Felicidad Efimera

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Nos dirigimos apresuradamente hacia la escena, dejando atrás la alegría del festival. Al llegar, me encontré con una escena desgarradora: Natsu luchando desesperadamente por separar a sus padres en medio de gritos y forcejeos. Todo parecía ir de mal en peor cuando Natsu en un intento de separar a sus padres recibió un fuerte golpe por parte de su padre. Ver la situación provocó en mi una reacción que no estaba esperada Sin pausa, me coloqué frente a ellos.

-¡Basta!-. exclamé, dejando que la adrenalina guiara mis movimientos. Con rapidez y precisión, Sometí al hombre utilizando las técnicas de defensa ninja que aprendí en Konoha. La sorpresa en los rostros de Haru, Mafuyu, Natsu y su madre era palpable. Aunque la situación era tensa, mi objetivo era claro: proteger a quienes estaban en peligro.

-Están a salvo ahora. Vamos a llevarlos a un lugar seguro-. Dije dirigiéndome específicamente a Natsu y su madre, tratando de infundir un poco de tranquilidad en medio del caos emocional. Aunque la violencia me había obligado a utilizar mis habilidades en combate, la importancia de proteger a quienes más lo necesitaban estaba por encima de cualquier consideración personal.

Después de la pelea con el padre de Natsu, apenas tuvimos tiempo para recuperar el aliento cuando el suelo comenzó a temblar violentamente bajo nuestros pies. Miré a mi alrededor, buscando alguna explicación para este temblor inesperado, pero lo que vi me dejó sin palabras. El cielo, que momentos antes estaba oscuro y tranquilo, se iluminó con un resplandor anaranjado, seguido por un rugido profundo que resonó en todo el pueblo. Un grito desgarrador se elevó desde la multitud, y mi corazón se hundió cuando vi la causa del pánico: el Kyubi, el zorro de nueve colas, desatando su furia sobre el pueblo.

-Tenemos que movernos!-. grité a Haru, Mafuyu y Natsu, mi voz temblando tanto como la tierra bajo nosotros. No había tiempo para pensar, solo para actuar. Nos lanzamos a correr, esquivando escombros que caían de los edificios y tratando de evitar ser aplastados por la multitud aterrorizada. A cada paso, el Kyubi se acercaba más, su enorme silueta recortada contra el cielo ardiente. Los gritos de la gente se mezclaban con el rugido de la bestia, creando una cacofonía que amenazaba con hacerme perder la concentración. Pero no podía permitirme eso. Tenía que mantener a todos a salvo. De repente, un edificio colapsó frente a nosotros, bloqueando nuestro camino y llenando el aire con polvo y escombros.

-¡Por aquí!-. grité, señalando un callejón estrecho que se abría a nuestra derecha. Sin otra opción, nos lanzamos hacia la oscuridad del callejón, con el rugido del Kyubi resonando más fuerte detrás de nosotros.

El callejón era estrecho y lleno de obstáculos, pero nos movimos lo más rápido que pudimos, con los corazones latiendo a toda prisa. A medida que avanzábamos, el suelo seguía temblando y los sonidos de destrucción parecían acercarse cada vez más. Finalmente, el callejón desembocó en una pequeña plaza, desierta y oscura, salvo por el brillo anaranjado que se filtraba desde la dirección de la bestia.Nos detuvimos un momento para recuperar el aliento, pero algo no se sentía bien. El aire estaba cargado de electricidad, y un silencio inquietante cayó sobre nosotros, interrumpido solo por el sonido lejano del caos que dejábamos atrás. De repente, un rugido ensordecedor resonó en la plaza, haciendo que el suelo volviera a temblar bajo nuestros pies. Miré hacia el cielo, y mi corazón se detuvo al ver la enorme silueta del Kyubi, más cerca de lo que jamás hubiera imaginado.

-¡Corran!-. grité con toda la fuerza que me quedaba, mientras la sombra de la bestia se cernía sobre nosotros, amenazando con devorarnos en cualquier instante.

Pero antes de que pudiéramos movernos, un destello de luz cegador llenó la plaza, y todo a nuestro alrededor explotó en un torbellino de caos y destrucción.

Entonces, todo se volvió oscuridad...

Estaba envuelta en la cálida y suave luz de un atardecer, caminando por un campo lleno de flores. El cielo era un lienzo pintado de tonos rosados y dorados, y el aire estaba impregnado con el dulce aroma de las flores. Caminaba sin rumbo, disfrutando de la serenidad del paisaje, cuando lo vi: Obito, esperándome bajo un árbol en la cima de una pequeña colina. Mi corazón dio un vuelco al verlo. Estaba sonriendo, esa sonrisa tan especial que hacía que todo a mi alrededor se desvaneciera. Corrí hacia él, sintiendo la brisa suave acariciar mi rostro mientras el sol se escondía lentamente en el horizonte. Cuando llegué a su lado, él extendió su mano hacia mí, y la tomé sin dudar. Su toque era cálido y reconfortante, como siempre había imaginado.

Volverte A Ver [ObitoXRin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora