Cap.6

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Pov. Betty

—Armando, no le estoy pidiendo permiso; le estoy avisando que doña Marcela estará trabajando como gerente de puntos de ventas, y será quien tome las decisiones más relevantes en la empresa, mientras yo estoy de reposo.

Armando tiene ya dos día aquí en Colombia, y hace un par de horas se enteró el embarazo y de que doña Marcela se encargará de la empresa; esto ultimo fue lo que causó una reacción en él, nada positiva queda decir.

—No me parece, Beatriz, yo soy su esposo y su igual en la empresa, —dijo al tiempo que se levantó y se acercó a la barra para tomar un trago, mientras que doña Marcela me ve con algo de preocupación desde el otro sofá de la sala—. Ella no debería tener más voz ni voto que yo, no es nadie en la empresa.

—Armando, yo sigo siendo dueña de la empresa, no se le olvide, y si sumo mis acciones a las de Beatriz, tenemos la mayoría indiscutible, algo que no pasa si usted une sus acciones a las de ella, así que numéricamente soy superior a usted.

—No estoy hablando con usted, Marcela.

—No, pero estás haciendo que Beatriz se altere, así que o te calmas ahora y tratas esto como un adulto, o sales de la casa te calmas y regresas.

—¿Me está corriendo de mi casa, Marcela?

Dejó caer el vaso contra la barra y se acercó a doña Marcela, quien se levantó a enfrentarlo sin dudas en sus ojos.

—Sí, Armando, porque estás poniendo nerviosa a Beatriz, y me niego a tener que verla otra vez monitoreada en un hospital —apretó los puños y se alejó un poco de Armando, quedando su cuerpo frente a mí—. Solamente porque no eres capaz de dejar tu estúpido orgullo de macho y entender que esto es lo mejor para la empresa, para tu mujer y para tu hijo.

—¡No trates de hacerme quedar como el malo y tú como la heroína del cuento, Marcela!

—No estoy haciendo nada de eso, Armando, solo quiero lo mejor para todos los involucrados, incluso usted.

—¡Solo quiere quitarme la empresa!

—Armando —digo con la voz algo rota, no disfruto para nada esta situación, y sé que tampoco debería estar viviéndola, pues es el tipo de estrés que Lucía me pidió evitar.

—No, no me hable en ese tono como si yo estuviese mal, Beatriz. Ahora, no solo como su esposo, sino como accionista mayoritario le exijo que retire a Marcela de la gerencia.

—Y como presidenta le digo que no es posible, y como su esposa le recuerdo que nuestra relación sentimental no afecta mis acciones en la empresa.

—¡Esto tiene que ser una broma, Beatriz! —Armando se acercó más a mí; pero doña Marcela le evitó la cercanía al ponerse completamente delante de mí—. Sabe qué, Beatriz, haga lo que le de la regalada gana. —Su rostro estaba rojo y podía ver el resentimiento en sus ojos.

—Pienso hacerlo, Armando, y por eso doña Marcela se quedará al frente de Ecomoda mientras estoy de reposo y me cuido para evitar perder a nuestro hijo.

—No me espere, me quedaré en el apartamento.

Cuando escuché la puerta cerrarse de golpe pude soltar todo el aire que tenía contenido y un ligero quejido salió al final, ya que mi cabeza está que explota y ese pequeño movimiento al dejar salir el aire, me lo recordó de golpe.

—¿Está bien, Beatriz? ¿Le duele algo? ¿Puede ponerse de pie?

Y todo esa retahíla de palabras salió de la boca de doña Marcela en menos de un minuto, y casi ni respiró entre pegunta, mientras se arrodillaba para estar a mi altura, o bueno, un poco más baja que yo.

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⏰ Última actualización: Aug 22 ⏰

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El Amor Que No EsperabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora