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But you belong to me, you belong to me                                            

If it hurts to breathe, open the window

Oh, your mind wants to leave but you can't go

This is a happy house, we're happy here

                         House of balloons By The Weeknd

Lucerys

El día llego antes de lo que hubiera deseado. El aire en la fortaleza Roja estaba lleno de una quietud inquietante, una calma tensa que parece el preludio antes de la tormenta. Mi destino ya estaba sellado, grabado en piedra esto era inevitable.

Vestido con las mejores telas del reino con los colores de los Targaryen, las mismas que trate de evitar por días, no podía ignorar el peso de lo que estaba por suceder. Las manos que ajustaban su ropa no eran las mías; los sirvientes trabajan en silencio, como si supieran que esto no es un día de celebración, sino de sacrificio.

Las campanas resonaban por todo Desembarco del Rey, sus ecos anunciando el día que marcaría mi destino para siempre. Mi boda con Aemond. El cielo, limpio y claro, parecía burlarse de la tormenta que rugía en mi interior.

El salón del trono estaba decorado con una opulencia digna de un rey. Guirnaldas rojas y negras caían en cascada desde los techos altos, mientras flores exóticas perfumaban el aire, cubriendo la esencia de mi sufrimiento. Todo para aparentar una unión gloriosa. Las mesas estaban llenas de los manjares más finos de Westeros, y los invitados reían, ajenos al vacío en mi pecho. Entre las murmuraciones y las sonrisas falsas, se hablaba de una alianza fuerte entre las casas, una unión que sellaría la paz. Pero para mí, no era más que una prisión adornada de terciopelo y oro.

Caminé hacia el altar con una serenidad que no sentía, mis piernas pesadas como si estuvieran hechas de plomo. Podía sentir las miradas de todos sobre mí, esperando que sonriese, que pareciera feliz. Pero, ¿Cómo sonreír cuando estás a punto de perderte a ti mismo?

Aemond estaba allí, esperándome con esa arrogancia característica, esa expresión de triunfo en su rostro. Su mirada se clavó en mí desde el otro lado del salón, oscura y llena de esa posesión que me había jurado desde el principio. Hoy sería el día en que él me reclamara por completo.

La ceremonia continuaba, con el septón tomando el centro del salón, sus palabras resonando entre las paredes de piedra mientras recitaba las invocaciones a los Siete Dioses.

—Bajo los ojos del Padre, que juzga a todos, y de la Madre, que cuida de los pequeños y los débiles. Ante el Guerrero, que nos da fuerza en la batalla, y la Doncella, que protege la inocencia. Con la sabiduría de la Vieja, la labor del Herrero, y la sombra del Desconocido que nos aguarda a todos.

Las palabras se sentían frías y distantes para Lucerys, cada nombre de los Siete resonaba como un eco vacío en su mente, mientras luchaba contra la inevitable realidad que se desarrollaba ante él.

—Ahora, pueden sellar su unión.

Aemond no esperó. Se inclinó hacia Lucerys, y en un movimiento decidido, lo tomó por el mentón, acercándolo para el beso. El tacto de sus labios fue breve, pero dejó en Lucerys una sensación de encierro, una fría marca de posesión.

Después del beso, ambos se miraron, y aunque Lucerys apenas podía soportar la intensidad de la mirada de Aemond, el ritual debía completarse.

—Yo soy tuyo, y tú eres mío— dijo Aemond con esa voz controladora, sus ojos reflejando algo oscuro y profundo. —Sin importar lo que venga.

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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"Destino Cruel" LucemondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora