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— Hoy reservé un cubículo en la biblioteca — anuncio Kara mientras caminaba junto a Lena por los pasillos de la facultad varios días después
.
Ninguna de las dos había tocado el tema de su ultimó encuantro. De hecho, y sin que ninguna lo entendiera realmente, esta era la primera vez que hablaban desde aquel día. Había algo que… las incomodaba y que tanto a Kara como a Lena, les había impedido buscar a la otra para hablar.

— Está bien. — fue la única respuesta que obtuvo de los labios de la ojiverde.

Siguieron en silencio hasta la biblioteca. Entraron y ubicaron la pequeña habitación que Kara había apartado para ellas. Las paredes eran de cristal, por lo que todos podían ver lo que estabas haciendo pero estaban diseñadas para no dejar entrar o salir de ruido. Solo había una mesa, cuatro sillas y un enchufe de luz e internet. Ahí podías conversar con toda comodidad.

Esas sesiones habían comenzado desde la primera semana en la que Kara aceptó ser la tutora de Lena. Lo hacían una vez al mes, y evaluaban el progreso que llevaba. En caso de que Lena tuviera problemas con alguna materia era este el momento en el que debía decírselo a Kara para que la ayudara a estudiar, o en todo caso para encontrar la razón de porque le estaba yendo mal.

Todo transcurría con normalidad. Pero la incomodidad se podía palpar en el aire.
— Eso es todo — concluyó Lena estirando la espalda sobre la silla — Pan comido. Tal vez ya no necesitaré una tutora después de todo. — quiso bromear, pero Kara lo tomó como un rechazo.

— Si no quieres seguir, podemos hablar con la directora y anular nuestro acuerdo— su voz sonaba molesta, quizá más de lo que le hubiera gustado admitir.

— Yo no…

— Yo no quería hacerlo desde el principio ¿recuerdas?

— ¿Quieres calmarte? — le pidió Lena de inmediato — Solo quise decir que eres una excelente tutora y que lo que hemos hecho me ha ayudado… — Lena, se cruzó de brazos y echó el cuerpo atrás en la silla desviando el rostro a un lado — Estas actuando muy raro, ¿te sientes bien?

— ¡¿Yo estoy actuando raro?! — gritó la rubia.

— Sí. ¿Te pasa algo? — la mirada furiosa de Kara fue el insentivo para que se atreviera a preguntar — ¿Para qué fuiste a buscarme a la casa el otro día?

— Yo…— Kara se también se recargó en el respaldo de la silla, se cruzó de brazos y miró al techo fingiendo que trataba de buscar en su memoria lo que Lena acaba de preguntar — A tu casa… ¡Ah! Te refieres al día que me entere que te estas viendote con esa doctorcita. Por cierto, permíteme felicitarte. En verdad me tomó por sorpresa. No pence que pese a lo que te dije, te conformaras con tan poco.

— Kara…

— Quizá debo disculparme como es debido. Interrumpi su fabulosa cita. Por eso estas molesta, ¿no?

— No — dijo de pronto interrumpiendo el discurso de Kara .El reclamo la sorprendio.No estaba molesta. — Eres tú la que esta molesta.

— ¿Yo? ¡Yo estoy feliz! ¡Jodidamente feliz!

A Lena le dio la impresión de que Kara pretendía creerse a toda costa sus propias palabras.

— Bien— dijo Lena.

— Bien — dijo Kara. — Entonces no tenemos por que tener esta conversación.

Entonces, Lena recordó lo que le había dicho Diana sobre decirle a Kara lo que sentía. Era algo en lo que no había podido dejar de pensar desde esa tarde. Debatiendose entre las cosas buenas que podían pasar y las terribles que tendría que enfrentar.

¿Verdad o reto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora