ep. 07

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Cuando llegaron al lago, Minji dejó las luces de la furgoneta encendidas en dirección a la orilla y aparcó lo más cerca posible de ésta. Sin esperar a ver lo que hacía Haerin, se quitó toda la ropa excepto la interna y salió corriendo hasta zambullirse de cabeza en el agua.

Haerin, por su parte, se quitó la ropa lentamente, doblándola en el asiento delantero, hasta quedarse en ropa interior y probar despacio el agua con un pie antes de retirarse y comentar.

—¡Dios, está helada!

—¡No me seas gallina! —retó Minji antes de darse la vuelta y verla en ropa interior.

Luego quedó muda.

Haerin llevaba un conjunto de ropa interior de encaje negro. El sujetador realzaba sus pechos, que estaban a punto de desbordarse mientras el frío excitaba sus duros pezones destacándolos a través de la tela.

En esos momentos a Minji se le hizo la boca agua por las ganas que tenía de volver a probar el sabor de su cuerpo, pero se contuvo y siguió observando la gran tentación que se hallaba al alcance de su mano. Sus braguitas también eran de encaje, no un tanga, sino un culotte de lo más sexy que se ajustaba maravillosamente a su lindo trasero.

Y mientras ella se introducía poco a poco en el agua mojando su exuberante cuerpo, Minji hacía lo posible por evitar abalanzarse sobre ella, con una erección que era insensible al agua helada y que se hacía más grande a cada paso que daba Haerin hacia ella.

Minji se alejó nadando como una loca cuando ella estuvo a su lado, para evitar la tentación.
«¿Quién demonios se cree? ¿Flipper?», pensó Haerin mientras nadaba despacio disfrutando
del agua y flotando plácidamente boca arriba con el cuerpo relajado. En ese momento vio por el rabillo del ojo como Minji se hundía una y otra vez y nadaba con dificultad; se acercó a ella segura de que necesitaba su ayuda, pero cada vez que se acercaba ella se alejaba, hundiéndose más en el agua.

—¡Te quieres estar quieta idiota, que te vas a ahogar! —gritó finalmente Haerin enfadada, y Minji reaccionó dejándola hacer.

Cuando llegaron a la orilla, Haerin la ayudó a tumbarse sobre una toalla que había colocado en el suelo.

—Un calambre —comentó Minji dolorida mientras se agarraba la pierna.

—Deja que te dé un masaje —propuso Haerin a la vez que acariciaba dulcemente su pierna
dolorida.

—No creo que sea la mejor idea —explicó Minji, pero seguidamente se tumbó en la toalla.

Haerin masajeó con delicadeza su pierna dolorida haciéndole recuperar la sensibilidad, pero mientras aliviaba el dolor de su pierna también avivaba el de otro de sus miembros que a cada momento que pasaba estaba más caliente y duro. Así que, sin molestarse en explicarle el efecto que causaban en ella sus caricias, Minji la apartó bruscamente de sí.

—Ya vale, la pierna está mejor.

—¡Pero qué narices te pasa! —gritó Doña Perfecta enfadada, preparándose para llevar a cabo una de sus regañinas—. ¡En el agua por poco te ahogas, y aquí intento ayudarte y me apartas como si fuera la peste! Debes estar mal de la cabeza…

No lo aguantó más, verla allí riñéndole con los brazos sobre la cintura, y el gesto fruncido,
mientras miles de gotitas de agua acariciaban su dulce cuerpo cubierto únicamente por un escueto conjunto de ropa interior... Eso la llevó directo a la locura, y Minji finalmente acalló sus palabras cogiéndola entre sus brazos y besando sus labios con la ardiente pasión que latía en su interior impidiéndole emitir sonido alguno que no fueran los gemidos ardientes que no tardaron de salir de su boca.

mpsa ; catnipz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora