Patricia entró tranquilamente a Ecomoda, consciente de que llegaba casi media hora tarde pero aquello no le importaba.
Además, técnicamente no fue su culpa, ella y Sandra no podían bajar juntas del bus sin convertirse en la comidilla de la empresa. Entonces tuvo que sacrificarse y quedarse dos paradas antes.
No tenía otra opción, Marce abogaría por ella si llegaba tarde, beneficio con el que la otra mujer no contaba.
La más alta había sugerido que se levantaran aún más pronto y así ambas llegarían a la hora, obviamente lo descartó rápidamente, no pensaba sacrificar su sueño reparador. Eso le ganó un sermón larguísimo mientras se alistaba para el día.
No pudo evitar bufar al recordar que prácticamente la arrastró fuera de las sábanas, obligándola a empezar su día.
Al menos compró algo de comida, fue agradable desayunar otra vez. Los huevos revueltos sabían mejor de lo que recordaba, incluso medio dormida podía apreciar eso.
Tan pronto salió del elevador notó fue que el cuartel no estaba por ningún lado, lo que la hizo rodar los ojos. Sandra se había negado a volver a la cama porque insistía en que quería ir a trabajar y ahora solo se desaparecía por ahí, no le parecía justo.
Ni siquiera le importó que le prestó una de sus blusas porque olvidó dejar una de repuesto la última vez.
No es como si extrañara dormir con ella, solo hacía mucho frío esta mañana para recostarse sola. No tenía nada que ver con ese molesto peso en su pecho, solo estaba cansada y fría.
Se sentó en su escritorio a ojear una revista, levantando la mirada de vez en cuando para ver si regresaba en algún momento. No estaba segura de cuanto tiempo había pasado cuando Marcela la llamó.
—¿Qué te dije de llegar tarde, Patricia?—. Preguntó, obviamente molesta incluso a través del teléfono.
—Recuerda que ahora uso el bus, Marce. Tú como mi amiga deberías tenerme más consideración—. Se justificó, renunciando a su revista para observar fijamente el pasillo.
Creía oír voces en los baños si se concentraba lo suficiente.
—Eso ya no importa, necesito que me contactes con Mariana porque no me ha mandado el informe que le pedí—
Patricia no tuvo tiempo de contestar cuando le asentaron el teléfono, parecía que su amiga no estaba teniendo un buen día.
Sea como sea, ahora quería comprobar si el cuartel estaba donde suponía, podría preguntar más tarde. La orden de Marcela fue el comodín perfecto para ello, por lo que no perdió tiempo en levantarse alegremente y dirigirse a paso silencioso al baño.
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—Ya les dije que no pasa nada raro—. Sandra resopló, su mirada fija en la pared más cercana.
No pasaron ni diez minutos desde que llegó al trabajo cuando comenzaron a acosarla con preguntas, y pese a sus esfuerzos por evitarlo, terminó en un interrogatorio completo. Ni siquiera recuerda bien en qué momento la llevaron a los baños, estaba ocupada tratando de no olvidar sus propias mentiras.
—Ya Sandra, vea que negarnos el chisme es algo bien feo—. Berta la recriminó por lo que parecía la octava vez.
—No les niego nada porque no hay nada—
—No m'ijita, si hay algo porque hoy llegó bien feliz al trabajo—. Aura María le dio un codazo ligero, tratando de que hable. —Todas vimos su sonrisota—
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"Que nadie vea"
FanfictionEl Cuartel lleva un tiempo sospechando que Sandra tiene un tinieblo, aún cuando ya se los negó en mas de una ocasión. Pero las dudas vuelven a surgir cuando descubren un cabello rubio en su saco. Un simple descubrimiento que no hace más que provocar...