Nacer con una maldición no es fácil, para nada, tener que estar sola por el simple hecho que los demás tuvieran miedo de ella era muy doloroso.
Kurunuma Sawako a podido ver maldiciones desde niña, fue apodada "Sadako" por su parecido al personaje de...
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Todo...termino mal.
¿Cómo fue que terminaron de este modo?
Su amigo, compañero, él primero en hablar con ella sin temor.
Estaba muerto, justo frente a ella, con un agujero en tu pecho, demostrando lo que hizo el Rey de las maldiciones antes.
Debió pelear, no quedarse estática mientras Sukuna lanzaba a Fushiguro a los aires y lo atacaba brutalmente.
Pero no pudo, no tenía la experiencia, no podía hacer nada más que crear barreras, y parecían completamente inútiles en ese momento, entre tantos movimientos apenas podía ver al peli-negro.
Y ahora estaba pagando por sus errores.
- Itadori...
Su voz salió quebrada, no podía apartar su mirada de la horrible escena, su cuerpo camino hacia él, se dejó caer frente al muchacho, le tomo el pulso sabiendo que obviamente era inútil, le habían arrancado el maldito corazón, su mente no podía procesarlo.
Entonces se rompió.
Empezó a sollozar mientras se aferraba fuertemente al cuerpo del peli-rosa, lo envolvió entre sus brazos para no dejarlo ir nunca más, grito tanto como se le permitió, no le importo cubrirse de sangre, le dijo "perdón" mientras se desahogaba, que ojalá pudiera perdonarla porque ser una cobarde.
La escena fue como una bala al corazón del joven Fushiguro, él estaba tan destrozado como su compañera, después de todo se había encariñado con el muchacho, nunca había perdido a nadie de su edad en una misión, de alguna manera logró contener las lagrimas que querían salir, aunque escuchar los gritos de dolor de Kuronuma hacían que la tarea fuera casi imposible.
- Kuronuma-san...debemos llevarlo de regreso al instituto. ─dijo esperando que ella reaccionara, pero entendía si no lo hacía─
Los lamentos fueron disminuyendo, Sawako giro su cabeza hacia Megumi, su mirada era de pánico y negación, sus manos acunaban el rostro sin vida de Yuuji.
- P-podrán...salvarlo. ¿Ver-verdad... ? ─su rostro era pura negación con una pequeña chispa de esperanza por lo que dijo─
El hechicero solo se acercó levemente a ella, se agachó y le puso sus manos en sus hombros.
- Él está muerto, Kuronuma. ─sus palabras era dolorosas, pero era la verdad─
Y la verdad duele.
Su mirada quedo en blanco, miro a su amigo nuevamente en su regazo, luego volvió a mirar a su compañero, estaba mal herido después de todo, entonces...
Las lágrimas volvieron a tomar su curso, solo que esta vez no grito, no emitió ni un sonido mientras la lágrimas rondaban sus mejillas.
Con suavidad dejó el cuerpo nuevamente en el suelo, finalmente se aferro al único pilar que tenía ahora, su compañero.
