Desfila.

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El sol se estaba poniendo sobre la ciudad, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados, mientras Marcela terminaba los últimos detalles de su trabajo en Ecomoda. La nueva colección en la que había estado trabajando durante meses estaba casi lista, y el cansancio comenzaba a pesar sobre sus hombros. Sin embargo, la satisfacción de ver sus ideas cobrar vida era más fuerte que cualquier agotamiento.

Marcela se estiró en su silla, observando los bocetos esparcidos por su escritorio. Cada diseño, cada trazo, representaba horas de dedicación y esfuerzo. Esta línea de ropa no solo era un proyecto más; era su oportunidad de demostrar que podía ser más que la gerente de ventas de la empresa, que tenía la visión y el talento para influir en la dirección creativa de Ecomoda.

Un ligero golpeteo en la puerta la sacó de sus pensamientos. Armando Mendoza, el presidente de la empresa, estaba allí, apoyado en el marco con su característica sonrisa. A Marcela siempre le había parecido exasperante esa mezcla de arrogancia y encanto natural que él tenía, pero en los últimos meses, algo había cambiado en la dinámica entre ellos. Sus discusiones acaloradas sobre los diseños, su insistencia en buscar su aprobación para cada detalle... Era como si, de alguna manera, Armando estuviera buscando algo más que una simple colaboración laboral.

—Veo que sigues trabajando duro, Marce — Dijo Armando, entrando en la oficina sin esperar una invitación.

—Ya sabes cómo es esto, Armando. El trabajo nunca se detiene —Respondió ella sin levantar la vista de sus bocetos, aunque no pudo evitar notar cómo su corazón latía un poco más rápido cada vez que él estaba cerca.

Armando la observó en silencio durante unos segundos antes de hablar de nuevo. —Quería pedirte que te quedaras un poco más esta noche. Hay algo que me gustaría mostrarte — Dijo él, con un tono más suave de lo habitual.

Marcela lo miró, intrigada. Había algo en su voz, algo que no podía identificar, pero que le hizo sentir una mezcla de curiosidad y expectativa. —¿Qué es tan importante como para que no pueda esperar hasta mañana? —Preguntó, levantándose de su silla.

—Solo ven conmigo —Respondió él, ofreciéndole una mano con una sonrisa que, por una vez, no parecía tan calculada.

Sin poder evitar sentir una punzada de nerviosismo, Marcela aceptó su mano y lo siguió. Mientras caminaban por los pasillos vacíos de Ecomoda, el eco de sus pasos resonaba en el silencio, creando una atmósfera cargada de anticipación. Armando la llevó hasta la sala de reuniones principal, un espacio que usualmente estaba lleno de ejecutivos discutiendo estrategias de ventas y campañas publicitarias.

Sin embargo, esa noche, la sala era completamente diferente. Al abrir la puerta, Marcela se encontró con una escena que la dejó sin palabras. La iluminación suave de las lámparas creaba un ambiente cálido y acogedor, y las ventanas que daban a la ciudad dejaban entrar las últimas luces del atardecer, tiñendo todo de un resplandor dorado. Los diseños que ella había trabajado estaban expuestos con elegancia en maniquíes, y una música suave, casi imperceptible, llenaba el aire.

—¿Qué es todo esto? —preguntó Marcela, sorprendida, mientras sus ojos recorrían la habitación.

—Quería que vieras tu trabajo desde otra perspectiva. Este es tu desfile privado, Marce. No es una simple reunión, es un reconocimiento a todo lo que has hecho —Dijo Armando, acercándose a ella con una expresión que dejaba claro que esto significaba más de lo que él estaba dispuesto a admitir abiertamente.

Marcela estaba desconcertada. No esperaba esto, y mucho menos de él. La sorpresa y la emoción la dejaron momentáneamente sin palabras. Ella siempre había sabido que tenía talento, pero verlo así, en una exhibición creada solo para ella, le hizo darse cuenta de cuánto había logrado.

One-Shots (𝐀𝐫𝐦𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐱 𝐌𝐚𝐫𝐜𝐞𝐥𝐚)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora