Sinopsis / Nota de autor

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Sasuke Uchiha, observaba y escuchaba, a cada persona que pasaban a ver a su padre acostado en su cama dentro de su alcoba. Todos eran hombres de negocios, mafiosos, y una que otra persona normal con trabajos comunes. Todos ofrecían pagar la deuda que tenían con Madara Uchiha, ya que el rumor de que estaba cerca de su muerte esparció más pronto que las buenas noticias. Cuando este pasará a mejor vida su primogénito tomaría el puesto, cobrando el doble o triple de los favores que le deben a su padre.

Como heredero estaba al tanto de aquellos favores que esos hombres debían a su padre, y cómo debían pagar lo más pronto posible antes de la muerte de la cabeza de la familia Uchiha. La paranoide de ese hombre duro como la piedra más sólida fue empeorando cuando cayó en cama después de la boda de su preciosa hija Sarada, desde entonces la salud de Madara no a mejorado, y con el nuevo accidente que sucedió hace unos días empeoró la salud del veterano. Esta vez no fue una cabeza de caballo lo que encontró a sus pies, sino una silueta que no se movió del pie de su cama hasta el amanecer. Madara estuvo paralizado toda la noche sin poder pedir ayuda a sus escoltas e hijo que llevaba mes y medio desde que regresó de sus vacaciones. La muerte lo asecha o puedo que ese hijastro que tiene, peor que una piedra en el zapato, haya buscando otros métodos para matarlo de un infarto. La salud de Madara dio un gran bajón desde esa noche que pidió a su hijo e ahijado, que llamarán a todas esas personas que le deben favores, pues a llegado el momento de cobrarlas antes de su muerte.

Conforme los hombres fueron avanzando para verse personalmente con Madara Uchiha, su heredero se mantuvo callado hasta el final de la lista.

—¿Son todos? —inquirió Madara desde su cama.

—Falta una persona, pero aquí tu hijo no permitió llamarlo —respondió Obito con una lista en mano.

—Sasuke, ¿quién es? —otra vez inquirió Madara, desviando la mirada a su costado derecho.

El antes mencionado vestido en un traje negro ocupaba un sillón de cuero a un lado de la cama de su padre enfermo. Con las piernas cruzadas modo varonil a mantenido la postura firme para aquellos que han venido a prestar respeto a su padre sepan quien será el nuevo jefe de la familia Uchiha, en dado caso de no pagar a su padre tendrán que pagarle al sucesor. Nadie puede escapar después de recibir un favor de un jefe de la mafia, o de lo contrario la muerte encontrarán.

—Es aquel embalsamador que quería recuperar a su hija de un secuestro de la casa de un nuevo mafioso que ahora se encuentra dos metros bajo tierra. Naruto Uzumaki.

A Madara no le tomó mucho tiempo recordar a Kizashi Haruno que se presentó el día de la boda de Sarada y Kawaki.

—¿Y por qué no lo llamaste? Puede que le pida que preparé mi cuerpo lo más decente posible para que mi hija piense que ve a su padre dormido y no muerto dentro de un ataúd.

—¿Y qué con mamá?

—A ella no le importan estás cosas. Al fin será libre...

Hubo un corto silencio dentro de la alcoba. Sasuke con la cabeza pidió a Obito dejarlo solo con su padre. Una vez solos, Sasuke comenzó a decir.

—Puede que madre no muestre preocupación por la salud de su esposo, pero yo veo que lo está. No debe pensar mal de ella.

—Hijo, ambos sabemos que después de mi muerte volverá a ser libre y dormirá tranquila por la noches sabiendo que su hijo mayor no morirá si doy la orden de matarlo.

Sasuke sabía que su padre tenía toda la razón con lo último que acababa de decir. Mikoto había sido una esposa infeliz desde que se casó con el primo del padre de Itachi, y como el tiempo junto a Madara nunca fue feliz. Solamente los dos hijos que tuvo después de su primer matrimonio fue la única felicidad que encontró en todos los años de casada con un mafioso pesado.

Infierno Rosa (Segundo libro de Pesadilla) En proceso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora