Ciclos Entrelazados

recapitulación 11

En el Abismo

En su día libre, Eydis disfrutaba de un raro momento de tranquilidad. Había pasado la mañana recorriendo las calles de la ciudad, permitiéndose un breve descanso de sus responsabilidades como sirvienta doméstica. Sin embargo, mientras caminaba por un parque cercano, una sensación extraña la invadió a la cual le hizo caso omiso continuando su recorrido.

Fue entonces que después de un rato de repente, todo se volvió borroso y, antes de que pudiera entender lo que sucedía, perdió el conocimiento.

Cuando Eydis despertó, sintió una ligera presión en su cabeza y notó que estaba recostada en una cama desconocida. La habitación a su alrededor era lujosa, pero no reconocía el lugar. El silencio era inquietante. Al intentar levantarse, sus piernas temblaron, pero logró sentarse en el borde de la cama. Observó a su alrededor, buscando alguna señal de dónde estaba. Fue entonces cuando notó que no estaba sola.

Un joven se encontraba sentado en una silla, con los brazos cruzados y una expresión calmada, casi indiferente. Al ver que Eydis estaba consciente, se levantó lentamente y se acercó.

“Veo que ya despertaste,” dijo el joven con una voz suave pero firme. “No te preocupes, no estoy aquí para hacerte daño. Solo quiero hablar contigo.”

Eydis, aterrada y desconcertada por su presencia. Quería gritar, pero algo en la mirada del joven le hizo pensar que no serviría de nada “¿Por qué estoy aquí? ¿Qué quieres de mí?” preguntó ella con voz temblorosa.

Hiroto la observó con una leve sonrisa en sus labios. “Lo planeé todo con cuidado así que nadie sabe que estás aquí, no te preocupes por tus pertenencias, están en un lugar seguro. Quería tener una conversación contigo, lejos de cualquier interrupción.” Se inclinó un poco hacia ella, como si quisiera hacerla sentir más incómoda. “Tú trabajas para Kazuto, ¿verdad? Debes conocerlo bien.”

La joven dudando si responder, le pregunto primero cuál era su nombre.

“Mi nombre es Kuroi Hiroto” dijo el joven con una voz calmada, casi monótona. ¿Y responderás a mi pregunta?

Eydis asintió lentamente, sin entender hacia dónde se dirigía la conversación. “Sí, trabajo para él. Pero ¿no sé qué tiene eso que ver contigo?”

Hiroto ignoró su pregunta y, en cambio continuó hablando con esa misma calma inhumana, haciéndole preguntas triviales, como si estuvieran manteniendo una conversación normal persuadiéndola, Eydis respondía de manera evasiva pues había algo en su instinto que la mantenía alerta y asustada, sabía que la situación era peligrosa.

Finalmente, después de lo que le pareció una eternidad, Hiroto la miró directamente a los ojos y dijo “Vamos a jugar un juego. Si ganas, te dejaré ir con vida”

El miedo de Eydis se convirtió en terror puro. La implicación era clara: si perdía, moriría. Desesperada, corrió hacia la puerta, pero se dio cuenta de que estaba cerrada con llave. Intentó escapar por las ventanas, pero al acercarse, su horror se multiplicó al descubrir que estaban en la parte más alta de un rascacielos. Las luces de la ciudad parpadeaban muy abajo, mientras que el cielo nocturno se extendía infinitamente sobre ella.

No puedes huir replico Hiroto, poniéndose unos guantes negros mientras la observaba con una paciencia perturbadora “la única salida es jugar, deberías estar agradecida por recibir un trato especial, me caíste bien”

La había observado durante semanas. Sabía exactamente cuándo estaría sola y cómo podría capturarla sin dejar rastro. Su plan se ejecutó con precisión quirúrgica. Esperó el momento perfecto cuando estuviera distraída en una cafetería cercana. Con un movimiento rápido y silencioso, la dejó inconsciente usando un agente químico que no dejaría evidencia detectable. Luego, la transportó a un rascacielos ubicándose en el último apartamento en el distrito más exclusivo de la ciudad, asegurándose de que nadie los viera. Conocía cada cámara de seguridad y cada ruta alternativa para evitar ser detectado.