Capítulo 3: Bajo Presión

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6:30 a.m. - Estación 19

El amanecer comenzaba a iluminar suavemente la ciudad de Seattle, pero dentro de la Estación 19, la atmósfera era tensa y cargada. A pesar de que el turno de noche estaba a punto de terminar, la adrenalina todavía corría por las venas de los bomberos, especialmente después del incendio de la noche anterior. Maya Bishop estaba de pie en la cocina, vertiendo una taza de café negro que prometía mantenerla despierta un poco más.

Andy Herrera entró en la cocina, con su uniforme algo arrugado y su cabello alborotado por la falta de sueño. "¿No has dormido nada?" preguntó al ver las ojeras debajo de los ojos de Maya.

Maya negó con la cabeza, tomando un largo sorbo de su café. "No puedo dejar de pensar en todo lo que pasó anoche. Demasiadas cosas en las que enfocarme."

Andy arqueó una ceja, reconociendo ese tono en la voz de Maya. Sabía que su amiga solía sumergirse en sus pensamientos, especialmente después de una situación difícil. "¿Te refieres al incendio? ¿O hay algo más que te está molestando?"

Maya dejó la taza sobre la mesa y suspiró. "Es el incendio, claro, pero también es esa doctora... Carina. No puedo entender cómo alguien que debería ser cuidadosa se mete en situaciones peligrosas sin pensar en las consecuencias. Nos pone en riesgo a todos."

Andy sonrió ligeramente, conociendo a Maya lo suficiente como para saber que esto no se trataba solo del riesgo. "¿O te molesta más porque te afecta de alguna manera que no quieres admitir?"

Maya frunció el ceño, incómoda con la insinuación. "Solo me preocupa que no se dé cuenta de lo peligroso que es nuestro trabajo. Tiene que aprender a respetar los límites."

"Quizás tiene un enfoque diferente porque su trabajo también es peligroso, pero en otra forma," sugirió Andy. "Después de todo, ambas están salvando vidas."

Antes de que Maya pudiera responder, la alarma de la estación sonó, interrumpiendo la conversación y devolviendo a ambas a la realidad de su trabajo. "Vamos, Bishop. Es hora de trabajar," dijo Andy mientras ambas salían corriendo de la cocina, dejando la conversación inconclusa.

8:00 a.m. - Grey Sloan Memorial Hospital

Carina DeLuca estaba en medio de una ecografía de rutina cuando una enfermera entró apresuradamente en la sala con una expresión de urgencia. "Doctora DeLuca, acaban de llamar del servicio de emergencias. Una de las personas rescatadas del incendio anoche está en camino al hospital. Su condición ha empeorado."

Carina asintió, terminando la consulta con su paciente y asegurándose de que estaba en buenas manos antes de dirigirse al área de emergencias. "Gracias, avísame cuando lleguen," respondió con calma, aunque su mente ya estaba trabajando en la emergencia que se avecinaba.

Mientras esperaba la llegada del paciente, los eventos de la noche anterior seguían frescos en su memoria. Recordaba el caos del incendio, la intensidad de la situación y la interacción con una de las bomberas que la había desafiado de una manera que no esperaba. Carina no podía evitar sentir una mezcla de frustración e intriga hacia la mujer que, a pesar de su frialdad, parecía estar protegiendo algo más profundo.

Finalmente, el paciente llegó y Carina se enfocó completamente en su trabajo, liderando al equipo para estabilizar al hombre que había inhalado una cantidad peligrosa de humo. Aunque su mente estaba en la tarea, no podía evitar pensar en la determinación de la bombera que había rescatado a este hombre.

10:00 a.m. - Grey Sloan Memorial Hospital

Después de estabilizar al paciente, Carina decidió tomarse un breve respiro en la cafetería del hospital. Se sentó con su café, reflexionando sobre los eventos recientes. Mientras bebía, su mirada se levantó al ver una figura familiar acercarse. Era la misma bombera que había visto en el incendio, con su uniforme todavía cubierto de cenizas y una expresión de determinación en el rostro.

Maya Bishop se detuvo frente a la mesa de Carina, con los brazos cruzados y su postura siempre firme. Había venido al hospital para verificar el estado del hombre que había rescatado, cumpliendo con su deber, pero también había algo más que la impulsaba a acercarse a la doctora.

"Hola," dijo Maya, su voz controlada. "Vine a ver cómo está el hombre que sacamos del incendio anoche."

Carina asintió, reconociendo el tono profesional en la voz de Maya. "Está estable por ahora, pero su estado sigue siendo delicado. Llegaste justo a tiempo anoche."

"Gracias," respondió Maya, con una voz que mostraba más profesionalismo que emoción. "Solo estaba haciendo mi trabajo."

Carina se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos fijos en Maya. "No nos hemos presentado formalmente. Soy Carina DeLuca," dijo, extendiendo la mano.

Maya miró la mano de Carina por un momento antes de estrecharla firmemente. "Maya Bishop."

Hubo un momento de silencio mientras ambas se miraban a los ojos, reconociendo que, a pesar de sus diferencias, había algo en cada una que llamaba la atención de la otra.

"¿Por qué siempre tienes que ser tan distante?" preguntó Carina, rompiendo el silencio. "Es como si te costara mostrar un poco de calidez, incluso cuando no estás en una situación de emergencia."

Maya mantuvo su expresión seria, pero sus ojos mostraron un destello de conflicto interno. "No es que intente ser distante. Simplemente, en nuestro trabajo, las emociones pueden ser una distracción. Y no puedo permitirme distracciones."

"Entiendo que necesitas mantener el control en situaciones difíciles," respondió Carina, con un tono más suave. "Pero no todo tiene que ser tan rígido. A veces, mostrar un poco de humanidad puede marcar la diferencia."

Maya se tensó, sintiendo cómo la conversación la ponía en una posición incómoda. "He aprendido que bajar la guardia puede ser peligroso, no solo para mí, sino para los demás. Mi prioridad es mantener a todos a salvo."

Carina dejó escapar un suspiro, sintiendo que sus palabras rebotaban contra un muro invisible. "Maya, sé que llevas una gran responsabilidad sobre tus hombros, pero no tienes que cargarla sola. Permitir que alguien te apoye no te hace más débil, sino más fuerte."

Maya la miró, con una mezcla de emociones que no estaba dispuesta a explorar en ese momento. No quería admitir que Carina tenía razón, que había una parte de ella que deseaba bajar la guardia, pero el temor a lo que podría suceder la detenía. Antes de que pudiera responder, su radio emitió un pitido, recordándole que debía regresar a la estación.

"Debería irme," dijo Maya, utilizando la urgencia del trabajo como una salida. Sin embargo, antes de alejarse, su tono se suavizó ligeramente. "Cuídate, DeLuca."

Carina observó a Maya alejarse, sintiendo que el conflicto entre ellas no estaba ni cerca de resolverse. Había una chispa de algo más que simple irritación, algo que aún no podía definir. El enfrentamiento entre ellas continuaba siendo una batalla no solo de palabras, sino de voluntades, y Carina se preguntaba cuánto tiempo podría resistir Maya antes de que algo o alguien rompiera finalmente sus defensas.

11:30 a.m. - Estación 19

De vuelta en la estación, Maya se encontró nuevamente rodeada de silencio, sus pensamientos más ruidosos que nunca. La conversación con Carina se repetía en su mente, y no podía evitar preguntarse si tal vez había estado cerrando demasiado las puertas, protegiéndose de un dolor que ni siquiera sabía si era real.

Mientras se preparaba para el siguiente turno, la presión interna se acumulaba. Maya sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentar esos conflictos internos que Carina parecía despertar en ella. Pero por ahora, tenía un trabajo que hacer, y cualquier otra cosa tendría que esperar.

Sin embargo, mientras se colocaba el casco y ajustaba su equipo, no pudo evitar preguntarse cuánto tiempo más podría evitar el conflicto dentro de sí misma antes de que algo, o alguien, la obligara a confrontarlo.

Entre fuego y sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora