Todo Incheon esperaba con nerviosismo el momento en el que la novia entrara en el templo.
A pesar de que la boda hasta ahora parecía marchar sin contratiempo alguno, los vecinos del pueblo aún hacían apuestas sobre si Haerin terminaría por casarse con Sunghoon o si huiría antes de llegar a pronunciar el «sí, quiero».
La iglesia estaba llena a rebosar; no sólo habían asistido al evento los familiares de ambos contrayentes, sino que todos y cada uno de los habitantes del pequeño pueblo esperaban con impaciencia presenciar el rito del matrimonio, ya fuera dentro o fuera del recinto.
La mitad de los presentes opinaba que Haerin sería raptada por Minji en mitad de la ceremonia, la otra mitad, que Haerin no llegaría a entrar en la iglesia. Solamente unos pocos osaban comentar que Haerin finalizaría la boda, casándose con el perfecto Park Sunghoon.
Todo estaba listo: la iglesia estaba esplendorosa por los adornos florales de delicadas rosas blancas. Lazos de seda de color nieve engalanaban los asientos de los invitados y una gran alfombra roja indicaba a los novios el camino hasta el altar.
El novio aguardaba pacientemente junto al altar; las damas de honor y sus acompañantes ya habían sido colocados en su lugar; la madrina permanecía al lado del novio y únicamente faltaba la imprescindible presencia de Kang Haerin y su padre.
La pequeña orquesta de música clásica comenzó a tocar y los niños del coro entonaron una hermosa canción. Las puertas se abrieron y Haerin irrumpió de una forma atolondrada y desorientada.
Antes de que la novia comenzara a caminar hacia su futuro, una niña de unos cuatro años esparció pétalos de rosas lentamente por el camino. Haerin agarraba con fuerza el brazo de su padre mientras, absorta en sus pensamientos, continuaba preguntando por Minji sin prestar ninguna atención a lo que ocurría a su alrededor.
—¿Por qué se va, papá? —quiso saber Haerin, confusa.
—Porque no quiere ver como haces tu vida con alguien que no sea ella —contestó murmurando el señor Kang.
—Pero el pueblo es lo suficientemente grande para las dos...
—Cielo, si tu madre me dejara por otro y yo tuviera que ver día a día cómo rehace su vida junto a él, no podría soportarlo. Creo que Minji muy fuerte, pero todos tenemos un límite, y
ese límite para Minji eres tú.—Pero no puede irse... —manifestó Haerin.
—Bueno, cariño, ahora lo que tienes que pensar es en tu futuro —indicó Kang Yoongi ayudándola a caminar despacio hacia Park Sunghoon.
Mientras Haerin se acercaba cada vez más a su novio, el dinero iba cambiando de manos a lo
largo del enorme pasillo, pero alguna que otra persona se negó a pagar hasta presenciar el final de la hermosa ceremonia.El pasillo se me hacía larguísimo.
Con cada paso que daba parecía alejarme más de mi destino en lugar de acercarme a él, y eso no me asustaba: no estaba impaciente por llegar junto a Sunghoon ni por decir el consabido «sí, quiero» ni por comenzar una vida junto a él.
No estaba deseosa de que terminara mi boda para que todos me comenzaran a llamar señora Park. No sentía esos nervios previos a un casamiento que hacen imposible mantenerse serenas a las futuras esposas, pero sí que tenía todas las dudas del mundo cuando miraba a mi futuro marido.
Eso me hizo reflexionar sobre si verdaderamente él era el adecuado.
¿Por qué ahora, justo antes de que mi precioso sueño de la infancia se llevara a cabo, me daba
cuenta de que eso no era en el fondo lo que yo deseaba?
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mpsa ; catnipz
RandomKang Haerin y Kim Minji se declararon la guerra desde pequeñas. En cuanto se conocieron se convirtieron en acérrimas enemigas, pues Haerin es "Doña Perfecta" y Minji una niña un tanto salvaje. Pero ¿qué ocurre cuando las niñas crecen y Minji se da c...