Capitulo Uno.

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—¡Solo necesito un donador dispuesto!

Golpeando sus manos planas sobre su escritorio, Dorian sintió cada parte de su plan encajar perfectamente en el puzle en su cabeza. Había estado investigando hasta el cansancio sobre la idea que Wolf le había dado, y había llegado a la conclusión de que una clínica privada no era de su preferencia. Por supuesto, seguía siendo una opción, pero en reducidas cuentas, lo único que necesitaba era la materia prima para producir el producto que quería.

Tenía la mitad del bollo gracias a la naturaleza, solo necesitaba que alguien le agregase su crema.

Con tantos hombres calientes que había por ahí, ¿por qué no buscar a alguien dispuesto a donar algunos de sus soldados a cambio de una caliente noche de pasión y algunos dólares encima, quizás? Le parecía mejor así, podría elegir exactamente lo que quería y descartar a aquellos que pensaba tenían una mala personalidad, además de que, de una forma enrevesada, aún sabría quién era el otro padre.

Además, venía con el extra de rodar entre las sábanas, Dorian nunca se negaba a una buena revolcada. Esto era un ganar-ganar.

Pellizcando distraídamente la piel de sus labios, habló consigo mismo: — ¿Dónde podría encontrar un semental perfecto para montar y fecundar a un espécimen de calidad como yo?

El suave murmullo de alguien aclarándose la garganta, logró que levantase la mirada para encontrarse con su secretario de pie en la puerta. Ahren Koller, o simplemente Ren para los amigos, una belleza de ojos oscuros y piel de un hermoso tono cobrizo, lo observó desde su lugar con una expresión que era la perfecta mezcla de incredulidad y simple resignación.

—Siento interrumpir tus sucias fantasías, ¿debería dejarte solo? —preguntó, con su mano aun sobre el pomo de la puerta y una carpeta apretada en la otra.

—Por supuesto que no, quizás puedas serme de ayuda.

Ren lo miró con curiosidad—. Sabes que no puedo ayudarte con la suciedad que corre por tu mente.

Si, él lo sabía. Al igual que él, Ren tenía la maceta, pero no podía darle las semillas. Pero eso no quería decir que Dorian no se divirtiera solo viendo ese hermoso rostro frente a él. Si, quizás él tenía una leve debilidad por las bellezas, le gustaba estar rodeado de gente bonita, le daba paz a su mente.

Cruzando la habitación, Ren tomó asiento en la silla frente a él y dejó la carpeta sobre el escritorio antes de mirarlo—. ¿Qué idea loca esta girando en tu cabeza hoy? —preguntó—. ¿Debo preparar a nuestros abogados con antelación?

—Hablas como si me gustase meterme en problemas todo el tiempo.

Ren solo lo miró directamente.

Haciendo un gesto para espantar sus palabras, Dorian desvió la conversación—. Solo estaba pensando en voz alta. —dijo, como si sus palabras fuesen algo que decía todos los días—. Mejor haz tu trabajo y dime como esta mi agenda hoy, soy un ocupado hombre de negocios, no tengo tiempo para tus preguntas.

—Bueno, me alegra que recuerdes que eres un hombre de negocios —Ren sonrió, pero no era una sonrisa buena, era una sonrisa de burla mientras sacaba la agenda electrónica de su bolsillo—. Porque según tu agenda, hoy tienes una reunión con el señor Pearson.

Dorian se quejó desde el centro de su alma—. No quiero verle la cara a ese viejo bastardo y feo.

—Dorian, no les digas feos a nuestros clientes.

—Parece orangután con calvicie —dijo—. Y es un insulto en si mismo comparar al pobre animal con él.

Los labios de Ren temblaron, pero mantuvo su compostura y se negó a sonreír—. ¿Por qué le tienes tanto fastidio?

DorianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora