Porque Shouto era un adolescente con padres ausentes.
Y Dabi tenía todo el tiempo libre del mundo, además, el dinero era necesario para sobrevivir.
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× ¡No se aceptando copias o adaptaciones!
× ¡DABITODO/DABIS...
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—¿Todoroki-Kun...?, ¡TODOROKI!
Salta en su lugar, mirando rápidamente a su amigo peliverde. La bibliotecaria regaña al pecoso por la interrupción abrupta del silencio, pero de inmediato Izuku le pidió disculpas hasta por existir, cuando termina, voltea a verlo.
—¿Pasa algo, Midoriya? —cuestiona. Sigue haciendo garabatos en su cuaderno, que la mayoría eran corazones. Ja, que bobo.
—Llevas todo el rato sin prestar atención, ¿al menos oíste algo de lo que dije? —protesta el menor, señalando con su lápiz acusadoramente—. No lo hiciste, otra vez.
—Lo lamento —contesta brevemente, volviendo su atención al cuaderno—, es sólo que... me siento confundido.
—¿Por qué? —hubo un corto silencio. Fue suficiente que mirara al peliverde para que este entendiera de inmediato— ¡Oh por Dios!, ¿Te gusta tu niñero?
—¡¡SHHHHH!! —sisea la mujer, fulminandolos con la mirada.
Izuku vuelve a disculparse tímidamente, rascando su nuca de la vergüenza y mirando a la pared por unos minutos, esperando hasta que la bibliotecaria dejo de verlo.
—¿Dabi... te gusta? —repite la pregunta. Shouto nota un raro tono en su voz.
—No me gusta —musita, tranquilo—, simplemente me atrae, ¿entiendes? Quiero follar con él, sólo eso.
Midoriya se cubre el rostro con un libro, comenzando a negar con la cabeza rápidamente. Le causa ternura la timidez e inocencia de su amigo, es sin duda un claro ejemplo de la pureza en un mundo tan cruel como la tierra.
—¿Desde cuándo hablas de sexo con tanta normalidad? —regaña Izuku, reprendiendo sus palabras— ¿Lo ves? Te dije que juntarte con Shindou te pegaría malas mañas.
—Él no lo hizo–
—¿Por qué sigues defendiendo a ese idiota?
Izuku pone los ojos en blanco y frunce levemente el ceño, recostandose en la silla. Sabe lo que viene ahora, un sermón de porque Shindou es un tipo desagradable que se aprovecho de él en su momento más vulnerable y lo hizo volverse uno más de los suyos. Tiene toda la razón, pero que se lo echen en cara es más... estresante.
Ambos se miran un momento, antes de que el menor suelte un respiro de cansancio, aparentemente ahorrándose el sermón. Shouto lo agradece.
—Por lo menos tu niñero puso a ese idiota en su lugar —espeta, volviendo su atención al libro—. Te decía que sacamos diez en el trabajo de equipo, con eso ya tenemos el veinticinco por ciento de la calificación.
—Que buena noticia —apoya sus brazos en la mesa, mirando a los alumnos en la biblioteca. Habían chicos mirándolo de vuelta, evidentemente con la intención de pasar un rato con él, pero ninguno le interesó esta vez—. Con eso tenemos el cien por ciento de la calificación en Matemáticas, ¿no?
