-II-

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Aunque los primeros meses a Eijiro no le importo; solo le dio las noticias a sus padres y estos más que maravillados con el futuro heredero.

Denki técnicamente era el único de ambos que estaba feliz, era su razón para sonreír, ya que desde que llegó a ese palacio su bella sonrisa desapareció. Los empleados eran testigos de aquello.

Se cuidaba y se alimentaba bien, aunque se sentía un poco triste por la falta de interés de su esposo; sabía que este cachorro era por obligación pero aún así, Denki lo amaba sin conocerlo.

No fue hasta el cuarto mes de gestación que Eijiro empezó a preocuparse por Denki; ahora antes de irse iba a su habitación para ver que todo estuviera en orden, aunque el rubio se encontraba dormido no lo despertaba y para la noche cuando llegaba, siempre le preguntaba si ocupaba algo.

Esos pequeños detalles hacían que el corazón de Denki empezara a latir de ¿amor? Posiblemente, desde el inicio aquel alfa nunca le pareció feo, aceptaba que era atractivo.

Pero, en el fondo de su corazón sabía que ese sentimiento no era correspondido, ya que, para Eijiro la única que tenía su corazón era aquella omega, Mina. Al final supo su nombre porque escuchaba a sus empleados hablar sobre el tema.

Estaba por el séptimo mes de gestación y se encontraba recargado en la cabecera su cama mientras leía un libro, era su única distracción para no aburrirse; ahora no podía moverse mucho por el tamaño de su barriga.

En ese momento Eijiro abrió la puerta colgando su saco a un lado, se acercó a Denki quien al notarlo dejó su libro sobre el buró que tenía cerca. El pelirrojo colocó su oreja en la barriga del omega sin dejar caer todo su peso.

—Hola cachorro, ¿puedes oírme?—dijo con su tono serio, esperaba alguna reacción de su parte.

Denki solo sonrió ante la escena que presenciaba, le parecía tierno; tal vez Eijiro quería poner una barrera entre ellos, pero cada que llegaba de sus labores lo primero que hacía era verlos.

—Aunque sea una patada—inquirió. Llevó su mano libre a la cadera de Denki para acariciarla.

—Tal vez esta molesto—opinó Denki.

Eijiro soltó un suspiro y levantó la mirada para encontrarse con la de Denki.

—O tal vez tiene mi mal humor—replicó con un tono sarcástico mientras observaba con seriedad. Su mano aún reposaba en la cadera Denki siguiendo con la caricia a pesar de su aire serio y frío.

—Seguro—sonrió por hecho de que Eijiro demostrara ser cortante.

Por más que Eijiro intentara mantener su expresión sería, una pequeña sonrisa se dibujo en las comisuras de sus labios al ver la sonrisa brillante de Denki.

Volvió a mirar hacia abajo enfocándose en el vientre.

—Me preguntó a quien se parecerá más. ¿A ti o a mí?—comentó con calma dejando escapar un suspiro relajado—Espero que tenga tus ojos.

Denki llevó su mano a la altura de su cabeza para empezar a hacerle mimos.

—¿Mis ojos? Mejor como los tuyos, son más hermosos.

Eijiro se relajó al sentir su mano sobre su cabeza y cerró los ojos por un momento. Aunque quería seguir con el semblante de alguien frío, no podía cumplirlo con las caricias de Denki. Después de algunos segundos abrió los ojos para tener contacto visual.

—Tus ojos son muchos más expresivos. Los míos parecen serios y malhumorados.

—Supongo que es por todo lo que has vivido...

El Amor Que No Estaba Planeado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora