⚔️07⚔️

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Casi era media noche y muchos de los invitados ya estaban borrachos, los pocos niños que habían ya estaban en sus camas. La fiesta parecía estar en su punto, varios seguían bailando con más movimientos sueltos, quizás por el efecto del alcohol o simplemente para disfrutar de la fiesta.

Amira y Sibylla habían terminado de bailar hace unos minutitos, se apartaron a un lugar sin gente a charlar un poco antes de volver a la mesa.

—Que fue ese espectáculo con Lenick?—cuestionó Sibylla curiosa por el extrano acercamiento de su sobrino con Amira, no iba a permitir que le quitaran la futura esposa a su hermano, caminaba junto a Amira con los brazos entrelazados.

—Ahs! Ese tonto se me pego como chicle de la nada. Se que es su sobrino político, pero déjeme decirle que es un zopenco engreído—chilló Amira muy hastiada del chico y sin miedo al enojo que le pueda causar a la princesa.

Sibylla soltó una fuerte carcajada que se escuchó por casi todo el patio y varios de los invitados las voltearon a ver. Ellas solo agacharon la mirada apenadas y siguieron hablando.

—No, no! Estás en lo cierto. Es un mocoso engreído, creo que viene de famila—dijo Sibylla divertida haciendo referencia a que su marido era igual que su sobrino.

—Si. ¿Sabe lo que me dijo? Que yo sería su esposa, puede creerlo! Jamás me casaría con alguien como él—le dijo Amira con un tono de desagrado.

—Oh si! Jamás vayas a casarte con alguien con apellido Lusignan, son de lo peor—comento Sibylla metiendo también cizaña para que Amira nunca llegara a fijarse en ellos y tener el camino libre para su querido hermano.

Tiberias llegó con ellas de repente y les comento que el rey solicitaba su presencia, a lo que ellas rápidamente obedecieron.

Ambas caminaron de regreso a la mesa y se sentaron para escuchar la despedida del rey.

—Mi cordial agradecimiento a todos los allegados por la compañía a la celebración del cumpleaños de mi sobrino. Por favor, sigan disfrutando. Yo paso a retirarme, bendecida noche.

Todos se levantaron e hicieron reverencia a su majestad quien ya iba de salida a sus aposentos, no sin antes haberse despedido de su hermana y de Amira quien también decidió seguirlo.

—Princesa, yo también me retiro. Tengo que limpiar las heridas de su majestad—aviso Amira a Sibylla.

—Claro, claro. Ve enseguida—dijo entusiasmada Sibylla por el acercamiento que tendrían Amira y su hermano.

Amira solo le sonrió y caminó para alcanzar al rey, este ya estaba a punto de llegar a sus aposentos, pero Amira le habló.

—Majestad!—le gritó Amira desde su distancia.

Baldwin la volteó a ver confundido por su presencia, creyó que seguiría en la fiesta.

—Señorita Amira, ¿Qué sucede?—pregunto intrigado Baldwin.

—Majestad, tengo que curarlo. Pero si usted no quiere, no hay problema. Solo debo advertirle que seria peligroso dejar sus heridas así.

Baldwin sonrió por la preocupación de Amira y se palmeó mentalmente por olvidarse de su cuidado. ¿Cómo se le pudo olvidar otra vez? Tenía que quitarse esa costumbre ya.

—Claro, mi señora. Pase a mis aposentos por favor—Baldwin le abrió las puertas y dejó que ella pasara primero como todo buen caballero.

Amira paso directamente con confianza al baño del rey para tomar sus tratamientos que ha estado preparando con antelación antes de visitar a su majestad y que ha reservado en sus baños reales. Los llevó a la cama del rey quien ya estaba recostado en ella. Fue quitando todas sus vendas una por una para echar la medicina y masajear su cuerpo para la buena circulación de la sangre.

THE PAST IS PRESENTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora