Cap.1

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Pov. Betty

No lo puedo creer, debe ser toda una mala broma, o quizá es el destino cobrando por fin la deuda que me gané cuando fui la amante de Armando.

—Doctor, no es que dude de sus capacidades en el área; pero hace menos de un mes me coloqué la inyección de anticonceptivos que me correspondía, es imposible que esté embarazada.

—Entiendo completamente su confusión, señora Mendoza; pero aquí se puede ver claramente que está embarazada de tres semanas. Es bastante pronto en el embarazo como para que usted lo notara; pero en la ecografía que siempre hacen antes de colocar las inyecciones de anticonceptivos debieron haberlo visto; es pequeño, pero ahí está.

Me sonrojé y maldije mi apuro de hace dos semanas. Estaba tan desesperada por llegar a tiempo al almuerzo con los accionistas que pedí explícitamente que no se me hiciera la ecografía.

—Eso fue mi responsabilidad, doctor, solicité que no se me practicara ninguna ecografía.

—Ahora debe tener mucho cuidado señora Mendoza, su embarazo es de riesgo ya que su cuerpo está bajo un estrés constante a causa de su trabajo. Además, debemos realizarle algunas pruebas para saber si el medicamento anticonceptivo afectó al embrión, aunque esperaremos hasta que tenga al menos un mes y medio para eso.

—¿Es riesgoso que viaje? Tengo unas reuniones fuera del país y no puedo permitirme faltar.

—Si su salud y la retención del embarazo están en segundo lugar, por supuesto que puede viajar; pero si no es así, mi recomendación es que se quede en casa hasta que pase el primer trimestre, luego de eso podemos ir viendo.

Mi sangre estaba hirviendo, este doctor no tiene el menor derecho de juzgarme y mucho menos de hablarme de esta manera.

—No es necesario que me hable de esta manera, con solo darme su recomendación médica estaba más que perfecto. Buenas tardes.

—Agende la siguiente cita con mi asistente, señora Mendoza.

Si pudiese me reiría en su cara, está soñando si piensa que regresaré a este intento de consultorio para mi siguiente cita, si se supone que debo estar tranquila, entonces lo menos que debo hacer es ver su cara.

—No lo creo, de ahora en adelante mi embarazo lo llevará mi ginecóloga. Nuevamente, buenas tardes.

No sé qué voy a hacer ahora, un embarazo no estaba en mi plan y mucho menos uno de alto riesgo. La empresa está llegando lentamente a su punto más alto y no quiero retirarme por nada del mundo y mucho menos dejar a Armando al mando en su totalidad, es mi esposo y lo amo; pero no me siento nada segura confiándole la empresa cuando ya la perdió una vez.

Mi mente estaba en las nubes, al punto que no me di cuenta que me llevé a alguien por el medio.

—Lo siento mucho, no sé dónde tengo la cabeza.

—Bueno, creo que no se es la presidenta de una de las empresas, por no decir la empresa, más importante de Colombia, si siempre anda pensando en lo que está pasando en el momento.

—¡Doña Marcela!

—Hola, doña Beatriz Pinzón.

Suspiré cuando dijo mi apellido y no el de Armando, pues, aunque estamos casados no llevo su apellido; pero al parecer todo el mundo asume que es así.

—No me diga doña, doña Marcela, creo que ambas sabemos que no merezco tanto respeto de su parte.

—En ese caso usted puede decirme hasta de la peor manera, Beatriz, ya que hice su vida un infierno durante mucho tiempo.

El Amor Que No EsperabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora