Después de que Alexander la dejara en su casa Catalina se metió a la ducha para después bajar a preparase algo de comer, el ambiente de la casa era algo triste, ella se sentía triste y estar encerrada no lo ayudaba en mucho pero si su madre le había dejado esa nota donde le pedía no salir seguro era por algo y ya había decidido que mañana se quedaría en casa y aprovecharía en terminar todos sus quehaceres.
Alexander fue a su apartamento sabía que esa era la oportunidad que había estado esperando sus guardianes no estaban y si cumplía su misión se significaría la derrota de los ángeles pero ahora por más que lo intentaba no podía, no podía ir matarla así nada más, exesperado se sentó en el sofá, pasó las manos por su cabello después tomó una daga plateada con pequeñas incrustaciones de piedras azules y rojas, se levantó y salió de ahí después de un rato llego a la casa de Catalina se quedo afuera en una pelea interna entre ir acabar con ella o regresar por donde vino y dejarla en paz, antes de tomar una cuerda decisión Catalina abrió la puerta.
-Alexander que haces ahí-hablo sonriente
-Sólo daba una vuelta
-¿No quieres pasar?-pregunto ruborizada
El tenso la mandíbula por su pregunta si era así sabía que era tiempo de acabar con su vida.
Camino a paso lento a la entrada antes de pasar por la puerta sintió como sí miles de dagas se le clavarán en el cuerpo sintió una presión asfixiante en su corazón el dolor no lo dejaba avanzar más, estaba claro la casa tenía un escudo que no lo dejaría entrar por una parte le daba alegría saberlo así Catalina estaba a salvó de cualquiera que quisiera lastimarla, dio dos pasos atrás para poder librarse de ese dolor.-¿Te pasa algo?-pregunto Catalina preocupada
-Te parece que me pase algo-respondió cortante
-No-dijo en un susurro y bajando la mirada
Ver a Catalina así lo hizo sentir mal después de todo el siempre era el culpable de que Catalina se sintiera mal la mayor parte del tiempo, ahora trataría de cambiar eso.
-Ya Cata no te pongas así- sonó casi dulce al decirle eso
Ella levanto la mirada para verlo a los ojos y le sonrió casi al instante dejando ver un brillo particular en sus ojos.
-Vamos por un helado-dijo Alexander sonriéndole un poco
-Si -asintió, se metió por su bolsa y una chaqueta
Alexander ya la estaba esperando recargado en su auto con la puerta del copiloto abierta para que ella entrará.
-¿Y bien a donde quieres ir?- pregunto Alexander sin voltear a verla
-mmm hay una heladería cerca de la playa ahí iba con mi mamá- esto último la hizo borrar un poco su sonrisa si bien sabía que regresaría igual la extraña.
-Bien vamos haya-le sonrió Alexander
El camino fue puro silencio pero no un silencio incómodo como acostumbraban. Al llegar Catalina se bajó sin esperar que Alexander le abriera la puerta.
-Ahí es-dijo señalando un pequeño local con puertas de cristal
-Ahí- le respondió Alexander enarcando una ceja
-Te gustaran ya lo veras- dijo segura y sonriente
Caminaron a la heladería, entraron haciendo tocar una pequeña campana todo era de distintos colores si se vieran esos colores en otro lugar marearía pero extrañamente ahí no, todo el lugar era invadido por una paz increíble, Alexander espero a ver quien atendía el lugar, detrás de una cortina salió una mujer que aparentaba no tener más de treinta años pero si se le veía a los ojos estos reflejaban más edad, llevaba un hermoso vestido blanco y su cabello dorado suelto lo que dejaba ver sus caireles.
-En que les puedo ayudar-pregunto la mujer con una increíble sonrisa
-!Alma¡- exclamo Catalina alegré
-Hola, Catalina cuanto tiempo-respondió con una voz melodiosa
Alexander no hacía más que verlas hablar sabía que ella lo había reconocido y por más que tratara de fingir que no le importaba él quería lanzarse a sus brazos como cuando era pequeño y se recargaba en sus piernas mientras ella le cantaba era lo único que había extrañado de ser ángel.
-Que vas a querer pequeño- le hablo Alma dulcemente
-Sólo acompañe a Catalina-le respondió este apretando la mandíbula
-Vamos toma-dijo ella sonriendo dándole un helado
El sólo lo tomo para después sacar su billetera.
-No así está bien-sonrió Alma
El volteo a ver a Catalina y ella le sonrió después salieron del local.
-Te dije que estaban ricos estos helados-hablo Catalina sonriendo al tiempo que comía de su helado
-Si, tenías razón-le respondió distraído-Espérame aquí no tardo
Alexander volvió a entrar casi corriendo al local, Alma ya lo estaba esperando.
-¿Porqué Alma?-pregunto Alexander ahogando sus lágrimas
-No podía seguir ahí sin ti pequeño-le sonrió con dulzura-sabes que no estaba de acuerdo que te castigaran sólo por enamorarte, no era tu culpa
-¿Por eso renunciaste?- pregunto con voz baja
-Eras casi mi hijo- hablo Alma triste
Alexander la vio y le rompió el corazón verla llorando ella no tenía nada que ver con lo que el hizo después de todo el si se merecía el castigo
-No llores- le rogó
En eso recordó una ocasión cuando era pequeño donde Alma le había tocado ser ángel guardián y había estado llorando porque la madre a quién le había tocado cuidar dio su vida por su pequeño entonces el no hizo más que subirse a sus piernas y limpiarle las lágrimas y pedirle que no llorara si no el también lo haría.
-Aún lo recuerdas-sonrió de medio lado Alma
El ya no pudo aguantar más y corrió como el pequeño de esa vez a limpiar las lágrimas de Alma, está sólo lo abrazo el volvió a sentirse el niño que ella cuidaba en el edén y ella se volvió a sentir la protectora de ese niño indefenso se quedaron por un rato así ella acariciaba su cabello y le canto, el no podía estar más feliz ya tenía a su protectora de nuevo aunque fuera sólo por un rato el estaba feliz de poder verla de nuevo.
-Creo tienes que ir con Catalina-dijo Alma sin dejar de abrazarlo
-Si-respondió incorporando se
-Cuídate pequeño-le hablo dulcemente, sonrió sin que le llegará a los ojos
Alexander salió de ahí algo triste después de mucho tiempo pudo ver al fin a su protectora, cuando vio a Catalina volvió a tomar su postura de frío.
-¿Todo bien?- pregunto Catalina preocupada
El no la volteo a ver como ya era costumbre sólo asintió, caminaron por la playa sólo admirando el atardecer sin hablar.
-Alex ya es tarde- dijo Catalina dejando de caminar
-No me llames Alex-la volteo a ver enojado- entendido
-Si...-titubio
El camino de vuelta al auto con Catalina aún lado, le abrió la puerta para después irse la llevo a su casa, está vez la acompaño hasta la puerta.
-Hasta mañana-dijo Catalina dándose la vuelta para entrar a su casa
Él la jalo de la mano obligándola a darse la vuelta para encontrarse con sus labios.
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Mis alas por ti
FantasyCatalina Adam es una chica normal al menos en apariencia ella tiene un destino marcado que tendrá que cumplir a costa de todo pero esto cambiara con la aparición de un atractivo chico...