gracias.

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1984

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1984

Toda la ciudad se pintaba de un fuerte humo de rock, las damas aprovechaban a levantarse de más las polleras y los caballeros a beber exóticos tragos que les costaría pagar. El gran teatro era decorado por pósters que avisaban la llegada de Charly García al escenario; presentando un nuevo disco. La euforia de los fans se sentía, se veía en cada disquería de la esquina donde siempre atendía una persona mayor a sesenta años.

El micrófono de ese hombre dibujaba ondas sobre cada catedral de Buenos Aires, con rebeldía y lucha combatía y contagiaba adolescentes. Cantó aquella noche muchos temas, no podía parar al sentirse tan feliz. Primer concierto; un éxito.

Un saludo grande llegó al oído de cada humano, flameando dejó el escenario con una mano por los aires como una bandera de un lado a otro. Al llegar detrás de los escenarios, fuera de solo los ojos, fuera de la manada de colinas pudo darse cuenta que había hecho un buen trabajo.

Sin esperar un momento correcto Amelia se tiró a los brazos de su -ahora- hombre para encerrarlo en libertad. Irónico pero solo la verdad.

"¡Charly!" Exclamó ella, conmocionada.

"¡Amelia, corazón de melón!" Soltó una carcajada aceptando el cómodo abrazo de su mujer.

Luis, que acompañaba a Charly, pasó por detrás de ellos aplaudiendo todavía con una gran sonrisa que te alegraba cada día.

"Corazón de tiza." Murmuró humorístico, los dos rieron.

Siempre hacía guiños a sus canciones que hacían reír a más de uno. Los chicos que se adueñaban de los instrumentos en el escenario salieron y otra ola de aplausos comenzó, mientras que Amelia acomodaba los cabellos rebeldes de su amado que no paraba de moverse. La mano de Charly alrededor de su cintura todavía la hacía sonrojarse, manteniendo su mirada ocupada en otra cosa.

"Gracias, monos! Y gracias a vos, Amelia," El hombre la miró con ternura. "Sos la razón de todo."

La escena quedó clavada como una flecha de ternura en la memoria de todos, cada uno la recordaría y en unos años quizás la contarían como una anécdota. Charly en un movimiento rápido la alzó tal como un marido levantaría a su esposa llegando a la habitación para hacer el amor.

Algo así era con ella siempre.

Hacían el amor sin siquiera tocarse.

"¡Me voy a caer!" Amelia habló, insegura.

Él rodeó los ojos juguetón, ignorando lo que acababa de decir su mujer y la llevó por los pasillos mientras saludaba gente. Pedro, Fabiana, David, Celeste y otras personas más lograron verla entre los brazos de García, llegando al camerino.

Preciso abrió la puerta, riendo junto a su mujer a quién la dejó plácidamente sobre el sofá. Cerró la puerta por completo, solos en ese lugar. Comenzó a besarla, con su camisa roja picando su propia piel.

Era obvio que eso se iba a convertir en algo más que solo besos. Era imposible para ella resistirse al camino de besos que Charly dejaba por su cuello, bajando. Sólo podía soltar jadeos agudos, haciendo que el solo aumentara la fuerza.

Una mano relajada sobre su cintura, por debajo de su remera y tocando directamente su piel.

Alguien tocó la puerta.

"¿Quién mierda es?" Amargó respondió, incluso así no paró de estimular a su mujer.

"¡Pipo! ¿Venís a la fiesta?" Preguntó detrás de la puerta. "Trae a la linda de tu mujer." Lo jodió.

Sus cejas se arrugaron, enojado por aquella broma y respondió sin más.

"Más rato, ahora andate."

No supo que más decir.
No podía pensar con el amor de su vida sobre el sofá, debajo de él con ojos brillantes que mostraban lo mucho que lo necesitaba.

"Tocame." Susurró Amelia, vulgarmente.

"¿Querés que te toqué?" Charly se acercó, su caliente respiración chocando su cuello. Sus manos volvieron a adentrarse a su desnudes, jugando con el sostén que tapaba sus pechos. "¿Así?"

Apretó uno de sus pechos, ella se retorció soltando un gemido.

"Si...así." Suspiró.

Comenzó a estimular uno de ellos sobre la tela, Amelia ya estaba inquieta por algo más, necesitaba algo más aunque no podía negar que amaba la manera en la que el la tocaba, saboreando cada centímetro de su piel, tomando su tiempo, reinando su parte de adelante.

"Charly..." Otra vez soltó desde el fondo se su garganta.

Nadie los iba a escuchar, era la forma perfecta de decirle gracias. De amarla.









N.A

HOLA HERMOSAS, dios mio lo nerviosa que me pone hacer ese tipo de escenas que seguro las dejé con las ganas.

Si quieren lo sigo, pero no sé si me va a salir bien.

Las amo muchísimo!

Almendra.

Imaginas ; Charly García Donde viven las historias. Descúbrelo ahora