Capítulo 9: Confesiones en la Oscuridad

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La lluvia golpeaba con furia las ventanas de la pequeña cabaña en los Alpes, un lugar apartado y solitario que Hans había elegido para este encuentro. La tormenta rugía fuera, como si reflejara el tumulto interno que ambos estaban por enfrentar. Laura estaba sentada en un sillón junto a la chimenea, su mirada fija en las llamas danzantes mientras intentaba ordenar sus pensamientos. El silencio era pesado, cargado de tensión, y ambos sabían que lo que estaba por decirse cambiaría todo.

Hans estaba de pie cerca de la ventana, su silueta apenas visible en la penumbra. Llevaba horas sin decir una palabra, pero ahora sabía que no podía seguir ocultando más su verdad. Laura lo había descubierto, y si quería que ella se quedara a su lado, tenía que revelarle partes de sí mismo que había mantenido enterradas durante años.

—Laura —dijo finalmente, rompiendo el silencio.

Ella levantó la mirada, encontrándose con sus ojos. En ellos, vio algo que no había visto antes: vulnerabilidad. Era un Hans diferente al que había conocido, un hombre que, por primera vez, parecía dispuesto a dejar caer su máscara.

—Sé que lo sabes todo —continuó, acercándose lentamente—. Sé que has descubierto quién soy en realidad, y no puedo seguir pretendiendo. Pero antes de que tomes una decisión sobre lo que harás, quiero que entiendas por qué hice lo que hice.

Laura lo miró en silencio, esperando, mientras Hans tomaba asiento frente a ella. Las llamas de la chimenea proyectaban sombras sobre su rostro, haciéndolo parecer aún más sombrío.

—Nací en una Alemania dividida, en un lugar donde la supervivencia era lo único que importaba. —Hans comenzó a hablar, su voz baja, casi en un susurro—. Crecí viendo a mi familia luchar contra un sistema que no les daba nada, que los oprimía. Aprendí desde joven que el poder era lo único que podía salvarte, y me propuse conseguirlo a cualquier costo.

Laura escuchaba atentamente, su corazón latiendo con fuerza. Este era un lado de Hans que nunca había imaginado, uno que lo hacía más humano, pero también más peligroso.

—Me uní a grupos radicales, me sumergí en el mundo del terrorismo, porque creía que era la única forma de cambiar las cosas —continuó, su mirada perdida en el fuego—. Pero con el tiempo, me di cuenta de que el poder no estaba en las armas o en el miedo, sino en la manipulación, en la inteligencia. Y así me convertí en lo que soy hoy.

Hubo una pausa, durante la cual Laura sintió que todo lo que había pensado sobre Hans estaba cambiando. Había visto a un criminal, a un terrorista, pero ahora veía a un hombre que había sido moldeado por circunstancias más allá de su control. Un hombre que había hecho cosas terribles, pero que también había sido víctima de su propia historia.

—¿Y Nakatomi? —preguntó Laura, su voz quebrándose un poco—. ¿Qué fue eso para ti? ¿Solo otro juego de poder?

Hans bajó la mirada, y por un momento, Laura vio el peso de sus acciones reflejado en su rostro.

—Nakatomi fue... un error. —Su voz era apenas un susurro—. Fue mi intento de tomar control de un mundo que se desmoronaba a mi alrededor. Creí que podía salirme con la mía, que era invencible. Pero no fue así. Perdí a mis hombres, casi pierdo mi vida, y me vi obligado a desaparecer.

Laura sintió una punzada en el pecho al escuchar sus palabras. Había estado investigando a Hans durante meses, había visto el rastro de destrucción que había dejado a su paso, pero ahora se daba cuenta de que detrás de todo eso, había un hombre que estaba tan perdido como ella.

—Y ahora estoy aquí —dijo Hans, levantando la mirada para encontrarse con los ojos de Laura—. Estoy aquí, sentado frente a ti, porque no quiero seguir huyendo. Quiero que sepas quién soy, con todas mis fallas y pecados. Porque, Laura... —su voz se suavizó, casi como si fuera una confesión—. Lo que siento por ti es real, y no puedo seguir ocultándolo.

Laura sintió que el aire abandonaba sus pulmones. Las palabras de Hans resonaron en su mente, llenando el espacio entre ellos con una intensidad que la dejó sin aliento. Durante semanas había luchado contra sus propios sentimientos, tratando de mantener la distancia profesional, pero ahora, frente a la confesión de Hans, todo parecía derrumbarse.

—Hans... —comenzó, pero las palabras se atoraron en su garganta.

Hans se acercó más, su mirada fija en la de ella, como si tratara de leer lo que estaba pasando por su mente.

—Sé que esto no es fácil, y sé que probablemente pienses que estoy manipulándote —dijo—. Pero te prometo que lo que te digo es la verdad. No puedo cambiar mi pasado, Laura, pero quiero que sepas que... contigo, todo es diferente.

Laura lo miró, su mente luchando entre la razón y el corazón. Sabía quién era Hans, sabía lo que había hecho, pero también sabía lo que sentía por él, algo que no podía simplemente ignorar.

—¿Qué quieres de mí, Hans? —preguntó, su voz temblando ligeramente.

—Quiero que confíes en mí —respondió él, tomando suavemente sus manos—. Sé que no tienes razones para hacerlo, pero quiero que sepas que estoy dispuesto a hacer lo que sea para demostrarte que esto... lo que hay entre nosotros, es real.

Laura sintió las lágrimas arremolinarse en sus ojos, pero no dejó que cayeran. Había estado tan sola durante tanto tiempo, había luchado tanto por llegar hasta aquí, y ahora, frente a Hans, se daba cuenta de que tal vez había algo más por lo que valía la pena luchar.

—Hans, yo... no sé si puedo hacer esto —dijo finalmente, con la voz quebrada—. Todo en mí me dice que te entregue, que haga lo correcto. Pero... no puedo. No puedo hacerle eso a alguien que...

Hans la interrumpió, inclinándose hacia adelante y apoyando su frente contra la de ella.

—No te estoy pidiendo que renuncies a tus principios, Laura —dijo en un susurro—. Solo te estoy pidiendo que me des una oportunidad para demostrarte que, tal vez, hay algo más allá de lo que ves en mí.

El silencio que siguió fue pesado, cargado de emociones no dichas, de promesas no hechas. Laura cerró los ojos, dejándose llevar por el momento, sintiendo la calidez de Hans tan cerca, y por un instante, permitió que sus defensas se desmoronaran.

—De acuerdo —dijo finalmente, abriendo los ojos y encontrando los de Hans—. Te daré esa oportunidad, pero no me mientas más. No puedo soportar más mentiras.

Hans asintió, su mirada sincera y determinada.

—No más mentiras, lo prometo.

Con esas palabras, ambos sabían que habían cruzado un punto de no retorno. Los secretos habían sido revelados, y con ellos, un nuevo capítulo en su peligrosa relación había comenzado. Laura sabía que estaba jugando con fuego, pero en ese momento, con Hans tan cerca, no le importaba. Por primera vez en mucho tiempo, se permitió sentir, sin preocuparse por lo que vendría después.

Y así, bajo la oscuridad de la noche y el eco de sus confesiones, ambos se quedaron en silencio, sabiendo que, aunque el futuro era incierto, lo enfrentarían juntos. 

Bajo la Sombra del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora