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NIL OJEDA | MADRID

La fiesta ya estaba en pleno apogeo. La música retumbaba por el salón y la gente se había dispersado entre la cocina, el balcón y el sofá. Eran más o menos las doce y media de la noche cuando escuché el timbre. Misho estaba demasiado ocupado bromeando con Guanyar sobre quién bebía más rápido, así que fui yo quien abrió la puerta.

—¡Tío, qué pasa! —saludé a Daniel y Sara cuando los vi en la entrada.

—Nil, ¿cómo va eso? —dijo Daniel con una sonrisa mientras me daba un golpe en el hombro—. Nos hemos retrasado un poco, pero ya estamos aquí.

—Tranquilo, bro, la noche apenas empieza —respondí, guiándolos adentro—. ¿Qué tal, Sara? Tiempo sin verte.

—Pues sí, un poco —respondió Sara con una sonrisa algo tensa—. Espero no llegar tarde a la fiesta.

—Para nada —le dije—. De hecho, está en su punto. Vamos, os enseño dónde están las bebidas y todo eso.

Los llevé hasta la cocina, donde Guanyar estaba sirviendo unos chupitos. En cuanto vio a Sara, levantó un vaso y le hizo un gesto.

—¡Pero si ya están aquí los fiesteros de verdad! —dijo, guiñándole un ojo a Sara.

—Guanyar, no empieces, que no estoy para tus tonterías hoy —le respondió Sara, aunque se notaba que estaba de buen humor.

—Venga, venga, que os noto tensos. Esto es para relajar el ambiente —insistió Guanyar, sirviendo un par de chupitos más.

—Vale, pero uno y ya —dijo Daniel, cogiendo uno de los vasos—. No quiero acabar doblado.

Todos nos echamos unas risas mientras brindábamos y nos tomábamos los chupitos. La noche iba a ser larga, pero estábamos todos con ganas de disfrutar.

VALERIA FORT | MADRID

Mientras tanto, en mi piso, Marta y yo nos estábamos preparando para la fiesta. Ya eran las doce, y yo aún estaba dudando qué ponerme. Marta, como siempre, estaba lista desde hacía rato, pero no dejaba de dar vueltas por mi habitación, rebuscando entre mi ropa.

—Tía, si sigues dudando, vamos a llegar cuando ya estén todos mamados —me dijo Marta, sacando un vestido negro de mi armario—. Ponte este, es perfecto para hoy.

—No sé… —dije mientras lo miraba con desconfianza—. No quiero ir demasiado arreglada, ya sabes cómo son estos tíos.

—¿Y qué? Mejor que te vean divina y que se jodan —respondió Marta, empujándome hacia el baño—. Venga, cámbiate y deja de hacerte la difícil.

—Vale, vale, no seas pesada —dije con una sonrisa, cogiendo el vestido y entrando al baño para ponérmelo.

Cuando salí, Marta ya había sacado su maquillaje y estaba a punto de empezar a pintarse. Me miró de arriba abajo y asintió, aprobando mi elección.

—Así me gusta, tía —dijo mientras me daba un espejo—. Ahora siéntate, que te voy a maquillar.

—Ya sé maquillarme sola, no hace falta que me trates como una muñeca —protesté, aunque al final me dejé hacer.

Mientras Marta me maquillaba, no paraba de soltar sus típicas bromas.

—¿Y si Nil te intenta ligar esta noche? —dijo, mientras me aplicaba la sombra de ojos—. ¿Qué vas a hacer?

—Nada, porque no va a pasar —le respondí, riéndome—. Aunque sí, sería gracioso ver cómo lo intenta.

—A ver si es verdad y te olvidas de ese cabrón de tu ex de una vez —dijo Marta con una mezcla de seriedad y broma—. Te mereces a alguien que te trate bien.

bittersweet love- nil Ojeda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora