Doce

256 40 35
                                    

Sunoo:

Despertar desnudo junto a Sunghoon todas las mañanas desde hace una semana ha sido increíble.
 
Eso demuestra la gran noche de pasión que tenemos a diario, ni Seonwoo logró que Sunghoon tenga tanto movimiento en años y yo lo hice en días, de eso puedo estar seguro.
 
—Quisiera quedarme contigo todo el día pero tengo que ir a trabajar.—murmura Sunghoon acariciando mi espalda desnuda mientras tengo la cabeza recostada sobre su pecho.—Te lo recompensare en la noche, cariño.

Suelto un suspiro y asiento.
 
—Te prepararé el desayuno.—informo y me levanto de la cama, cubro con una bata mi cuerpo y sali de la habitación no sin antes besar a Sunghoon.

Primero fui a ver a Sungyong, cuando ingreso a su habitación, noto que esta despierto. Lo cargo en mis brazos y lo llevo conmigo a la cocina, lo dejo en una pequeña colchoneta para que juegue unos momentos hasta que termine con mis quehaceres.

—Vamos a preparar el desayuno a Papi y también tu desayuno, bebé.—le digo dejando un beso en su pequeño rostro.

Opto por freír unos huevos y preparar un jugo que es el preferido de Sunghoon. Cuando está todo listo, lo sirvo en la mesa para después cargar a Sungyong y darle su biberón. Pobre niño, su manera de beber y aferrarse a mis brazos, me dió a entender que necesita a su padre, a mi hermano.

Lo necesita a él.

—Estúpido Seonwoo.—susurro enojado.

También tengo algo de culpa...

Por aceptar esto.

—Oh, Seonwoo. Que delicioso desayuno.—alaga Sunghoon ingresando a la cocina, se sienta a desayunar y nos observa a ambos.—Buenos días, amor.—deja un caricia en la cabecita de su hijo.

—Ta.—balbucea Sungyong golpeando su mano.

Minutos después termina de beber su biberón y se pone a llorar.

Lo observo asustado, porque por más que lo tranquilizo no deja de llorar.

—¿Qué tienes? me altero observando a Sungyong.

Mi desespero aumenta y no sabía que hacer.

—Seonwoo, ¿le has cambiado el pañal?—preguntó Sunghoon dejando de comer.

Mierda.

Ahora que recuerdo no lo cambié desde ayer en la tarde.

—Si, eso debe ser.—dije para irme casi corriendo a la habitación con Sungyong en mis brazos.

En efecto, el pañal estaba lleno, su piel rojiza como irritada. Tiene una crema para eso que aplique en la zona frágil.

—Discúlpame Sungyong, soy un idiota.—suelto algunas lágrimas y aferro al bebé a mi pecho.

Soy un mal tío.

No quiero imaginar como seré con mis hijos. Cierto temor me sacude el cuerpo y el deseo de ser padre parece desvanecerse ante lo irresponsable que soy.

—No lo haré otra vez.—aseguro.—Soy nuevo en esto, entiéndeme, ¿si?—murmuro arrepentido, dejando muchos besos en el rostro de Sungyong.

Regresamos a la cocina donde Sunghoon está listo para salir e irse a trabajar.

—¿Todo bien con nuestro hijo?—quiso saber al ver mis ojos culpables.

—Tenías razón, fue el pañal.

Sunghoon asiente confundido, disimulo mi estado de culpabilidad y le sonrío un poco.

—Me ire, amor. Cuídense.—nos dió un beso a cada uno y sale de la cocina para marcharse.

Ocupando su lugar || SungsunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora