Sin criterios

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-Te quedarás conmigo por siempre... ¿No es así?...-  preguntó Marcus a Rossie después de hacer el amor. No era un buen momento para preguntar eso.
-Sí, me quedaré contigo por siempre.- respondió.
-¿Aún que sea inestable?.- volvió a preguntar Marcus.
-Ya te dije. Siempre te amaré.- volvió a responderle Rossie. Ella estaba cansada.

Llegó el incio de la primavera. Era la segunda junto a Marcus... Dos años de relación pasaron volando. Rossie no podía creerlo, normalmente sus relaciones no duraban.

Marcus desde hace un buen tiempo se le notaba diferente. Volvió a ser ese dulce, atento y amoroso Marcus del que Rossie se enamoró. Ella le creía todo y volvía a caer cada vez más en sus encantos. Rossie estaba aún más perdida en él cómo para alejarse de quién sea mientras él se lo ordenase.
Marcus le recordaba lo tanto que la amaba y era cariñoso, cosa que ya no era usual en él y a Rossie le encantaba. Ella suponía que era parte de alguno de sus sádicos planes pero... A ella no le importaba. Ella le creía, creía que era el hombre más bueno, si él le decía que la luna era de queso podía creerlo. Para Rossie le daba igual si le mentía o la dañaba. Siempre encontraba algo para justificarlo.

"Esa es su manera de amar"
"Hice algo mal"
"Sufrió mucho de pequeño"
"Sólo necesita más amor"
"Yo sé que me ama, sólo tuvo un mal día"
"Sólo debo de entenderlo"

Todo eso era lo que salía de la boca de Rossie. Y Firia estaba harta de escuchar eso todos los días y cada que le advertía sobre él. Y Firia estaba más de consiente sobre todos los abusos que ella había y ha pasado. Ese monstruo se esconde bajo la piel de un cordero.
Firia buscaba un antídoto para que Rossie deje de sufrir y Marcus uno para contrarrestarlo.

Rossie cumplía años y esa misma mañana Marcus decidió no amanecer con ella. Eso la puso muy nerviosa.
No pudo verlo en toda la mañana. A ella le llegaban miles y miles de regalos y felicitaciones, aveces, de personas que ella ni siquiera conocía. Rossie estaba afuera del castillo pues tenía el permiso de ir a ver a su familia. Ella al estar ahí tuvo una corta cena ya que su madre estaba triste y nostálgica. Cosa que irritaba a su padre y empezaron a discutir. Rossie se retiró, se despidió de su hermana y volvió al Instituto.
Ella había tenido aún peores cumpleaños y no sabía que podía empeorarlo o... Mejorarlo.
Al volver, algo desanimada y caminar hasta su habitación y entrar vió un gran pastel y enorme ramo de flores y regalos. Marcus la sorprendió abrazándola por detrás.
-¡Feliz cumpleaños!.- exclamó Marcus. -Me estuve peleando todo el día por que se equivocaron con una fecha... Perdón si no estuve contigo.- dijo Marcus.
-Esto es muy... Lindo Marcus.- respondió Rossie entre lágrimas y enseguida lo abrazó para consolarse. Ella pensó que nada mejoraría pero al menos él pudo cambiar algo una vez.

Rossie recibió una invitación del baile real que organizaba su familia. Obviamente, Marcus no estaba invitado así que Rossie tuvo que irse sola. Esa noche Marcus las veía preciosa, y no podía soportar el hecho de estar lejos de ella. Así que decidió infiltrarse y poder vigilarla. Y lo hizo. Rossie al llegar fué recibida y la mirada de todos la atormentaba. Y mucho más al darse cuenta de que el duque de Carnation, la seguía con la mirada. Ella al ser obligada al formar parte del grupito de señoritas de la élite fué envidiada por esa situación que ella repugnaba.

No fué hasta que se cansó de mantener su sonrisa falsa que se retiró del lugar hasta dónde no llegaba la gente. Además de Marcus tras ella estaba el duque de Carnation. Él la persiguió y acorraló
-Hola hermosa. ¿Que hace una chica tan preciosa cómo tú en un lugar tan sólo cómo este?.- preguntó tratando de seducir a Rossie cosa que era imposible.
-A usted no le incumbe.- respondió Rossie evadiendo toda clase de preguntas. Ese hombre persistía en provocarla y no lograba así que decidió ponerse agresivo.
-Yo puedo hacerte sentir bien chiquita.- dijo el hombre tocándola indebidamente. Mientras que Rossie forcejeaba para defenderse Marcus salió desde las sombras y empujó a ese hombre dándole una golpiza.
-Si te atreves a decir algo. Olvídate de tu clase social.- amenazó Marcus al duque quién asintió y se echó a correr.
Rossie estaba en una mezcla de miedo, shock y estrés. Ella estaba mareada del susto y tenía ganas de vomitar. Rossie cayó en los brazos de Marcus quien la cargó y se la llevó al carruaje para volver al Instituto, y fué ahí dónde se dió cuenta de:
1. Lo sucio y perverso que pueden ser las personas de la alta sociedad.
2. No puede dejar sola a Rossie por que puede sucederle cualquier cosa.

Rossie estaba profundamente dormida, él le dió un beso y durmió abrazado a ella.
Marcus estaba más que seguro de que nadie vió algo pero... La madre de Rossie al sentirse mal y salir por aire vió todo.

-¿Qué hacías ahí?.- Preguntó Rossie apenas se levantó.
-Que bonita forma de dar los buenos días.- respondió Marcus.
-¿Qué hacías ahí?.- volvió a preguntar Rossie.
-Sólo quería... Asegurarme de tu bienestar mi vida.- Respondió.
-Me salvaste Marcus.- dijo Rossie lagrimeando.
-Yo siempre estaré ahi.- dijo Marcus besando a Rossie; ella se sintió protegida, amada.

Marcus había cambiado, eso parece... Pero... Algo estaba mal... Algo no cuadraba. No iba a durar demasiado, él realmente no había cambiado, eso era un hecho.
Talvez él sólo quiere, hacer de su corazón un magnicidio...

El flagelo de las orquídeasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora