Capítulo 02

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Bélgica-Puerto Zeebrugge 28 de agosto de 1940

Los vientos eran espesos y la marea ruidosa. Un fuerte olor azufre y mariscos invadió su respingada nariz, obligándolo a arrugarla, no era un olor muy agradable, sin embargo, lograba ver como su querido amigo disfrutaba de tal aroma, mientras sacaba parte de su rostro del barco

Tal vez, era un olor muy nostálgico para el pelinegro, un olor que lograba llevarlo de nuevo a sus orígenes

Corea no contaba con aquel tipo de olores, ni siquiera en la misma costa del mar en el puerto, era muy diferente

—Yoongi, ven— llamó el de hebras azabaches, dejando de apoyar sus manos en la madera del soporte— Estamos entrando al puerto de Zeebrugge— comentó con energía, dejando su lugar, buscando al pálido, atrayéndolo al soporte del barco, donde se encontró con anterioridad

—No me empuje— se aferró a la madera, sin poder evitar bajar su mirada al mar que era golpeado por el metal del barco

Era inevitable para él no pensar en lo peor, no quería caer y morir de aquella manera, sería denigrante ser consumido por el océano. Prefería mil veces morir a base de sus propias manos o corazón

Morir...Aquello era una opción muy aferrada a su vida en ese momento ¿No?

Un quejido escapó de sus delgados labios, mientras una de sus manos era llevada a su pecho, sintiendo el ligero dolor en su corazón, un dolor tan tortuoso que lo condujo a morder con fuerza sus labios; Era como la misma asfixia y juraba lograr escuchar sus latidos chocar contra su oído

Como si su corazón no parará de latir contra su oído, demostrando su agonía y miseria

— ¿Yoongi? — preguntó el pelinegro, dirigiendo su mirada hacia el mayor— ¿Te sientes bien? — se apresuró a preguntar al ver a su amigo sostenerse con fuerza de uno de sus brazos— ¿Te duele?

—Solo un poco— minimizo, regulando un poco su respiración— Estoy bien

—¿Seguro? — Volvió a preguntar, poco convencido, mirando la manera en la que Yoongi lo soltaba, sonriendo con sus labios fuertemente cerrados

—Solo fue una presión— dijo, girando un poco su cuerpo, apoyando completamente sus brazos a la madera— Lamento el preocuparte

—¡Hemos llegado Papá! — interrumpió el grito de una pequeña niña corriendo a los brazos de su padre, siendo observada por la cálida mirada del chico de ojos rasgados— ¡Hallo mama! (Hola mamá) — Exclamó, alzando su mano al cielo, saludando a aquellos que se encontraban en el puerto

—¡Hallo! — saludaron personas al unísono desde el barco

Su cultura era extraña, era tan distinta...

Yin YangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora