capitulo 11

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Esteban estaba en su oficina, revisando una pila de documentos mientras sus pensamientos oscilaban entre los asuntos pendientes de su empresa y la búsqueda implacable de su hijo. Desde que los resultados de las pruebas de ADN confirmaron que el cuerpo del bebé no era compatible, Geovanny había estado en un estado de agitación constante, y Esteban sabía que no descansaría hasta encontrar la verdad.

La oficina era un reflejo de su carácter: un espacio frío y ordenado, con paredes de un tono oscuro y muebles minimalistas con una gran ventana detrás de él mostraba una vista panorámica de la ciudad, con una iluminación cuidadosamente controlada que proyectaba sombras largas y misteriosas. En ese ambiente, Esteban parecía encajar perfectamente; su rostro serio y sus ojos helados no dejaban entrever la tormenta interna que se gestaba dentro de él.

La puerta fue tocada, y con un gesto brusco, Esteban permitió la entrada. Un vampiro alto y robusto, vestido con un traje negro impecable, entró en la oficina. Su presencia irradiaba una mezcla de respeto y temor hacia su jefe.

—Señor, tenemos noticias —dijo el vampiro, su voz grave y controlada, sin mostrar emoción alguna—. La mujer que se hizo pasar por enfermera se hace llamar Verónica. Hemos obtenido información sobre su paradero, y algunos de mis hombres ya la tienen cautiva.

Esteban levantó la vista de los documentos, su mirada afilada y penetrante. Una chispa de interés iluminó brevemente sus ojos, pero su rostro permaneció inescrutable. El vampiro se acercó y le entregó un sobre con la información detallada.

—Bien —respondió Esteban, tomando el sobre y abriéndolo con cuidado, pero con una calma que resultaba perturbadora

Esteban asintió, su rostro impasible. Después de que el vampiro se retirara, Esteban dejó su oficina, cerrando la puerta tras de sí con un clic suave. Sabía exactamente dónde necesitaba ir: un lugar apartado, reservado para situaciones que requerían un enfoque más... directo.

Salió del edificio y se dirigió a un automóvil negro que lo esperaba fuera. Mientras el motor arrancaba, Esteban tomó su teléfono y dio una breve instrucción a su chofer.

—Llévame al almacén en las afueras de la ciudad.

El viaje fue silencioso, con Esteban inmerso en sus pensamientos. Sus manos descansaban sobre las rodillas, mientras sus ojos permanecían fijos en el camino. No era la primera vez que usaba ese lugar, un antiguo almacén convertido en un sitio para interrogar a aquellos que requerían su atención personal. Un sitio sin ventanas, con paredes gruesas que mantenían cualquier ruido confinado.

Cuando llegaron, dos vampiros robustos lo esperaban en la entrada. Estaban vestidos de negro, con una expresión estoica. Uno de ellos abrió la puerta para Esteban, y el otro lo condujo al interior, donde los pasos resonaban sobre el frío concreto.

En el centro de la habitación, bajo la luz tenue de una bombilla colgante, estaba veronica, atada a una silla con las manos detrás de la espalda. Sus ojos estaban vendados, y una ligera marca de sangre en su labio indicaba que no había sido capturada sin resistencia.

Esteban caminó lentamente hacia ella, sus pasos deliberadamente pesados, cada uno resonando con el eco de la inevitabilidad. Se detuvo frente a Verónica, estudiando la en silencio antes de inclinarse un poco hacia adelante quitando la venda en el proceso .

— Verónica—dijo con una voz tan fría que hizo que los guardias se tensaran ligeramente—. Tienes información que me pertenece. Y te aseguro que la obtendré.

Los vampiros a su alrededor se movieron discretamente hacia las sombras, dejando que la conversación fuera privada, mientras Esteban se preparaba para hacer lo necesario. No había compasión en su mirada, solo una determinación glacial..

Dulce Melodía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora