⚔️08⚔️

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La brisa que pasaba por la pequeña ventana calaba sus huesos haciéndola temblar de frio, la noche en el desierto se sentía como vivir en la Antártida. Se arrullaba lo más que podía para no congelarse pero no funcionaba, el fierro de las celdas junto con el piso y las paredes solo complicaba la situación, ya que estás también se encontraban totalmente frias haciéndolo todavía a un más peor de lo que ya era.

Las lágrimas que había soltado anteriormente se habían formado en gotas de hielo pegadas a sus mejillas, su saliva había desaparecido y no dudaba que en cualquier momento moriría de sed. Ya llevaba 2 días en ese lugar sin agua o comida, sin nada que iluminara la celda, Amira quedaba a oscuras hasta que salía el sol y se reflejaba por la ventana.

—¿Que voy hacer? Nadie me ayudará. Ya quiero irme de aquí—comenzó a llorar de nuevo quitándose los mocos que escurrían con su blusa.

Analizaba todo lo que había sucedido días antes, sabiendo que era inocente ante la acusación que le habían impuesto. Ella jamás atentaría con la vida del rey, él le dió su protección y también le brindo su confianza para ser su médico principal, ¿Con que objetivo ella lo enfermaría? "Enfermaría" porque la acusaron de enbrujarlo, por favor! La única magia que ella podría hacer sería simular que se despega el dedo chiquito de la mano y eso que es falso. No la pueden culpar! ¿Acaso aquí no tienen leyes? ¿La culpan así sin nada más?

Seguía frustrandose por la situación, pero en eso escucho el ruido de unas llaves junto con unos pasos lentos que se acercaban a su dirección, levantó la mirada para encontrar la silueta de un hombre, el cual no podía ver porque este llevaba en su mano una antorcha pero la luz estaba dirigida hacia ella.

—¿Disfrutas de tu estadía por aquí?—esa voz egocéntrica jamás podría olvidarla, que le caiga un rayo en la cabeza de una vez antes de hablar con ese baboso.

—Lenick—dijo entre dientes Amira con rabia.

—El mismo, preciosa. No creí que fueses una bruja, ya entiendo cómo me hechizaste. No temas mi amor, yo sigo siendo tuyo— Lenick tenía una sonrisa brillante en su rostro, no le importaba lo que era Amira, el la quería totalmente para él.

—Entiende de una vez! No soy tuya! Prefiero morir aquí a qué estar contigo—gritó Amira con las pocas fuerzas que tenía.

—Bueno...—respondió Lenick con voz de niño regañado— pero estoy seguro que deseas salir de aquí—comentó mientras meneaba las llaves de la celda.

Amira las miro con un brillo en sus ojos, encerio quería salir de ahí aún que fuese por medio de ese baboso.

Se levantó de su lugar para tomarlas pero antes de siquiera rozarlas, Lenick las quito de su camino.

—No tan rápido amor, primero tienes que cumplir con unas pequeñas órdenes—Lenick sonreía victorioso por la reacción de la chica.

—Sea lo que sea no lo aceptaré, pierdes tu tiempo—ella no aceptaría sus órdenes, ni a su papá le hacía caso menos a él.

Lenick solto una pequeña carcajada y se cruzó de brazos mirándola fijamente.

—Aun no te digo cuáles son... Quiero que con tu brujería mates a Guido de Lusignan.

Amira quedó pasmado por tal comentario, ¿Qué diablos? ¿Acaso este muchacho no quería a su tío?

—Tranquila, nadie se enterará. De eso me encargo yo, tienes el camino libre... Pero eso no será lo único que harás, con el tiempo te iré diciendo que más debes hacer—sonaban cada vez más y más serías sus palabras, su expresión realmente dejaba ver que no bromeaba para nada.

—No soy ninguna bruja y mucho menos una asesina, ¿Es que acaso no lo pueden entender?—dijo Amira ya al borde de la desesperación.

—Suponiendo que no seas una bruja, pero ¿Sabes de medicina, no? Alguna forma debes de conocer para matar alguien sin que se enteren—dijo Lenick completamente seguro de sus palabras.

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⏰ Última actualización: Sep 04 ⏰

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