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CHAN

Tres semanas pasan rápido.

Cuando Minho y yo éramos adolescentes, todo duraba para siempre. Un verano era una vida entera. Pero estoy en la segunda semana de mi estancia de seis semanas aquí y no puedo comprender cómo pasó el tiempo.

Después de la cena con los niños el viernes por la noche, Minho y yo tenemos obligaciones de dormitorio. Eso significa contar cabezas y gritar "apaguen las luces" cuando son las diez en punto. Luego, volver a gritarlo de nuevo cuando fallan en seguirlo.

A las once todo está totalmente en silencio. Minho está en su cama mandándose mensajes con alguien. Y no me gusta. No del todo. Así que me subo sobre su cuerpo, poniéndome a horcajadas sobre su culo y mi pecho tocándole los hombros.

—Hola.—

—Hola— responde sin levantar la vista.

Hundo la nariz en su cabello y tomo un hondo respiro. Huele a verano y no puedo tener suficiente.

—¿Estás olisqueándome la cabeza? —
—Solo compruebo si estabas prestando atención.—
—Ajá— dice, sin dejar de teclear en el teléfono.

Me muevo un poco más cerca, mi pene despertándose por el hecho de que estoy así de cerca al culo de Minho. Es divertido que piense que olerle el cabello es raro, pero esté totalmente de acuerdo con que esté a dos segundos de manosearle el trasero.

Los tiempos están cambiando.

Hemos estado haciéndolo cada noche como conejos en celo esta semana. Pellizcame. Esto es como una verdadera carrera de mamadas. Y nos estamos haciendo realmente buenos en pasarnos el bastón. Pero mi cosa favorita es simplemente hacerlo mientras nos frotamos.

Besar a Lee Minho es espectacular. Soy codicioso con ello, porque en mi instinto sé que no durará. El verano acaba para mí en cuatro semanas y el interés de Minho en mí puede durar menos. Así que tomaré todo lo que pueda.

Es cien por cien honesto decir que nunca he sido más feliz. Pero, por supuesto, no puedo decirlo en alto.

El problema es, que es más difícil cada día expresar mi actitud de "no me importa" por la que soy famoso. Y no voy a mirar sobre su hombro y leer el menaje. Eso sería una imbecilidad, ¿cierto?

Miro. La pantalla dice Chae.

Al siguiente instante me siento insanamente celoso.

—¿Quieres ir a ver una película? —
Excepto que no quiero ir a ver una película y probablemente ya habrán empezado —¿qué hay en el teatro esta semana? —pregunto. Como si me importase. En cambio, quiero desnudarme y hacerlo.

—Una película para adolescente y otra para niños— responde Lo miro.
—Que fastidio. ¿Mamadas, entonces?—
Sonríe. Pero sigue sujetando ese maldito teléfono. Aunque no voy a decir una palabra.

O tal vez si.

—¿Qué estás haciendo?—
—Mandando mensajes a Chae.—
No puedo evitarlo, hasta el sonido de su nombre en sus labios me tensa. La primera y única vez que conocí a la chica, tenía el cabello con aspecto despeinado por el sexo y una sonrisa soñadora en el rostro.

Me molesta que Minho fuese el responsable de ambas cosas.

—¿Qué está tramando?— Trato de sonar casual.
Fallo, porque gira la cabeza poniéndome los ojos en blanco.
—¿Esa es tu forma de preguntarme si nos estamos mandando mensajes sexuales?—

Me encojo de hombros.

Minho empieza a teclear en el teléfono de nuevo.

—No nos estamos mandando mensajes sexuales. Ya no hacemos eso,. Y esta noche está atascada como niñera de su prima pequeña. Siguen viendo la misma película una y otra vez y está a punto de dejar la familia y unirse al circo. —
Se gira para sonreírme.
— sugerí tragafuegos, pero piensa que trapecista será divertido. — Deja de hablar, sus ojos manteniendo una pizca de regocijo.

-MINHO- Minchan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora