Entre verdades y mentiras

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-Si llegaste, pensé que no lo harías.- le dijo Marcus a Rossie quién horas antes le había pedido por mensaje que se vieran en el mismo lugar que aquel día.
-Claro que iba a venir, ¿si te sirvió lo que te dí?.- preguntó Rossie acercándose más a Marcus.
-Sí, toma tus libros devuelta.- contestó.
-Bueno... No hay más que hacer así que supongo que tengo que irme,fué un gusto.- dijo Rossie apunto de marcharse, pero en ese instante Marcus la sostuvo de la muñeca y le dijo:
-Sé que es algo repentino pero... Me interesas, ¿quisieras... ser mi amiga?.- preguntó muy nervioso Marcus aunque en la cara no se le notaba.
-Oh... ¿Enserio?...- preguntó asombrada Rossie.
-Sí, ¿Por qué la pregunta?.- dijo Marcus volviendo a cuestionar a Rossie.
-No, no era nada. Y sí, si quiero ser tu amiga, sería un gusto para mí.- Contestó Rossie.
Después, siguieron hablando un rato, sobre sus intereses y un poco de su vida personal. Para Rossie parecía algo nuevo y se sentía especial ya que por primera vez alguien se interesaba en ella y no ella en alguien.
Y siguieron hablando horas tras horas y Rossie de daba cuenta que tenían demasiado en común, tanto que no parecía una simple coincidencia. Obviamente el tiempo pasó tan rápido como una estación y Rossie se iba más temprano ya que tenía compromisos con alguien más.
-Ya tengo que irme Marcus, ha sido lo mejor hablar contigo, créeme. Bueno, me voy.- Dijo Rossie despidiéndose con una sonrisa de Marcus.
-¿Nos veremos de nuevo?, ¿Y pronto?.- preguntó Marcus angustiado ante Rossie.
-Claro que sí, sólo escríbeme; Adiós.- contestó Rossie y sin más, se retiró.

Mientras tanto el mejor amigo de Rossie, Coral, la esperaba en la Casa Señorial del instituto, que era un club exclusivo para alumnos destacados o los famosos "alumnos estrella".
-Tardaste demasiado, ¿En qué te metiste?, ser impuntualidad no es de tu estilo.- dijo Coral queriéndole reclamar a Rossie.
-Ayy eres un tonto y tú no entenderías. Hoy empecé a charlar con un chico maravilloso.- contestó Rossie que se le notaba ilusionada por lo ocurrido. Coral claro que estaba sospechado ya que siempre se burlaba de ella diciéndo que tenía gustos "curiositos".
Después de hablar un buen rato sobre un proyecto de ese club Rossie comenzó a contarle sobre Marcus.
-Rossie, es muy sospechoso todo lo que me cuentas y sabes muy bien que pasa cuando tomas mucha confianza en corto tiempo y te enamoras muy rápido. Recuerda: "lo que rápido inicia, rápido termina".- le dijo Coral intentando hacerla reflexionar.
-No lo sé, pero siento que él es el indicado.- seguía idealizando Rossie.
-Sólo no confíes tanto, pero luego no me digas que no te dije.- aclaró Coral.
Ellos siguieron hablando y al hacerse tarde fueron hacia la salida dónde sospechosamente Marcus esperaba a Rossie y enseguida se acercó a ella.
-Oye Rossie, hace un rato tu broche cayó de tu bolso y vine a devolvértelo.- dijo Marcus y tomó su bolso para abrochárselo.
- Pero-, ¿y tú cómo sabes que pertenezco a este club y a que hora salgo?, si... No recuerdo haberlo mencionado...- dijo Rossie desconcertada de la situación mientras Coral miraba a Marcus con una cara de desaprobación.
-Ohh pues... Te vi entrar una vez en un miércoles, y creí que estabas aquí por que, hoy es miércoles.- contestó Marcus junto a una risa nerviosa. -Bueno tengo que irme, es tarde y mi habitación está del otro lado del castillo.- dijo Marcus que se notaba apresurado.
-Ohh pero, ¿No tú me dijiste que estabas en esta área del instituto?, por que esa parte es para... Ya sabes, "ellos".- cuestionó de nuevo Rossie.
-¿Enserio?, pues discúlpame, tengo que irme.- respondió y se fué desesperado a su habitación que estaba del otro lado del gran castillo.
-Ya ves, te dije que no era de confiar.- le susurró disimuladamente Coral a Rossie y ella le pateó una pierna y se despidió disgustada.

Pasaron los días y Marcus se acercaba cada vez más a ella hasta hacerse inseparable, también los eventos por "coincidencia" aumentaban y eso hacía sospechar a Rossie y los que la rodeaban. Y aún más sospechoso fué que su acosador dejó de vigilarla y quién ahora tenía detrás era a Marcus. Claro que los rumores brotaron cómo un nido infestado de hormigas, pero más eran los rumores que advertían a Rossie sobre Marcus, era muy constante escuchar cosas sobre él qué nunca Marcus le había contado o que él negaba rotundamente y aunque habían pruebas sólidas Marcus lograba cegar a Rossie de todo eso, y cada vez se enamoraban más.
Rossie nunca podía ir a verlo en su zona ya que no lo tenía permitido, siempre era Marcus el que iba a ella, él se encargaba de que no lleguen más rumores a ella y tener toda su confianza que de hecho no le costó mucho ganar.
Pero Rossie se había percatado de algo:
Marcus contaba cosas que no eran ciertas, o la misma historia sólo que de otra manera o si no, contaba cosas que después negaba.
Eso la preocupaba, no sabía que creer.

Marcus estaba cada día más desesperado por tenerla, quería adueñarse de ella cómo dé lugar. Todos los días él se miraba cómo un enfermo a su gran mural de fotos repletas de Rossie y se imaginaba todo lo que podía hacer de ella.
Él era un enfermo y Rossie una tonta.
Cómo Marcus estaba tan desesperado hizo un hechizo con unas galletas que funcionarían fácilmente en ella. Las preparó con delicadeza, conjuró el hechizo necesario, horneó, decoró y empaqueto las galletas. Marcus sabía muy bien que su plan no fallaría, de algún modo u otro, Rossie sería suya. Y así será, ella caería...

El flagelo de las orquídeasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora