McLaren Boy [Na Jaemin]

1O 🏎

Monza.

Es el día.

El día de la carrera llegó y con eso también su despedida, hoy le dirá adiós a Ferrari para siempre.

Hoy le dirá «adiós» a la escudería que en sus momentos fue de ensueño, por la cual entregó más de lo que pensó, donde pasó casi nueve años dando todo de sí, quizás en algunas oportunidades las cosas se le dieron, mientras que en otras tuvo que pelear un poco más para alcanzarlas, a veces sí llegaba pero muchas otras veces no.

En Ferrari conoció lo que es el dulce sabor de la victoria, el alcanzar el mayor éxito sintiéndose realizado pero también conoció lo que es la derrota y la desazón.

Hubieron tiempos dónde muchos lo veneraron como si fuese un Dios para luego pasar a ser el centro de críticas, desde las más tontas hasta las más hirientes que pudo escuchar; ahí mismo entendió que todo lo que vivía era algo efímero dentro de la escudería, algo que no podía sostener por mucho tiempo por más que quisiese.

Aún así, soportó tanto como pudo. Pero ya no podía seguir, el último tiempo ha sido un infierno por el cual ya no quería pasar, está cansado y ¿herido...? Quizás así podía denominarlo, herido.

Jaemin suspira pesadamente y observa el gran manto rojo que hay en el autodromo, todo el mundo viste de Ferrari, seguramente están ansiosos por el resultado de hoy así como él, también quiere saber que sucederá dentro de nada o quizás no; en realidad, se siente tan distinto todo que no quiere conocer lo que será cuando la bandera se mueva indicando el fin de la carrera.

—Jaemin—alguien llama por él.

Dejando de lado su mirar, voltea hacia dicha persona y se encuentra con un Jeno ya vestido con sus característicos trajes. Parecía un poco nervioso, quizás estaba tenso por el resultado de hoy, pues están obligados a ganar.

—¿Si?

—¿Nervioso?

—No tanto como tú—responde acercándose hasta el menor—. Tranquilo, todo irá bien.

Jeno mira el mar rojo que tienen frente ellos y los nervios siguen ahí, impregnados en su cuerpo incapaces de irse y se siente como un tonto, debería de estar tranquilo y confiado pero si es sincero, hay algo que no lo deja de molestar es como un maldito presentimiento.

—¿Hyung?—obteniendo otra vez la atención de Jaemin, Jeno suspira y se acerca un poco más hasta el mayor—. ¿Que harás en las vacaciones de verano?

—No lo sé, quizás–

Exacto, no lo sabía.

Para esos momentos él ya no se encontraría en Ferrari, hubiese dicho que pasaría unos días en Montecarlo o algo de eso, pero increíblemente se quedó callado por temor a decir algo de más.