Amar, desde tu punto de vista.

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Para Min Yoongi, el camino que debía seguir estaba trazado mucho antes de que naciera.

Como primogénito de una de las muchas familias de los grandes conglomerados coreanos, se esperaba de él que adoptara ciertas posiciones y desarrollara determinandos roles respecto al negocio de su familia.

Su vida era como un mapa, con todas las rutas que debía transitar ya trazadas, con varios recordatorios para que no se desviara del camino elegido para él.

Las escuelas privadas, los exelentísimos tutores, una educación privilegiada destinada a que su personalidad y modales fueran pulidos hasta limar la más mínima imperfección.

Todo en él debía lucir impecable, desde su postura hasta su ropa, incluso la forma de sostener una maldita copa y de llevarla a sus labios, como sonreír y el tono adecuado para hablar, qué temas debían de ser tratados para que la conversación se considerara satisfactoria.

Min Yoongi nació bajo un foco de luz y eso significaba tener ojos sobre sí mismo la mayor parte del tiempo al asistir a eventos, galas, fiestas y a todos los lugares en los que su presencia como futuro heredero era requerida.

Sin embargo, desde su anhelo personal, preferiría estar en cualquier lugar en el que saber cómo respirar estilizadamente no constituyera una norma de etiqueta.

Yoongi observa a su alrededor y, a diferencia de él, otros chicos contemporáneos a su edad coexisten entre sí, conversando cómodamente en rincones específicos lejos de la atención de los adultos.

Suspira al verse a sí mismo rodeado de personas que les dobla la edad con los que debe mantener una conversación sobre cualquier tema que les resulte interesante y del que debe tener al menos una mínima noción porque de lo contrario, tales circunstancias podrían delatar una educación ineficiente.

El heredero a la presidencia del mayor grupo empresarial de la ciudad no puede padecer de ineficiencias.

—Oh, Yoongi-ah, quería presentarte a alguien.

La persona a la que lleva refiriéndose toda la noche como "Señor Park" le dice, llamando su atención al llevar una de las manos a sus hombros, rodeándolo con familiaridad mientras lo guía hasta una de las multitudes juveniles del lugar.

—Me percaté de que no tienes muchos amigos.—Él le dice en complicidad y no puede hacer más que sonreír con moderación, absteniéndose de retirar el peso del brazo ajeno sobre sus hombros cuando la voz de su padre advirtiéndole sobre su comportamiento se escucha como eco en su cabeza.—Así que pensé en presentarte a mis cachorros.—Yoongi se tensó al oírlo.–Hoseok-ah es mayor que tú por unos años pero seguro le agradarás y Jimin-ah puede ser algo introvertido pero en cuanto entra en confianza no parará de hablar de todo y de nada a la vez.

Yoongi asintió, sus ojos captando al par de chicos que reían de algo, sentados juntos, sus cuerpos prácticamente pegados y que al verlos llegar, permanecieron en silencio, totalmente atentos.

—Él es Hoseok esta pequeña mata de rizos es Jimin.—El Alfa los presentó y Yoongi vio a Hoseok sonreírle mientras que Jimin tragaba en seco.—Chicos, este es Yoongi-ah. Es el hijo del señor Min.—El padre de ambos jóvenes los presentó y Yoongi obtuvo cortas inclinaciones de cabeza como un silencioso saludo que no tardó en corresponder.—¿Qué tal si lo entretienen un poco mientras los adultos hablamos de negocios?

Fue lo último que lo escuchó decir antes de dejarlo sentado frente a sus dos hijos, con la atención de aquel par sobre sí mismo.

—Así que tú eres el afamado Min Yoongi.— Fue Hoseok el primero en hablar y joder, era precioso.

𝐏𝗎𝗌𝗂𝗅á𝗇𝗂𝗆𝖾 ⤿✽ 𝐘𝗈𝗈𝗇𝗆𝗂𝗇 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora