⏳DIECIOCHO

458 36 6
                                    

EMMA

Si hubiera estado bebiendo algo, estoy segura de que se lo hubiera escupido en la cara a mi marido.

Me rio con ganas hasta que ya no me quedan fuerzas. Cuando termino su cara es la misma. Impasible y un poco molesta.

—no estás hablando en serio, ¿verdad? —digo con las cejas levantadas.

—no tienes que hacerlo si no quieres —se apresura a decir, —de hecho no quiero que lo hagas. —su rostro se pone rojo y su cuerpo se tensa debajo del mío. —Danilo tendrá que encontrar otra manera, y si sus idiotas ideas lo hacen quedar mal ante el jefe, no es mi problema. —empieza a hablar con frenesí. No creo que siquiera esté respirando. Se para conmigo en brazos y camina hasta depositarse en mi cama.

—hablaré con él en este mismo momento —dice sin mirarme a la cara. —tiene que haber otra manera. —parece que se está convenciendo a él mismo de que así es.

Da un paso para atrás, pero lo detengo cuando tiro de su mano.

—Samuel... ven aquí por favor. —le pido en un tono firme y suplicante a la vez.

Sus ojos se encuentran con los míos, niega con la cabeza cuando da ese paso que lo acerca a mí.

—olvida lo que dije Emma, nunca te podré en tal peligro. —dice apretando la mano que tengo en la suya.

—creí escucharte decir que Danilo y tú serían capaces de protegerme. —no sé lo que estoy diciendo, porque en realidad no entiendo del todo lo que está sucediendo.

La parte de investigar a los moteros y sus sucias intenciones, sí que las entiendo, pero la parte donde yo soy la que lo puede hacer más fácil... esa sí que me cuesta un poco de trabajo entender.

Samuel me mira y sé por su mirada que no piensa ceder. No sé cuál es el plan exacto que tiene mi hermano, pero lo conozco y sé que no haría nada que me pusiera en un riesgo o peligro real.

—a menos que no te creas lo suficientemente fuerte y capaz para mantenerme a salvo... entonces tienes razón y deberíamos olvidarlo. —sé que mis palabras surten efecto cuando sus ojos se entrecierran a los míos y cuando termina de cerrar la distancia para rodear mi nuca y presionar su frente en la mía.

—nadie, —gruñe. —escúchalo bien Emma, nadie puede mantenerte a salvo mejor que yo. —se da cuenta de que ha caído en mi trampa y gruñe apretando su cuerpo más sobre el mío. —eres una listilla. Emma. Y creo que lo sabes. —gruñe y me suelta.

Camina hasta la silla donde estaba sentado antes antes y se deja caer en ella. Si postura es la de un completo rey. Las piernas abiertas y los abrazos abiertos en cada antebrazo. Con su espalda recargada en el respaldo dando una sensación de fuerza y poder que me calienta de una manera muy particular.

—¿eso quiere decir que estás de acuerdo con acercarte a Jorge? —levanta una ceja interrogatoria, y me doy cuenta de que la trampa es ahora para mí. Adopto una postura lo más relajada que puedo y me cruzo de brazos.

—a ti no fue a quien se acercaron con mentiras para conseguir información, es Justo que sea yo quien le regrese el golpe. —miro como una comisura de su boca se levanta. Se debate entre la sorpresa, la impotencia y el orgullo. Y lo entiendo más de lo que cree. Porque Yo misma estoy sorprendida de mis palabras.

—¿es así Emma? —Insiste, pero no va a encontrar nada más. Se lo diga o no, lo llegue a saber o no, mi corazón le pertenece solo a él.

—es así Samuel. —no titubeo mientras respondo viéndolo a los ojos. Me da una sonrisa. Niega con la cabeza y se lleva las manos a la casa. —maldice algo que no alcanzo a escuchar, pero verlo así me hace reír, y despierta una pizca de esperanza. ¿Esperanza en qué? No lo sé, pero se siente bien.

En esta vida NO (✔️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora