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Mientras Derek lo cargaba escaleras arriba, sintió una ola de náuseas que lo obligaron a cerrar los ojos. Su estómago, que hacía poco estaba lleno del desayuno, ahora se rebelaba contra él. A cada paso que daban, aunque firme y cuidadoso, hacía que el malestar se intensificara.

—Solo cierra los ojos—

Stiles apenas pudo asentir, su cabeza recostada contra el hombro de Derek, respirando profundamente para mantener bajo control las náuseas. El calor del cuerpo de Derek y su aroma familiar, a pesar de todo, le daban algo más en que concentrarse.

Finalmente, llegaron al segundo piso y empujó la puerta con el pie para ingresar. Lo llevó directamente a la cama y lo depositó con cuidado sobre las sábanas, acomodando una almohada detrás de su cabeza.

—Voy a buscar un basurero—dijo en voz baja

—No llego —es todo lo que pudo decir. Apenas alcanzó a empujar a Derek a un lado antes de salir disparado hacia el baño. Se arrodilló en el suelo frío justo a tiempo para vaciar su estómago en el inodoro, sintiendo el dolor punzante en su abdomen mientras lo hacía. El malestar que había estado intentando contener finalmente lo había vencido, y ahora se sentía miserable, con la cabeza pesada y el cuerpo tembloroso.

Derek estuvo a su lado en un instante, arrodillándose junto a él con una mano apoyada en su espalda. No dijo nada, pero su presencia era como un ancla para él en ese momento, su mano firme sobre su espalda era el único contacto que lo mantenía conectado con la realidad mientras el resto de su cuerpo se rendía.

Cuando finalmente terminó, se dejó caer hacia atrás, agotado y con la respiración agitada. Derek le ofreció un vaso de agua que había tomado rápidamente del lavabo, y la bebió un sorbo para enjuagarse la boca, aún con la cabeza baja.

—Lo siento...—murmuró Stiles con voz débil, sin atreverse a mirarle.

—No te preocupes por eso —respondió con suavidad, ayudándole a levantarse con cuidado. —Vamos, vuelve a la cama.

Se dejó guiar de regreso a la habitación, con su cuerpo aún tembloroso y débil. Se dejó caer en la cama con un suspiro pesado, sintiéndose completamente exhausto.

Derek lo cubrió con las sábanas, asegurándose de que estuviera cómodo antes de sentarse en el borde de la cama, vigilando cada movimiento suyo.

—¿Te duele algo? —preguntó, manteniendo su voz baja lo cual no pudo pasar desapercibido. La voz baja y no gruñona. Negó, pero luego se detuvo y asintió despacio.

—Todo... me duele todo —admitió sin abrir los ojos.

—Descansa un poco en lo que llega Melissa, voy a atraer algo que puede ayudar —fue todo lo que dijo Derek con un tono protector, casi como si estuviera asumiendo la responsabilidad de cuidarlo.

Solo asintió cuando sintió la ausencia del calor característico ajeno, se acurrucó bajo las sábanas, abrazándose a sí mismo, tratando de encontrar una posición en la que su cuerpo doliera menos.

El sonido de pasos firmes volvió a entrar en la habitación, y aunque estaba medio dormido, sintió la presencia del lobo a su lado, pudo reconocerlo por su aroma. Dio un respingo cuando el frío contacto contra su cuello lo sacudió del relajo en el que se encontraba. Abrió los ojos de golpe, con el corazón latiendo con fuerza, solo para ver a Derek inclinándose sobre él con una bolsa de hielo envuelta en una toalla.

—Tranquilo, solo es hielo —avisó, con una leve sonrisa en los labios al ver su reacción —Va a ayudar con la fiebre—

Soltó un suspiro, aun sintiendo su pulso acelerado, pero se obligó a relajarse de nuevo mientras Derek acomodaba la compresa fría en su cuello con cuidado. El contraste entre el frío del hielo y el calor de su piel era incómodo, pero al mismo tiempo, sentía cómo el alivio comenzaba a extenderse lentamente.

A WOLF THING © SterekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora