Amigos

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Harry estaba de pie en la entrada de la joyería, su mano firmemente entrelazada con la de Dominik. Sus ojos escaneaban ansiosamente la calle en busca de una cabeza castaña. El reloj en su muñeca marcaba ya diez minutos de la hora acordada.

Sí lo había acompañado a la joyería, y aunque durante el quiso hacer más conversación con Louis, hacerle preguntas, conocerlo mejor, Dominik había acaparado toda la atención. Saltaba, pedía ser cargado, hacía mil preguntas y casi hizo un berrinche cuando se negó a comprarle un pretzel. Fue una caminata complicada, y Harry apenas pudo intercambiar más de dos palabras seguidas con Louis. Pero no tuvo que decir nada porque terminó por aceptar una invitación a almorzar en su hora libre. Estuvo feliz, feliz hasta que llegó el momento y Louis no estaba allí afuera como prometió.

Ahora, aguardando en su espera, se sentía como un adolescente nervioso en su primera cita. La ansiedad crecía en su pecho con cada minuto que pasaba. 

—Hambre —Dominik se quejó por cuarta vez, tirando suavemente de la mano de Harry.

—Lo sé, botón. Yo también tengo hambre. Solo esperemos un poquito más, ¿sí?

Dominik hizo un puchero, sus grandes ojos llenos de decepción. 

—Dijiste dos minutos, mami. ¿Pasaron dos minutos?

—Sí, bebé —suspiró—. Ya pasaron dos minutos.

—Entonces comemos mac-macones.

—Es... —se giró nuevamente en busca de una pista del paradero del castaño—. Dijo que vendría. 

—Mami —Dominik tiró de su abrigo—. Frío.

Harry se mordió el labio, indeciso. Tal vez Louis nunca iba a llegar, y él solo estaba perdiendo su tiempo allí haciendo a su hijo pasar frío y hambre mientras tenía fe en otro alfa como un completo imbécil de nuevo.

—¡Tarde, Estrellita! —escuchó a su hijo gritar del lado que no estaba viendo, así que se giró sólo para encontrarse al alfa parado a un lado suyo desde no sabía cuánto tiempo—. Mami preocupado. 

—Lo sé. Lo lamento, se me hizo tarde. Había demasiado tráfico.

—¿Hoy sí fuiste a trabajar? —Harry preguntó sin molestarse en ocultar su irritación. El único día que de hecho sí hicieron una cita para verse, era el día que Louis decidía regresar al trabajo después de tomar dos días enteros libres sólo porque sí.

—Sí lo hice. No creo poder faltar tres días seguidos sin ser despedido.

—P-pudiste decirme que irías a trabajar. No habríamos acordado almorzar entonces, además, ¿no tienes que regresar todo el camino al hospital?

Louis se encogió de hombros.

—Tengo un auto.

—Aun así tardarías demasiado.

—Tardaría demasiado, en mi auto. 

—Quizá no debiste venir en primer lugar. P-porque llegarás tarde después.

—Estás molesto porque llegué tarde ahora —aseguró—. No volverá a pasar, Harry, lo prometo. Además, te aseguré un almuerzo.

—No me aseg-guraste un almuerzo. Dijiste que est-tarías aquí en mi hora del almuerzo.

—Es lo mismo. ¿Quieres subir? —Louis señaló el auto estacionado en la calle, Harry frunció el ceño.

—¿Adónde vamos?

—A almorzar. Dije que te llevaría a almorzar.

—Y-y yo te dije que tengo un almuerzo —Harry protestó, alzando la bolsa que contenía su pequeño almuerzo, y de Dominik.

Pediatra ✰⋆Larry!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora