Volverte A Ver [ObitoXRin]

Culpable

El amanecer llegó, pero nada parecía tener sentido en ese nuevo día. Todo estaba destruido, arrasado por la furia del Kyubi. La oscuridad de la noche anterior seguía envolviendo mi corazón, especialmente después de la muerte de mi padre adoptivo. Me sentía vacía, como si una parte de mí se hubiera apagado para siempre. Las horas después de su último aliento habían sido un borrón de dolor y lágrimas. No sabía cuánto tiempo había pasado acurrucada junto a su cuerpo, incapaz de aceptar que se había ido. Pero el amanecer me trajo de vuelta a la realidad de una forma cruel. Tenía que seguir, aunque no quisiera. Me levanté lentamente de entre los escombros de lo que alguna vez fue mi hogar. Todo a mi alrededor estaba reducido a cenizas y escombros. Sentí el frío de la mañana, y, aunque mi cuerpo estaba agotado, el dolor emocional era mucho más grande. Fue entonces cuando la vi. A lo lejos, entre las ruinas, mi madre caminaba hacia mí. Su rostro estaba cubierto de polvo y sus ojos reflejaban el mismo agotamiento que yo sentía. Cuando me vio, se apresuró a mi lado, y en cuanto llegué a su alcance, me envolvió en un abrazo. Ese abrazo, aunque cálido, no pudo borrar la tragedia que ya había ocurrido.

-Rin…- Su voz era suave, llena de preocupación, pero también de tristeza. Ella ya sabía, lo podía ver en sus ojos. -¿Tu padre…?-

Asentí, incapaz de hablar, y me aferré a ella con fuerza, dejando que las lágrimas fluyeran una vez más. Me sentía como una niña pequeña, perdida y rota. Mi madre me sostenía, pero yo sabía que ella también estaba sufriendo, que el peso de la pérdida de mi padre nos aplastaba a ambas.

-Salí a buscarte… pensé que estabas en peligro-. murmuró ella, su voz temblando. -Cuando volví, todo estaba destruido… lo busqué por todas partes, pero…-

-No había nada que pudieras hacer-. le susurré, tragando el nudo en mi garganta. -Murió protegiéndonos-.

Nos quedamos así por un largo rato, sin palabras, solo compartiendo el dolor. Pero pronto llegó la realidad, la devastadora verdad de lo que debíamos hacer. Todo estaba destruido. No había manera de darle a mi padre un funeral digno, no había recursos, no había tiempo. Ni siquiera quedaba alguien que pudiera ayudarnos.

-No tenemos otra opción, ¿verdad?- pregunté, aunque ya conocía la respuesta. Mi madre negó con la cabeza, su mirada fija en los restos de nuestra casa.

-Enterraremos a tu padre nosotras mismas-. dijo en voz baja, su voz firme pero rota por la tristeza. -No podemos dejarlo aquí… no así-.

Me dolió escuchar esas palabras, pero sabía que tenía razón. Así que, con el dolor todavía fresco en nuestros corazones, comenzamos la tarea de preparar su tumba. No había ni siquiera una pala decente, solo nuestras manos y un par de herramientas oxidadas que encontramos entre los escombros. El suelo estaba duro, la tierra casi imposible de mover, pero ninguna de las dos dijo una palabra de queja. Trabajamos en silencio, juntas, codo a codo. A cada golpe que daba contra la tierra, sentía cómo mi pecho se encogía un poco más. Era como si con cada palada de tierra estuviera sepultando una parte de mí misma. Mis manos se llenaron de ampollas y tierra, pero el dolor físico no podía compararse con el dolor en mi alma. Mientras cavábamos, pensé en ese día en el que con sus palabras me abrazó y me reconfortó, siempre con una sonrisa cálida.

(Flashback)

-hija, se que es muy difícil para ti, todo lo que has pasado, pero debemos ser fuertes y prosperar, seguir adelante y no deprimirnos porque eso solo hará que nos marchitemos por dentro. La vida es como este mismo trigo. Es de mucha utilidad y es hermoso, pero si no lo trabajamos ni ayudamos en su crecimiento, este se marchitará y no podrá ser cosechado nunca.

-Tu madre me contó todo lo que viviste, se que has pasado por momentos muy duros y se que te está costando mucho trabajo superarlo. Pero quiero que sepas, que hay muchas cosas por las cuales vale la pena seguir adelante. Busca nuevas tierras para sembrar tu trigo. Y verás que esto pronto lo superarás.