From The Ruins - BKDK

01

Las nubes de ceniza oscurecían el cielo. Ciudad Musutafu, antes vibrante y llena de vida, ahora estaba sumida en el caos. Las calles estaban desiertas y mugrientas. Izuku Midoriya caminaba lentamente entre los escombros, con su mochila desgastada colgando de un hombro y la respiración entrecortada por el humo en el aire. Tapaba su boca y nariz con un pañuelo.

El mundo se estaba desmoronando, pero Izuku no podía dejarse llevar por la desesperanza. Tenía que conseguir provisiones rápido. Su último grupo, con el que había compartido los últimos meses, fue atacado por los zombis. Izuku quedó solo, siendo el único sobreviviente.

Su objetivo primordial era conseguir comida. Tenía algunos alimentos que había conseguido en el campamento anterior, pero necesitaba medicamentos, gasas, agua oxigenada, alcohol... cualquier cosa que sirviera para tratar heridas.

Mientras avanzaba por una calle destrozada, un sonido cercano lo hizo detenerse en seco. Giró, pero no encontró a nadie. Aceleró el paso y entró en la primera tienda destrozada por los saqueos. Prendió su linterna y caminó sobre pedazos de vidrio roto, agachándose entre las góndolas para encontrar algo útil. Las estanterías, antes llenas de productos, ahora estaban vacías, con cucarachas caminando por allí.

Se agachó y revisó el suelo de la estantería. —Bingo...— susurró cuando encontró un frasco de agua oxigenada. Rápidamente se sacó la mochila del hombro, la dejó frente a él, abrió el bolsillo y metió la botella adentro.

—Dame la mochila —escuchó detrás de él. Sintió el frío metal de un arma tocando su nuca. Izuku cerró los ojos y soltó un suspiro. No había escuchado a nadie entrar a la tienda; seguramente el hambre estaba atrofiando sus sentidos. Había decidido comer menos para que la comida durara más, pero ahora veía que fue una decisión tonta.

—Escucha... —comenzó Izuku con calma. Podía sentir cómo el hombre detrás del arma temblaba; estaba asustado. Izuku solo tenía un hacha pequeña en su mochila.

—¡No! Dije que me des la mochila o te vuelo la cabeza —la voz temblorosa del hombre no tranquilizaba a Izuku, quien tenía que calmarlo.

—Dije que me escuches. Puedo darte una parte, y nadie volará la cabeza de nadie —el hombre negaba y seguía exigiéndole a Izuku que le entregara la mochila, amenazándolo con quitarle la vida.

Izuku sabía que el hombre mentía, probablemente no había matado a nadie, aún. Tenía suerte de haberse encontrado con un idiota cuando no tenía un arma, de lo contrario, estaría en problemas. Alterado por los gritos del hombre, Izuku rápidamente metió la mano en la mochila y sacó el hacha.

Se dio vuelta lo más rápido que pudo y apartó el cañón del rifle de su cara con la mano. Se levantó del suelo, y el hombre, sorprendido por su rapidez, solo pudo abrir los ojos y soltar un gemido ahogado cuando el filo del hacha se incrustó en su cuello. La sangre salpicó el rostro de Izuku, haciendo juego con sus pecas.

El hombre cayó al piso, luchando por respirar. Izuku lo miró desde arriba, se puso la mochila sobre el hombro y tomó el rifle del hombre.

—Me llevo esto.— le dijo Izuku mostrando el arma al hombre agonizante, quien levantaba los brazos para intentar alcanzar a Izuku, aunque se estaba ahogando en su propia sangre. Izuku apuntó al hombre con el rifle y le voló la cabeza. Al menos tenía un poco de compasión; no lo dejaría agonizando solo.

...

—¡Mami, mami, mami! —gritaba un pequeño Izuku de tres años mientras saltaba frente al televisor con su disfraz de héroe y sus pecosas mejillas rosadas-. ¡Va a comenzar el especial de All Might, mami!

Inko, que estaba en la cocina, sonrió mientras entraba al salón secándose las manos con su delantal.

—Ya estoy aquí, Izu —su madre se sentó en el sillón, y el niño se acomodó a su lado. Adoraba ver su programa favorito en los brazos de su mamá.