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— ¡Kate, es lunes! ¡Se te va a hacer tarde! — Las sábanas han creado un calor demasiado confortable para salir de entre ellas, no quiero levantarme, solo un ratito más...como siempre digo cada día que toca clase, pero cojo la fuerza de voluntad que me queda en las mañanas y me levanto extrañando ya la comodidad. Voy hacia el baño, pero me detengo porque recuerdo que tengo que coger la ropa.

Me dirijo hacia el armario pero antes de abrirlo y comenzar a rebujar entre todas las prendas, veo por él rabillo del ojo algo apoyado en la cómoda. Y por muy extraño que me parezca, está la ropa de hoy preparada. Me acerco a cogerla y una vez en mis manos observo lo bien doblaba que está, aunque no recuerdo haberlo hecho, pues yo y el orden no somos los mejores amigos. No obstante, tampoco recuerdo haber puesto la ropa ahí, de hecho, no recuerdo nada de lo que hice ayer. Es como si me hubiera saltado el día y hubiera dejado de existir, pero sé que pasó, porque recuerdo pasar la mañana en la habitación y almorzar con mis padres, hablar con ellos sobre mi castigo y...nada más, solo me queda un recuerdo borroso que sé que recordaba, pero ahora es como si lo hubiera arrancad y dejado el vacío en medio de mi mente. 

— Cariño, ¿estás despierta? - Mi madre se asoma por la puerta y le contesto aun mirando la ropa de lo más extrañada:

— Eh...si-si ya mismo me preparo. 

— Vale, oye, ¿estás bien? —Me giro rápido como para mirarla a los ojos asiento con una leve sonrisa. Se va sin creerme del todo y cierra de nuevo la puerta. 

Voy la baño y me recojo el pelo en un moño despeinado para lavarme la cara. Jabón, agua...levanto la vista para comenzar a enjabonarme...¡¿pero, que narices!? Por el reflejo del espejo me veo, y entre tanto, también veo sangre en la punta de las mangas de mi camiseta. Me seco cara y cuando levanto un poco las mangas, solo me duelen cuando ni siquiera antes me dolía antes de ver las heridas. Tengo sangre seca por casi toda la zona, también rasguños, magulladuras y heridas aún abiertas que me escuecen bastante. 

No sé que narices está pasando, ni tampoco que ocurrió que ayer; preparé la ropa sin tan siquiera recordarlo, no recuerdo nada de la tarde de ayer, y para mejorar la situación, tengo las muñecas reventadas como si hubiera estado amarrada. 

Cuando ya estoy lista, busco en todos los armarios del baño para encontrar algo que me sirva de curiosidad al ardor que siento en las muñecas y por suerte, alguna banda para tapármelas. Bajo la manga de mi chaqueta me hecho un líquido desinfectante que casi me hace gritar cuando veo las burbujas formándose entre las heridas abiertas. 

— Joder, como arde...— Mientras muerdo mi lengua haciendo algo más soportable el dolor, me voy envolviendo una banda que encontré casi acabada, pero me da suficiente como para las dos muñecas. Una vez hecho, bajo las mangas de mi chaqueta todo lo posible y me añado un par de pulseras. Espero que nadie lo note.

— ¡Katherine Framon, se te va a hacer tarde, espabila! — Mi madre ya se está cabreando, odia que llegue tarde. Aí que mejor evitar algún problema hoy y hacerle caso. 

Mi padre me deja en el instituto, me despido y voy junto con Lexi y Penny

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Mi padre me deja en el instituto, me despido y voy junto con Lexi y Penny.

— Holaaa.— Jasmine me abraza y rozo su mochila ligeramente con mis muñecas y realmente me retuerce un poco. 

— Hola. — La sequedad es mi tono de voz es demasiado obvio. 

— ¿Y esa cara? ¿es que tus padres todavía te tienen castigada?— Me pregunta Lexi.

— E-eh no, no que va. Es olor ue...bueno, me he despertado con el pie izquierdo. — sienten muy poco, pero que nada convencidas, pro deciden dejarlo atrás. 

— Aunque si yo fuera tus padres también te hubiera castigado por hacer tremenda locura, ¡saliste en el telediario!Aún lo recuerdo: ''joven de diecisiete años desaparece esta noche por escarparse de casa'' fue todo un lío, de hecho cuando salió tu foto en la televisión casi nos da algo. Y oye eso no justifica que no eches de menos a Conrad, nosotras también, en serio, pero esa locura es demasiado, no puedes estar siempre....— Jasmine habla y habla sin detenerse y siempre hace lo mismo cuando ocurren cosas relacionadas con la muerte de mi hermano, me intenta apoyar y no lo hace con mal fondo cuando habla de ello, pero no calla y me está estresando, sumándole también el hecho de esta mañana. 

—  ¡Para! ¡sé perfectamente lo que hice, pero para ya, me estás agobiando! — Se hace el silencio entre nosotras después del grito. Puede que no lo haya dicho de la mejor manera. 

— Ah ya, lo ciento, esto...será mejor, que me vaya ya a clase. — Jasmine se va, y me siento culpable por haberla hablado así, no intentaba hacer nada malo, pero es que tiene tanta energía que a veces es demasiado hasta para mi. 

— Joder, no-no pretendía hablarle así. —Le justifico a Lexi, aunque no me ha pedido ninguna explicación, solo me mira preocupada. 

— Lo sé, pero te pasa algo y no quieres contárnoslo. — El silencio se apodera de nuevo mientras ella me abraza por un lado y nos dijimos a la clase. No pienso decirle esto a nadie, aún no, hasta que al menos yo sepa de que se trata. 

Caminamos a paso lento contándonos cosas como el divorcio de sus padres, y que se siente muy mal, me pide si puede quedarse a dormir en mi casa esta noche, porque no soporta más el mal trago y necesita tomar un pequeño respiro de discusiones. Yo, obviamente no me niego, además a mis padres no les importará, Lexi es bienvenida en casa siempre. 

Después de aquello, me cuenta sobre su serie favorita, Gossip Girl, me cuenta que a veces le gustaría sentirse como ellas, con la libertad de decir y hacer lo que quiera y cuando quiera, aunque le explico que a veces lo mejor es solo dejarse llevar y no ir siempre con el fin de llevar la contraria, porque no siempre es lo que necesitas, aunque lo parezca así. 

Entre temas serios y bromas tontas completamos nuestro camino hasta llegar a clase. — En fin, nos vemos luego. — Me da otro pequeño abrazo y tomamos nuestras manos para despedirnos antes de entrar a nuestras predeterminadas clases. Somos muy exageradas, no lo voy a discutir, pero también somos muy sentimentales y nos queremos un montón.  Hacer cosas simples como esta, son las que nos unen más. 

— Sip, espero que disfrutes tu clase con el señor Greddy.— Pone los ojos en blanco: 

— Uff, ese hombre cada día me cae peor, con su olor tan maloliente y su tono, ¿lo has oído hablar? Es para dormirse, no sé como aprobaré ciencias con él.— Sonrío y le contesto:

— Ya, digo lo mismo de la directora, que te recuerdo que es mi profesora de historia. —Aprieto los labios sonriendo aún y dice en broma:

— Vaale, tu ganas. — Después de esta mini charla, Lexi se va a su clase al otro Aldo del pasillo y yo voy a entrar junto con las varias personas que entren empujándome cada rato, por ello espero a un lado a que entren todos dejándome de molestar a choques en el hombro. 

En este momento, mientras miro al final del pasillo observo una sombra que interrumpe mi campo de visión, y son unos pies, levanto la vista muy precavidamente porque como sea ese vampiro nuevamente montar un escándalo sin vergüenza, pero a mi sorpresa, no lo es. Me mira de lejos un chico de pelo castaño y morada controladora. Manteniendo las distancias, pero controlando mis movimientos, como si no fuera la primera vez que me viera y al mismo tiempo, como si ya lo conociera. 

Algo extraño en nuestro encuentro de miradas. Mantiene su postura firme, con las manos en los bolsillos y mirada despreocupada. Con una chaqueta negra, pantalones negros, camiseta negra... en fin, ropa negra. 

Noto como la gente a mi lado termina de pasar, y ya es mi hora de entrar, pero cuando el chico se va de mi vista caminando hacia su derecha, solo tengo ganas de perseguirlo. Noto que tiene algo que debo saber. Y no sé ni yo a lo que me refiero, pero es muy misterioso, demasiado como para ser solo eso. Corro hasta donde se encontraba y miro a la izquierda con la esperanza de verle y preguntarle algo lo que sea, o tan solo mirarnos un momento más. Pero a mi sorpresa, ya no está. 

Ángelus, el despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora