Se suponía que este tipo de cosas no debían suceder. Talvez en los libros, pero no aquí. Yo era una pro-héroe y él un villano. Todo en él gritaba desastre, pero eso no me detuvo. Nada ni nadie iba a detenerme.
Comenzó como una misión común y corriente. Nada que no pudiese manejar. Pero originalmente, Hawks había sido el asignado para completarla, pero por obras del destino yo terminé ocupando su lugar.
El plan era simple: obtener información sobre la liga de villanos y el centro de liberación. Todo iba muy bien, talvez demasiado bien. Había conseguido ganarme la confianza de todos, incluyendo la de Dabi y semanas después, logré conocer al jefe. Comencé participando casualmente en sus misiones, luego me enteré sobre sus planes más pequeños, que luego crecieron hasta ser un tema que solo Shigaraki y el resto de la liga sabían.
Esto era solo una misión.
Podría decir que todo iba muy bien si no me hubiese encariñado. Había aprendido a convivir con cada integrante y en poco tiempo ya los adoraba y tenía un vínculo muy fuerte con cada uno. Independientemente de lo mucho que me obligué a ignorar aquel sentimiento, simplemente no pude.
Twice se convirtió en mi mejor amigo en todos los aspectos posibles. Si necesitaba que alguien me animara, él era el primero en hacerme feliz con una broma, por muy aburrida que fuese. Él tenía una manera de ver más allá de los defectos de la gente y siempre encontraba oro en ellos. A veces sus abrazos sorpresa me hacían sentir como en casa. Su presencia era embriagadora y tenía una forma de contagiar su alegría.
Dabi, aunque se comportaba como un imbécil indiferente, era lo más alejado a eso. Incluso, llegué a reconocerlo como el hermano mayor del grupo. Había superado mis expectativas e incluso, podía decir que confiaba en él hasta con los ojos cerrados.
Toga era la amiga que literalmente daría la vida por un ser querido. ¿Alguien me había amenazado? Tenía que rezar para que no lo asesinaran. ¿Triste? ¿Lidiando con resentimientos? Toga siempre estaba ahí, siendo un apoyo incondicional, para bien o para mal. ¿Me sentía insegura? Era hora de un cambio de imagen, ya sea pintándome las uñas o cambiando todo mi closet.
Y luego estaba él, Tomura Shigaraki. ¿Por donde empezar? Al principio no le tenía mucho aprecio, pero con el tiempo logré simpatizar con él. No podía encontrar una razón para que no me agradara y no me importaba que fuese un criminal porque tenía una manera de amar bastante genuina. Al principio era, para ser franca, un imbécil. No importaba lo que le dijeran o dijera, él siempre me dirigía la palabra con frases hirientes o con enojo. Me preocupaba que talvez, había descubierto el por qué estaba con ellos, causándome un dolor de cabeza infernal.
