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Una vez más. Una vez más que dejo que mis lágrimas caigan, una vez más que dejo que mi corazón se desboque, una vez más que dejo que Jasmine y Lexi me toquen la puerta esperando que les conteste. 

Pero solo me permito mirar al frente, ver la puerta temblar de las sacudidas de mis amigas que me escuchan sollozar, y escuchar como todo el sonido se desvanece hasta quedar solamente el pitido de mis oídos. 

Es como siempre: drásticamente doloroso. Pero esta vez hay algo más, pues parece que ahora todos va a ir de mal en peor. Estoy tan harta de ello...de sentirme tan inútil en este mundo. Ojalá pudiera hacerme la fuerte y esforzarme por seguir adelante y marcar mi vida con cosas maravillosas y éxitos grandiosos. Pero por desgracia, mi lástima me supera, no tengo nada que ganar, las metas que debo superar no me motivan lo suficiente como para dejar todo el pasado atrás como si nunca hubiera ocurrido. 

Estoy en un punto de mi vida en el que me replanteo todo, hasta mi propia vida. ¿Cómo es posible que todo me salga tan mal y no tenga ni un abismo de suerte? Tal vez esas palabras de mis abuelos eran ciertas: ''La vida es un constante esfuerzo''

— ¡Kate! ¡Responde por favor! ¿estás bien? ¿te has desmayado o algo? ¡si estás bien responde por dios!— Jasmine parece que en un santiamén empezará a llorar incluso más intensamente que yo. 

— ¡Kate, Kate ey! — Y esas palabras se repiten una y otra vez, en un tono tan alto que ya no perduro mucho más en la concentración de mis pensamientos:

— ¡Basta ya! — Se hace el silencio, tanto de voces, como de golpes en la puerta. 

— Estoy bien...— termino de decir.

— ¿Qué haces aquí Kate? Nos tienes preocupadas, últimamente parece que vives deprimida, no hablas con nosotras sobre lo que te pasa, no nos dices como te sientes, no dices nada y parece que tu corazón...pronto ya no soportará más sufrimiento. Sabes que nos tienes contigo...

Esas palabras son demasiado fáciles de decir en comparación con lo que siento. Por ello salgo, y explico como me siento, justo como me lo han pedido:

Abro la puerta y aparezco frente a ellas diciendo:

— ¡Si estáis conmigo pero no entendéis ni el cinco por ciento de como me siento! Porque no habéis perdido a vuestro hermano, no se os desmorona la vida un poco más por cada minuto que pasa, y por supuesto, estáis sanas y salvas, mientras que yo me he despertado llena de heridas, ¿y por qué? ¡Pues sorpresa, no lo recuerdo!

Pensaba ocultar mis heridas de esta mañana, las que descubrí, pero aunque no fuera aceptarlo tienen razón, llegará un momento en que mi corazón no soportara seguir aguardando todo el dolor. Debo abrirme, y contar, gritar o chillar a todo pulmón todo lo que me hace sentir mal. Porque, por más que me niegue, necesito ayuda. 

Sus caras son un una perfecta descripción de la confusión y el miedo. Pero no porque me tengan miedo a mi, sino porque le tienen miedo a lo que puedan responderme. 

— Mira, vamos a hacer una cosa, ¿vale? si, si...dejadme pensar. — Lexi se pasa las manos por la cabeza mientras le da vueltas a la cabeza pensando que hacer y al instante dice:

— Tengo una idea, vamos a terminar la clase y luego vamos a ir mi casa. Mi madre trabaja toda la noche y tendremos tiempo de hablar con privacidad, —se acerca y antes de darme un abrazo continúa: — y tú, podrás contarnos todo, porque es lo que necesitas tú y nosotras también. Así que tranquila, respira y aguanta como puedas lo que queda de día hasta esta noche. 

Ambas me dan un abrazo dándome todas las fuerzas que necesito para terminar el día. Salimos del baño y nos dirigimos a nuestras clases correspondientes. 


Narrado por Bayron:

Un vaso de whisky y para dentro sintiendo como hace fulgor toda mi garganta. Justo lo que necesitaba después de tal fracaso en mi planeado secuestro. Por el idiota de Eric. 

— Tenemos que hablar. — Hablando del rey de Roma...

Entra a la casa con su mirada tan prepotente, como si fuera el mismísimo Papa De la Iglesia. Se sienta justo frente a mi y me observa levantando su mirada, mientras que yo lo miro aún de pie, con el cabreo suficiente como para poder arrancarle la cabeza de un tirón. 

— ¿De qué, de que eres un mierda? — Pone los ojos en blanco después de soltar un pequeño suspiro hasta responderme:

— No, lo único que hice fue arreglar el delito que estabas cometiendo. —Madre mía, ha pasado del Papa a político. 

Camino dando un par de vueltas por la sala intentando aumentar mi paciencia, cuya paciencia no hace más que extinguirse. 

— Ya, claro, me olvide de que eras el grandioso presidente de los Estados Unidos, ''el delito que estabas cometiendo...''— le imito en voz burlona aunque con un fondo de ira. Lo miro fijamente detrás de su extravagante seguridad y le digo: — ¡¿pero tú te oyes Eric!?

— A ver Bayron no estoy para tus cabreos absurdos, vine para hablar contigo de tus planes de secuestro. Ya que lo que te quiero decir es: ¡no vuelvas a secuestrar a nadie, y menos a esa chica! — Ahora que se ha colocado en frente de mi...solo se intensifican las ganas de arrancarle la cabeza, pero mientras omito ese deseo solo le reto, apretando los labios y enarcando una ceja contesto:

— NO, —con toda mi cara. 

— Ya, veo que estás en tu fase rebelde, cuando se te pase el cabreo, me avisas y hablamos como dos personas decentes. — Se despide con una sacudida de mano hasta subir las escaleras, seguramente se dirige a su habitación, tal vez a pensar en esa chica, pues el muy idiota ha ido a verla, como le guste estamos jodidos. Bueno, más bien, estoy jodido. 

— Antes de que subas...quiero hacerte una pregunta hermanito, ¿qué tal está Katherine hoy?— Se desvanece hasta mi y sujeta mi cuello con fuerza, con el fin de hacerme sufrir, pero solo me provoca risa. 

Dejo el vaso de whisky sobre la mesilla de mi lado y levanto las manos en plan de indefensa, como si fuera cierto*. Aprieta más y más hasta intervenir en su atragantamiento: 

*Captad la sarcasmo.

— ¿Qué has hecho Bayron? ¡Te he dicho mío veces que...!— Le interrumpo:

— Que ¿qué?, ¿que no utilice a los humanos? Ups, se me había olvidado, además, como no lo voy a hacer si estás obsesionado con vigilar a la chica. 

— Dios, eres un idiota de manual...—Chista.

— Ya, y tú un obseso. 

— ¿Obseso? ¿es eso lo que crees? ¡solo la vigilo! ¡al contrario de ti, que obligas a la gente a vigilarme, y a saber que haces con ellos después...! 

— Ahh, por eso no te preocupes, les hice olvidar y se fueron a sus casas vivitos y coreando. — Después de soltarme con sorpresa a mi respuesta suspira con alivio. Pero el muy imbécil a picado de nuevo:

— Pufs, ¿te lo has creído? ¡obvio que no lo hice!, después de que les mandara a vigilarte, me los merendé como nunca, te lo perdiste, estaban deliciosos...

Me suelta un puñetazo a penas terminar de hablar, cuando ni siquiera le he hecho nada malo, su fin de proteger siempre a los humanos es demasiado compulsivo.  Él y sus sentimientos, siempre de por medio...hasta que algún día lo mate y todo esto acabará. 

— No vuelvas a hacer daño a nadie más, incluyendo a Katherine, esa chica nos sirve viva, no muerta. — Me recompongo después de tremendo golpe y saco mi lado desafiante nuevamente:

— ¿O qué? 

— O seré el primero en clavarte una estaca. — Siempre tan amenazante. Aunque su tono no me provoca más que una enorme y hermosa victoria.

Bien por mi, y mal por Eric, que piensa que le haré caso. 

Siempre tan ingenuo...







Ángelus, el despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora