Sin opciones

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¿Qué acaba de decir? ¿No puede ser, leí mal? ¿Le acaba de decir "Anubis"? Si te impactó, ¿imagínate a él? Traga saliva y con un hilo de voz le pregunta qué había dicho, intentando procesar si lo que escuchó era real. Efectivamente lo era. Ese sujeto conocía su secreto. — No me mal interpretes muchacho, no me quiero aprovechar de ti. Simplemente encontré tu perfil y me llamó la atención. Vi tus fotos y vi que eres muy guapo. Si me preguntas cómo te reconocí, me di cuenta por tu cabello. También porque en algunas fotos aparece ese lunar que tienes en la muñeca. — Toca intencionalmente su muñeca derecha, donde efectivamente tiene un lunar ahí.

Intenta excusarse diciendo que la idea de vender esas fotos era de su amigo y que al final aceptó porque le venía bien el dinero, etc. — Tranquilo, no te estoy juzgando. —le dice. — Se que lo haces para ganar dinero, y es por eso que quiero que hagas algo para mí. Te pagaré muy bien, no te preocupes. — Aunque los nervios lo consumen por completo, Isaac toma valor y le responde educadamente y para prevenirse: —Lo siento, señor. Si usted pretende que yo hago "favores" sexuales a cambio de dinero, se equivocó de persona. Una cosa son las fotos, otra cosa es mantener una relación con mis clientes. — Cierra los ojos y aprieta los dientes, aterrado, esperando lo peor, pero solo escucha carcajadas de burla por parte de su jefe. — Tienes mucho valor para decir eso. Se nota que estas muy asustado, muchacho. Pero, no soy esa clase de persona. No me gusta obligar a nadie a estar conmigo. Pagaría por ello, solo si la persona está dispuesta. — Poco a poco, baja la guardia frente a la afirmación. Entonces, con más serenidad, le pregunta de qué trata la propuesta. — Me gustaría que hicieras un baile sexy para mí en privado. Me hubiera gustado que me hicieras caso y me enviaras esos videos, pero creo que esto es mucho mejor. Pagaría cada centavo por ver tu piel al desnudo y oler tu fragancia de niño bueno que emana. — Cada palara que sale de su boca huele a putrefacción, generándole una inexplicable sensación de asco al pobre muchacho. Yo no sé ustedes, pero a mí también me dio asco. No sé si el temor a las represalias, pero accedió. Este sujeto le dijo que después le va a avisar cuándo y dónde se iban a reunir. Después de eso, lo llevó en su vehículo y lo dejo en el trabajo como si nada.

El día trascurrió como si nada. Al llegar la noche, Isaac en su habitación, no puede evitar llorar de amargura. Su vida se le resbala de las manos como arena y el trato que realizo en la mañana fue como una sentencia peor que la muerte. Es casi igual a vender el alma al diablo por unas pocas monedas. Las horas transcurren con sabor a hiel y la llegada del sol, solo viene a iluminar una mañana tan turbia como el agua del riachuelo. Mira su celular y ya eran las 6 de la mañana. En el desayuno las cosas solo empeoran con la llegada de un mensaje de su jefe con instrucciones para él. En el mismo indicaba que solo trabaje hasta el mediodía y que después iba a pasar el chofer para llevarlo a un lugar. Termina su café y se va a trabajar resignado. En el camino se compra una bebida energizante para poder soportar el día.

La hora se acerca y como ya le habían advertido, el chofer pasa a buscarlo. Está un rato el vehículo en movimiento, hasta que llega al frente de un hotel llamado "Pasión". — aquí es. — Le dice con frialdad el chofer. — Ve a la recepción y di que hay una reservación para el "señor Albares". Te van a hacer pasar a una habitación. En la cama hay ropa, póntela y espera al jefe. ¿Entendiste? — Él solo se limita a asentir con la cabeza. Se baja del vehículo e ingresa al hotel y sigue las instrucciones al pie de la letra. Al ingresar a la habitación se encuentra con un traje de "Maid", se dirige al baño, se lo pone y cuando sale se encuentra frente a frente con su jefe. — Te queda mejor de lo que imaginé. Ven, no tengas miedo. Acércate que no muerdo. — Tembloroso, hace lo que le pide sin levantar la mirada del suelo. — Hueles delicioso. — Le dice mientras sostiene con los dedos su mentón y acerca su nariz al cuello. — ¿Por qué estás nervioso? No haré nada que tu no quieras. — Se desajusta el nudo de la corbata y se quita el saco para ponerse más cómodo. — ¿Quiere que haga algo en especial, señor? — pregunta Isaac. Ante la pregunta, se lo queda mirando como un vampiro frente a sangre fresca, pero mantiene su compostura de señor y como si se tratase de un simple negocio le dice: — Quiero que bailes, que muevas ese cuerpo para mí. — Agarra un control remoto y enciende el equipo de música que ya estaba preparado. Luego se sienta al borde de la cama y le da la orden de que empiece a bailar. Isaac respira profundo para calmarse y empieza a improvisar unos movimientos algo torpes, pues no ha bailado de esa forma antes. Trata de concentrarse en el ritmo de la música, un poco para que el baile salga prolijo y otro poco para no pensar en la repugnante situación que estaba viviendo. Poco a poco sus movimientos son más fluidos y su mente se empieza a ir con las notas, sin notar la mirada de lobo hambriento que su jefe tenía sobre él, observando cada movimiento con deseo. Él sigue bailando, pero pronto empieza a sentir un intenso vacío en el estómago y un profundo mareo. Su jefe lo nota, entonces pausa la música y le pide que se siente a su lado. — ¿Estas bien? Parecía que estabas a punto de desmayarte. — Entre tartamudeos termina confesando que no había comido nada y que por los nervios no había dormido mucho. — No ésta nada bien lo que hiciste. No puedes andar por ahí con el estómago vacío, te puede pasar algo malo. Voy a pedir algo para que comamos. No te preocupes, me gustó lo que hiciste hoy. Así que después de comer, te pago y tu trabajo estará hecho por el día de hoy. — Todo su cuerpo se relajó cuando escucho lo que acababa de decir. Sintió que se le había quitado un peso y por un momento esbozó una leve sonrisa pensando que lo malo había acabado.

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⏰ Última actualización: Aug 26 ⏰

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