— ¡No quiero irme! ¿Abandonar Buenos Aires no fue suficiente? —dije entre lágrimas.
— Hija, en verdad intentamos evitarlo, pero ya conocés las noticias...
— Mamá, no me vengas con eso otra vez. Ni siquiera sabemos qué está haciendo su gente.
— Pero yo sí lo sé. Están en su auge otra vez, y eso solo significa una cosa: que intentan traerlo de vuelta.
— ¿Y por qué soy yo la que tiene que irse? ¿No fue suficiente con dejar Buenos Aires? ¿Ahora también tengo que irme de América? Mamá, por favor —repliqué con sarcasmo—. Esa gente no tiene nada que ver con nosotros. Ni siquiera compartimos costumbres, y ni hablar del idioma... No lo sé, estoy harta.
— Angie... —papá siempre me llamaba así, y, aunque ya era mayor, seguía gustándome que lo hiciera—. Fueron órdenes directas de tu tío Barty, no creo que estés en posición de negarte —dijo con tono firme—. No después de lo mucho que él te ayudó... Bueno, nos ayudó.
— ¿Ayudarme? Fue mamá quien manipuló la memoria de todos.
— Sí, pero fue tu tío quien se encargó de que no te convirtieras en la prisionera más joven de Azkaban, ¿te olvidaste? —intervino mi madre con sarcasmo—. Entiendo que no te haya gustado la condena que recibiste, pero era eso o terminarías en esa prisión por quién sabe cuánto tiempo. En verdad no queremos que te vayas y entendemos que sea difícil, pero ellos ya saben que estás acá. Van a buscarte, y no deberías arriesgar tu vida... Ni la nuestra.
— Todo esto fue por intentar salvar una vida... Me parece irónico que ahora tenga que mantenerme al margen para salvar gente —murmuré, dejando escapar una risa amarga—. Pero entiendo que no tengo opción.
— No, no la tenés —afirmó mamá—. De hecho, tu avión sale mañana a las diez.
— ¡¿Qué?! —exclamé, realmente sorprendida—. ¿Ya tenían el pasaje antes siquiera de preguntarme si estaba de acuerdo? Esto es increíble...
— Angie, creo que no estás entendiendo la gravedad del asunto.
— Sí, la entiendo, pero eso no lo hace justo. Yo no elegí esto... Pero está bien —suspiré, resignada—. Por lo menos, ¿puedo despedirme de João?
— No veo por qué no, pero no le digas el verdadero motivo. Castelobruxo tiene muchos programas de intercambio con Hogwarts, podrías decirle que es por eso, ¿no te parece? —Papá sonrió como si no me estuviera pidiendo que mintiera—. Además, así lo mantendrás a salvo.
— Bien... Bueno, voy a llamarlo antes de dormir y a preparar mis cosas.
Subí al primer piso, donde estaba mi habitación. Mi vieja habitación...
Estaba en casa con mis padres porque era invierno y teníamos dos semanas de vacaciones. En Brasil, el invierno nunca es tal, siempre es cálido o, al menos, no tan frío como lo había sido Buenos Aires últimamente.
¿Debía llevarme toda mi ropa? Supongo que sí, teniendo en cuenta que en Europa en este momento es verano y están de vacaciones...
Abrí el armario, saqué mis maletas y, con un suspiro, me dispuse a hacer un hechizo mental para que todo se ordenara y se guardara solo. Dios... Cómo odio decir "hechizo" y todo aquello que tenga que ver con la magia. ¿Qué culpa tengo yo de que mis antepasados hayan sido perseguidos durante la inquisición? Yo no elegí esto, no elegí cargar con estos genes llenos de odio y deseos de venganza.
En fin... Mientras las maletas se llenaban solas, tomé mi teléfono y llamé a João. No tenía tiempo que perder. En menos de doce horas, estaría subiéndome a un avión.
Doce horas...
— ¿Angie? —dijo él, sonriendo. Siempre me llamaba así. Además de mi padre, era el único al que le permitía hacerlo.
— ¿Cómo estás? Espero no haberte despertado.
— Para nada, aunque si así fuera, tampoco me molestaría. Siempre es bueno escucharte.
João y yo habíamos sido amigos desde que empezamos en Castelobruxo. Teníamos un sentido del humor parecido, nos gustaban las mismas cosas y compartíamos muchas similitudes. Ambos veníamos de familias de brujos, éramos hijos únicos, nos encantaba la música, el invierno, la Navidad, la playa... También pertenecíamos a la misma casa, por lo que pasábamos juntos la mayor parte del día.
Nos gustábamos. Nunca lo habíamos dicho en voz alta, pero era un secreto a voces. Ni siquiera nos habíamos tomado de la mano, mucho menos besado, pero ambos lo sabíamos.
— No sé qué tan bueno sea esto, pero te llamo para despedirme...
— ¿Despedirte? ¿Dejarás la escuela? —rió—. Nunca pensé que te animarías.
— ¡No! Bueno... más o menos —dije en voz baja—. Me voy de intercambio a Hogwarts.
Silencio.
— ¿De verdad? ¿Cuándo? ¿Por qué no me lo dijiste antes?
— Porque... —titubeé, dándome cuenta de que no había pensado bien en la mentira—. Fue algo entre mi madre y Hogwarts. Según ella, es una sorpresa por mis quince años, pero yo no estoy muy feliz. No me gustan las sorpresas... Y menos las que implican viajar.
Más silencio.
— João, por favor, no me hagas esto. No lo hagas más difícil —admito que lo dije molesta, rodando los ojos, pero ¿podía alguien culparme? No esperaba que se alegrara, pero... ¿que no dijera nada en absoluto?
— ¿Yo lo estoy haciendo difícil? —respondió, serio—. Simplemente estoy en silencio porque no sé qué decirte. No te entiendo, Ángeles.
Ouch.
Mi nombre completo dolió más de lo que esperaba.— ¿Hace cuánto sabías esto?
— Me acabo de enterar.
— ¿Y cuándo te vas?
— Mañana a las diez...
Silencio otra vez.
— Bueno... Te deseo suerte, no sé qué más decir.
— ¿En serio vas a despedirte así? ¿Qué es lo que no te gusta?
— Siento que hay algo que no me estás diciendo. Te conozco, y sé que no harías algo así de un momento a otro.
— Te estoy diciendo que fue mi madre quien lo decidió. Ya sabes cómo es... João, en serio, no quiero irme. Y si pensás que sí quiero, entonces no me conocés tanto como creías.
— Pues debe ser que no te conozco lo suficiente.
— No hablás en serio...
— Adiós, Ángeles —me interrumpió—. Buena suerte. Lo lamento.
Colgó.
Silencio.
Las maletas ya estaban listas.
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Un millón de razones ⌇ Draco Malfoy
Fanfiction- ¿Aún después de lo que te hice? - Sí, Draco... Aún después de lo que me hiciste. Ángeles va desde Castelobruxo a Hogwarts con dos advertencias: tener cuidado y mantenerse alejada de los Malfoy, después de todo, su madre, Amelia Crouch, la hermana...