Creo que es muy normal querer juntar a mis amigos y a mi... bueno, todavía no es oficialmente mi novio, pero... agh, es complicado. El punto es, ¿por qué me sudan tanto las manos? La ansiedad me invade y siento como si pequeñas gotas de nerviosismo se deslizaran por mis palmas. Ugh, qué asco.
— ¿Max? — dice Bradley, su voz suave pero firme, mientras agarra mi mano. Sus dedos son cálidos contra mi piel húmeda. — ¿Mis ojos siguen rojos?
— ¿Qué? — balbuceo, tratando de zafarme de su agarre. Siento el impulso de limpiar mi mano sudorosa y la restriego nerviosamente contra la tela áspera de mi pantalón. Bradley alza una ceja, su expresión una mezcla de confusión y molestia, y se cruza de brazos.
— ¿Qué fue eso? — pregunta, su tono teñido de sospecha.
— ¿Qué fue qué? — respondo, esforzándome por sonreír inocentemente. Puedo sentir cómo mis mejillas se calientan bajo su mirada escrutadora.
— Acabas de alejarte de mí como si tuviera... ¿qué? ¿Covid? — Su voz tiene un deje de dolor que me hace sentir culpable instantáneamente. — ¿No eres del tipo empalagoso o qué?— Susurra con la mirada gacha.
— Ay, no digas eso. — Me acerco rápidamente, sintiendo la necesidad de arreglar mi error. Tomo su rostro entre mis manos, mis dedos acariciando suavemente su piel. — Y no, no tienes los ojos hinchados ni rojos— añado, pasando mi pulgar delicadamente por debajo de sus ojos, notando lo suave que es su piel. — Ya se te pasó, estás perfecto.
— Ya te dije que dejes de tocarme como se te da la gana — dice, pero noto que una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios. No se aleja de mi agarre, y siento cómo mi corazón se acelera.— ¿Tienes hambre? — pregunto, tratando de cambiar de tema.
— No, mejor vamos a descansar un rato y me pasas la tarea que nos perdimos hoy. — dice, sacando la llave para abrir la puerta de nuestra habitación. El tintineo metálico resuena en el pasillo silencioso.
Pongo una mano en la puerta, deteniéndolo, y lo abrazo por detrás. Siento cómo se tensa bajo mi toque, pero no se aleja.
— No, eh... era una excusa — confieso, mi voz apenas un susurro contra su oído. — Quería que pases tiempo con mis amigos por unas horas.
— Muy gracioso — dice, y se ríe, pero puedo sentir la tensión en su cuerpo. — Ya entremos a nuestra habitación de una vez y...
— Bradley... — lo interrumpo, agarrando su mano. Siento cómo sus dedos se entrelazan con los míos casi instintivamente. — Por favor. — Lo miro a los ojos, suplicante, tratando de transmitir toda mi sinceridad en esa mirada.
— No, no juegues sucio — responde, su voz temblando ligeramente. — ¿Para qué me quieres ahí? Será incómodo, yo... yo... — Su vulnerabilidad es palpable, pero cuando trato de mantener el contacto visual, noto cómo su expresión cambia, endureciéndose. — Ya, Max, ¿Qué te pasa? ¿Yo? ¿Con los novatos?
Alzo una ceja, sintiendo una punzada de frustración, y pongo distancia entre nosotros. El aire frío del pasillo se cuela entre nuestros cuerpos.
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GALÁN, DEJA DE JUGAR CON MIS SENTIMIENTOS
Hayran KurguTras su sorprendente derrota en los X Games, todos esperaban que Bradley Cremanata III se obsesionara con reclamar su trono. Sin embargo, mientras los meses pasan sin señales de su regreso, una nueva dinámica emerge. Entre los novatos victoriosos, s...