La tristesse du diable

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«Muerto viviente. Indigno de ser humano. Dejé por completo de ser una persona.»

Osamu Dazai


Hijo de la Duquesa Aurora de Newheaven de Llandinam, Llandinam, Gales, Reino Unido

Y Duque James de Newheaven de Llandinam, Llandinam, Gales, Reino Unido

Dos familias que arreglaron una unión por conveniencia hace tiempo atrás, mi familia se encargaba de todos los procesos mercantiles que tuvieran que ver con el puerto de New Heaven, mis predecesores aparte de ser unos aristócratas gozaban de los dominios del arte, mi querida madre al ser autoproclamada la fan numero uno de Lady D nunca falto a ninguna de las veces que ella se presentó en público, amaba con devoción todo lo que esa mujer hiciese o tocase, aparte de amar con fulgor todo lo que fuese un arte, desde la pintura, escultura, escritura, hasta esas malditas estatuas de hielo, mi padre por otro lado, devoraba libros, era un erudito y un hábil cazador, disfrutaba de salir de caza con los sabuesos y presumir sus trofeos en su estudio lleno de libros que jamás me dejaba tocar.

Una combinación poderosa sin duda, arte, guerra, devoción, pasión, conocimiento.

Muchos pensarían que al ser una familia tan apoderada y con gustos tan refinados podrían ser una familia feliz y tener la vida de ensueño.

Pues no están tan lejos de la realidad, mi madre me educo en las artes me hacía pintar, dibujar y escribir quería al artista perfecto tanto que poco le importaba que mis dedos sangraran luego de horas de estar picando hielo o por amonestarme por fallar en algún pigmento de una réplica de Monet como detestaba "Camino al jardín" era de sus favoritas así que era casi improbable que mi madre no notara una maldita imperfección, sin embargo era la más dócil entre mis padres mi padre pensaba más en formar al humano perfecto, fuerza, velocidad, resistencia, supervivencias, aun recuerdo casi morir de hipotermia cuando me hacia nadar por horas en el lago casi congelado y que aun después de tantas horas de nado si vomitaba, en vez de recibir una manta y un trato de padre preocupado, recibía una patada al estomago y si me atrevía a vomitar de nuevo seria peor, solo me miraba con desprecio, como un fallo, como algo que él jamás seria, poco le importaba si me ahogaba en ese lago oscuro congelado, "solo es un hijo, siempre se pueden hacer más" las veces que me vi tentado a huir de casa, las veces que lo hice, las veces que el castigo solo era otro día de rutina en esta vida en New Heaven.

Con el tiempo me resigne, sabía que la reina de hielo y el cazador infalible me veían más como un proyecto que como su hijo, poco a poco también me sentía inhumano, cada vez, un poco cada vez más. Con los años fui cometiendo menos errores en las replicas y las amonestaciones dolían menos, mis dedos y nudillos ya no eran tan frágiles o quizá habían perdido sensibilidad, nadaba mejor, corría mejor, incluso en la noche costaba que perdiera una presa cuando salía de caza con mi progenitor.

Mientras más pasaba, ya no buscaba huir, ahora era personal quería demostrarles a mis progenitores que no soy solo un proyecto fallido, que puedo y seria todo lo que ellos nunca pudieron y ya no necesitaba huir, con el tiempo entendí que mi vida viene acompañada de ciertas comodidades, el apellido de la casa de Newheaven venia con un pase garantizado a hacer cualquier cosa que se me placiera así.

Las autoridades prácticamente eran pagadas y patrocinadas por mi padre y la alta sociedad podía decir que se codeaba con mi madre en exposiciones si es que tenían suerte.

Nunca me intereso el arte, la política, ni siquiera la caza o mi apellido con su renombre, no sentía placer alguno.

Hasta que un día a mis quince años en clases particulares de arte, recuerdo que hasta la profesora estaba impresionado de mi cuadro, para mi era un asco, solo podía sentir a mi madre viéndome detrás del hombro suspirando y a punto de golpearme en los nudillos para mejorar mi precisión, ya ni siquiera tenia que estar presente la búsqueda del artista perfecto de mi madre me alcanzo a tal punto que su tortura ahora vive en mi cabeza.

FallenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora