mis cumpleaños casi siempre suelen sentirse un tanto melancólicos, a pesar de que mamá siempre ha intentado hacerlos especiales. Casi siempre, ella tenía que ir a trabajar, por lo que tenía que pasar la tarde sola. Pero, cuando llegaba, solía traer un pastel y solíamos comerlo solas. A veces, solía invitar a Leah, quien alguna vez fue mi mejor amiga de la infancia, y a sus padres también.